Surcó las rutas de Corrientes hace cuatro años y volverá a hacerlo en diciembre próximo para cumplir con una meta que trasciende fronteras: vincular las culturas de países latinoamericanos con una historia común a través de los automóviles antiguos. Se trata de Expedición Peabirú, una caravana de largo aliento que unas 40 tripulaciones llevan adelante para revalorizar los senderos que antiguamente abrieron las poblaciones originarias.
¿De dónde vienen los expedicionarios de Peabirú? Su punto de partida es la ciudad brasileña de Curitiba. Allí se concentran para partir con una hoja de ruta diagramada durante todo un año, que siempre contempla recorridos por distintos puntos del continente sudamericano “no solo para disfrutar de paisajes únicos al volante de autos que también son únicos, sino para derribar fronteras culturales y sociales que no deberían existir entre nuestros países”.
El que pronuncia la frase precedente es Julio Guidolin, uno de los principales referentes de esta agrupación de apasionados por los autos de otros tiempos que, cada año, se desplaza por serpenteantes carreteras del Cono Sur para revivir lo que desde tiempos inmemoriales se conoce como “el sendero de Peabirú”. Se trata nada menos que de recuperar el trazado abierto por montes, ríos y morros por las poblaciones guaraníes que en tiempos milenarios se desplazaban a pie en busca de un lugar mitológico, lleno de abundancias, donde habrían de establecerse.
Los guaraníes nativos de lo que hoy son Argentina, Brasil y Paraguay emprendieron incesantes misiones hacia una suerte de tierra prometida, un destino mágico en el que la madre tierra les proporcionaría lo necesario para una vida feliz. El sentido era más que nada metafórico, porque la espiritualidad de aquellos trayectos hallaba justificativo racional en un detalle no menor: eran pueblos recolectores y la riqueza no era otra cosa que los alimentos y la geografía apta para ser habitada en condiciones seguras.
Peabirú, que traducido al español significa algo así como “sendero del pasto pisado”, se transformó con el tiempo en una demostración de la persistencia exploratoria de las primeras civilizaciones del nuevo continente muchos siglos antes de que las potencias española y portuguesa ocuparan los territorios por donde hoy, a bordo de vehículos de entre 50 y 80 años de antigüedad, aventureros como Julio Gudolin, rinden homenaje a aquellos pioneros mediante maratónicos viajes como el que llegará a Corrientes el 27 de diciembre de este año.
En diálogo con este cronista en el programa “Combustión Interna”, por El Litoral Radio, Julio explicó que el derrotero elegido para esta oportunidad los conducirá a la Patagonia argentina, pasando por la Pampa Húmeda, hasta llegar lugares paradisíacos como Villa Traful, San Carlos de Bariloche, Las Grutas y luego, desde allí, un regreso por Bahía Blanca para recorrer la costa bonaerense.
“Serán unos 8000 kilómetros para poner a prueba nuestros autos, todos antiguos y muchos de ellos preparados como alojamiento para nuestros compañeros de ruta, ya que también forman parte de la travesía motorhomes clásicos que además de tener un gran valor histórico permiten pernoctar dentro de ellos donde nos resulte más acogedor”, explicó Julio en teleconferencia vía streaming, mientras se proyectaban por las pantallas de la emisión por YouTube imágenes de viajes anteriores.
En esta oportunidad la Expedición Peabirú ingresará a territorio correntino desde San Borjas por Santo Tomé, para recorrer la ruta nacional 14 hasta Mocoretá. Allí se despedirán de nuestra provincia para ingresar a la ciudad entrerriana de Chajarí, donde está programada una parada nocturna. “Después de allí nos internaremos camino al sur. Esta vez los que formamos parte de Peabirú vamos a conectar a Brasil con la hermosa Patagonia argentina”, destacó Julio.
El diálogo con Julio Guidolin transcurrió con el mismo tono amistoso y afable que el autor de esta columna mantuvo hace cuatro años, cuando ofició de anfitrión de estos estoicos expedicionarios a su paso por ruta nacional 12 camino a Salta. En aquella oportunidad, entre la Navidad y el Año Nuevo de 2019, Julio encabezó el convoy con su hermoso Ford Corcel, escoltado por numerosos amigos entre los cuales se encontraba Helder con un DKW Candango.
El Candango es una especie de jeep multipropósito muy apreciado en Brasil debido a que fue utilizado por el Gobierno del vecino país durante la construcción de Brasilia, la capital que desde 1960 reemplazó a Río de Janeiro como epicentro administrativo de la república del orden y el progreso. Ese vehículo tan representativo de las tradiciones mecánicas de Brasil fue facilitado a modo de préstamo por Helder para que este periodista lo condujera desde San Cosme hasta el puente General Belgrano, en una experiencia inolvidable. Ante la pregunta de por qué tanta generosidad con un periodista que ni siquiera conocían personalmente, Julio explicó: “Nosotros expresamos constantemente nuestro agradecimiento a quienes nos reciben; estamos en contra de todo lo que sean barreras que impidan la integración entre nuestros pueblos porque somos hermanos más allá de las fronteras políticas. La idea es derribar simbólicamente y desde la paz las diferencias que muchas veces nos separan, unidos por una historia en común y por esta pasión que es viajar en autos antiguos”.