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El ruiseñor de las calles porteñas

“El ruiseñor de las calles porteñas” fue el fiel reflejo de la gente sencilla, aferrada a las cosas cotidianas. A los principios y a los afectos más puros.
 

Por El Litoral

Viernes, 15 de marzo de 2024 a las 17:24

Es increíble como son los seudónimos que bautizan a un artista. Generalmente, son un compendio de lo que ellos mismos emanan ante el público, abreviando el mejor retrato que los define.
La voz nostálgica de José Ángel Lomio permitió aferrarse al tango naturalmente. El locutor y animador de LR4 Radio Splendid de Buenos Aires, Raúl Astor lo bautizó para siempre como, “El Ruiseñor de las calles porteñas”, como consecuencia de su registro entre compadrito y nostálgico que daba exactamente con su perfil.
Este cantor formidable que iba a ser, cuyo nombre artístico correspondía al de Ángel Vargas, había nacido en el porteño barrio de Barracas. Si bien por breve tiempo su desempeño como tornero le acercó sus primeros pesos, fue el tango y su canto que lo encumbró como alguien más del barrio.
De sencillez absoluta, pero desde el principio llamado a ser la gran voz de Buenos Aires, el canto fue su desempeño profesional, posicionándole un lugar de privilegio en el repertorio de la gran ciudad.
Angel Vargas tenía melancolía natural, suave tono que lo graduaba poniéndole un clima muy especial a cada interpretación, con un repertorio que nunca se despojó del paisaje natural: la calle, el café, la gente.
Hace sus primeras armas muy temprano con la Orquesta de Augusto Pedro Berto.
Debuta en 1930, en el famoso Café Marzotto con la Orquesta de Lando-Mattino.
En 1932, algunas actuaciones  esporádicas con quien iba a ser la dupla más exitosa, como lo fue Fiorentino-Troilo, una apreciación respetable de los entendidos que no estuvieron equivocados: Ángel DÁgostino-Ángel Vargas, fue suceso desde el principio.
En 1938, con la Orquesta Típica Víctor, graba. En 1940, su ingreso estelar y definitivo hasta el año 1946, con la orquesta de Ángel DÁgostino.
Pasado el furor de Vargas-DÁgostino, pero habiendo construido un profesional sin titubeos, arma su propia orquesta con los músicos Luis Stazo y José “Pepe” Libertella. 
En 1947 registra para el disco como solista con la orquesta de Armando Lacava. Vinieron otros en el suceder de los años, manteniendo su nombre en el pináculo,  las orquestas de Alejandro Scarpino, Edelmiro “Toto” D´Damario, Daniel Lomuto.

Angel Vargas fue el cantor con apenas 54 años, que se ganó todos los públicos, sin perder nunca esa voz de pueblo. Sencillo. Un tipo como uno.

Solamente con Ángel DÁgostino, dejó grabado 94 temas que han sido éxito permanente. Grabó para los sellos Odeón y RCA Víctor.
Angel Vargas no solamente fue cantor, sino también letrista y compositor. El periodista José Valle para “La Nueva”, establece unas frases que lo pintan a cuerpo entero. 
“…el cantor con aroma a jazmín..” “Fraseo intimista, un susurro agradable y confidente…”
Su repertorio se aferraba a lo netamente popular, como el propio mate que en el patio común acercaba unos amargos. “Ninguna”, “Tres esquinas”, “A pan y agua”, “Ave de paso”, “Muchacho”, “Esquinas porteñas”, “Yo soy de Parque Patricios”, “Agua florida”, “Carnaval de mi barrio”, “Destellos”, “Mi vieja viola”, “Pero yo sé”, “Ahora no me conocés”, fueron algunos de sus éxitos.
Uno de los tangos más pedidos, era sin duda el compuesto por Cobián y Cadícamo, “A pan y agua”, estrenado en 1919, grabado por Ángel DÁgostino en 1945. Como solista Angel Vargas lo cantó para la película “La última pelea”el 26 de enero de 1956.
Recitado: )
“¡1920! Dónde están / mis amigos queridos de entonces..? / ¡A pan agua..! / Este tango nos unía / en aquellas noches  inolvidables / de Armenomville. / En mi triste evocación / surge el tiempo que se fue; / cuántos años han pasado, / si parece que fuera ayer. / ¿Dónde está la que amé, / dónde está la que olvidé..? / El recuerdo me entristece / y anochece en mi corazón. / Viejo Palermo de entonces / hoy regresa a mi mente / ¡Cuántos amigos ausentes / como yo recordarán / esas noches de verbena / esas noches de alegría / y este tango que se oía / entre copas de champán..! / Tango que vienes de lejos / a acariciar mis oídos, / como un recuerdo querido / con melancólicos dejos, / tango querido de ayer, / ¿Qué ventarrón te alejó..? / Junto con ella te has ido / y hoy la trae tu evocación.. /
Recitado: )
“Café La Paloma, por tu veredón / en las noches brumosas / se pasean las sombras / de Tito, Arolas y Bardi…/ Desde el pasado remoto, / desde el recuerdo / llegan las noches del pintoresco trío / de aquellos bohemios / ¡A pan y agua..! ¡Cuántos viejos amigos / escucharán tus notas / soñando con volver / una noche de aquellas…/ ¡1920..! /
Angel Vargas fue el cantor que con apenas 54 años, que se ganó todos los públicos sin perder nunca esa voz de pueblo. Sencillo. Un tipo como uno. En que la gente común se mimetizaba con sus tangos desde el sentimiento.
El mismo lo afirmaba cuando entonaba, “Tres Esquinas” de Cadícamo y DÁgostino:
“Yo soy del barrio de Tres Esquinas, / viejo baluarte de un arrabal, / donde florecen como glicinas / las lindas pibas de delantal, / donde en la noche tibia y serena / su antiguo aroma vuelca el malvón / y baja el cielo de luna llena, duermen las chatas del corralón. “ /

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