En el Día Mundial de la Diabetes, la provincia volvió a poner el foco en una problemática que ya es considerada una pandemia silenciosa. Según datos del Ministerio de Salud de Corrientes, 13 de cada 100 correntinos presentan niveles altos de azúcar. Una cifra que la doctora María Laura Pomares, medica Especialista en Nutrición y Diabetes (MP 5701), médica de Planta del Servicio de Endocrinología y Diabetes del Htal. Juan Pablo I , considera “alta y preocupante”, especialmente por el margen de personas que podrían no estar diagnosticadas.
“Estos números muestran a quienes ya conocen su condición. Siempre hay un porcentaje más que no sabe o no se ha hecho un análisis”, explicó en diálogo con Hoja de Ruta.
Aunque la prevalencia refleja una tendencia nacional, en Corrientes aparece un dato que inquieta a los especialistas: aumentan los casos de diabetes tipo 2 en población pediátrica, una patología históricamente asociada al adulto.
“Estamos viendo chicos con sobrepeso u obesidad que llegan con acantosis —las manchas oscuras en el cuello— y alteraciones hormonales. Son señales de alarma. Un adolescente con diabetes tipo 2 es un futuro adulto con riesgo cardiovascular temprano”, advirtió.
Acceso pleno a tratamientos en Corrientes
En contraste con la disparidad regional registrada en otros países, Pomares destacó que en Corrientes la salud pública garantiza el acceso integral a los insumos para pacientes diabéticos infantiles.
“En el Hospital Juan Pablo II tenemos todo: insulinas de última generación, monitores continuos de glucosa, tiras reactivas. El acceso es gratuito y completo. No nos falta nada”, afirmó, marcando la diferencia con otros sistemas provinciales y latinoamericanos.
El hospital cuenta además con consultas presenciales y virtuales para pacientes del interior, a cargo de un equipo multidisciplinario de endocrinólogos y enfermeros educadores.
Prevención: la deuda de fondo
Para la especialista, el verdadero desafío está en la prevención. “La diabetes tipo 2 se puede evitar. Si empezáramos desde las escuelas con kioscos saludables y educación alimentaria, la prevalencia bajaría muchísimo”, sostuvo.
Recordó que las complicaciones más conocidas —daño renal, problemas de circulación, ceguera, heridas que no cicatrizan— aparecen tras años de enfermedad mal controlada, y que hoy existen tratamientos que no solo regulan el azúcar, sino que protegen corazón y riñones.
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