En el cine de entonces, al elenco lo componían actores y música que definía una banda sonora. Era tan vital su presencia, como hasta el propio volumen que se parangonaba con el elenco interpretando una toma. Todos al mismo nivel de sonido jugándose una escena.
Es más, cómo los públicos de entonces valoraban esas inolvidables bandas sonoras que, después del cine se convertían en silbidos, en susurros, en cantos entonados que emulaban justicieramente, mezclándose con la gente, constituyendo esa maza de anónimos espectadores.
Los grandes sellos discográficos, siguiéndole al éxito nada fácil, luego y dado la trascendencia que tuviera una parte de ella, imprimía discos con la canción que nació en esa banda sonora para convertirla en suceso popular.
Que no dejaba de ser una difusora segura, porque resumía buena parte del contenido musical de la película en cuestión.
Tratando de separar ficción de realidad, mientras la música de la sala ya prendidas las luces, los espectadores salíamos, aún se dejaba escuchar la banda sonora de la orquesta convocada.
Hubo grandes orquestas que fueron las encargadas de grabarlas y popularizarlas, como una extensión más allá de la sala de proyección.
Podemos recordar a Victor Young, Franck Pourcell, Mitch Miller, Paul Weston, Paul Mauriat, Leonard Bernstein, y muchísimos otros que aportaron al cine mundial grandes e inolvidables bandas sonoras.
Mencionamos a autores de bandas sonoras y algunas de las películas que le sirvieron de catapulta a todas esas producciones que hicieron del cine el medio impostergable, donde la ficción cobra mil formas y los sueños se transforman en realidades construidas desde nuestro propio yo.
Hans Simmer: “El Rey León” – “Pearl Harbor” - “Gladiador”- “Piratas del Caribe” – “El último samuray” – “Duna” – “Interestelar”- Etc.
John Barry: “Chaplin” – “Danza con lobos” – “Memorias de Africa” – “Born free”-Etc.
Ennio Morricone: “El bueno, el feo y el malo” – “Cinema Paradiso” – “Malditos bastardos”- Etc-
Max Steiner: “King-Kong”- “Casablanca” – “Desde que te fuiste” – “Lo que el viento se llevó” – “La extraña pasajera” – Etc.
Alfred Newman: “Angustia de un querer” – “El Rey y yo”- “Dímelo cantando”- Etc.
Jhon Williams: “Tiburón” – “ET el extraterrestre” – “La lista de Schindler”- “Harry Potter” – “Stars Wars” – “Jurassic Park” – “Indiana Jones” – Etc.
Elmer Bernstein: “El gran escape” – “Los siete magníficos”- “Por los barrios bajos” – “El hombre del brazo de oro” – “Los Diez Mandamientos” – “Los caza fantasmas”. “The Blues Brothers” – Etc.
Nino Rota: Toda la saga de “El padrino” – “Romeo y Julieta” – “La strada” – “La dolce vita” - “Amarcord” - “8y1/2”- “Las noches de Cabiria” – “Casanova” – Etc.
Dimitri Tiomkin: “A la hora señalada” – Etc.
Es más, en mi barra de chicos, nos sabíamos de memoria a qué película correspondía tal o cual melodía, porque la banda sonora de las mismas había incidido de tal manera que la recordación era infalible.
Comprendamos que de la obra total musical de la película, había una canción que se extraía como la idea fuerza, por su logro, como lo dijimos al principio, eran volcados en discos simples que aseguraban su difusión.
Como el estribillo de un tema que, por su gancho, permite su recordación, lo cual se lo utiliza como identificación que es su sello y marca.
Para quienes amamos el jazz, la música que compuso el maestro Elmer Bernstein, para la película “El hombre del brazo de oro”, interpretada por Frank Sinatra, como baterista, Eleanor Parker y Kim Novak cerrando el triángulo amoroso, era estar en la gloria porque incluía además un solo de batería, más la música que acentuaba el drama marcando con vigor el ritmo.
Argentina tuvo también buenos musicalizadores, Tito Rivero y Lucio Milena, que compusieron una cantidad abrumadora de bandas sonoras de películas, ya que nuestro país en la década del 40, llegó a ser una de las principales productoras del cine de habla hispana, seguido muy cerca por España y México.
Los tiempos han cambiado, la música dejó de tener preponderancia, acallándola en virtud a los diálogos que la voz poco a poco desplazó al buen volumen e injerencia de la melodía, en el tiempo que demanda el libreto, en tempos suave, enérgicos, trágicos, o tan solo una presencia casi inexpresiva sin la contundencia de antaño.
Las películas eminentemente musicales eran un plato fuerte, especialmente las norteamericanas, donde la historia se tejía con canciones, excelente humor, alguna que otra orquesta y el zapateo americano poniendo tempo al ritmo del “tap”.
Casi casi como una estampa añeja de Fred Astaire bailando con Rita Haywort, o Gene Kelly con Leslie Caron o Cyd Charisse. Un verdadero espectáculo de sonido e imagen copando el centro de la escena. Un motivo más de sobra, para salir del cine soñando.
Tratando de separar ficción de realidad, mientras la música de la sala ya prendidas las luces, y los espectadores salíamos, aún se dejaba escuchar la banda sonora de la orquesta convocada.