Belén Da Costa, Eduardo Ledesma y Carlos Lezcano
En el marco de la feria del libro de Corrientes se presentó “Cuando hicimos historia”. Acuerdos y desacuerdos en torno al juicio de las Juntas” de Roberto Garagarella, Agustina Ramón Michel y Lautaro García Alonso, libro que tiene el prólogo de Luis Moreno Ocampo (Editado por Siglo XXI). Álvaro Monzón tuvo la responsabilidad de recibirlos con una apertura acorde, sobria y breve.
En la introducción del libro y a lo largo de la presentación sus autores insistieron en la idea de “despertar al Juicio del olvido”. Ese hecho histórico cumple 40 años en 2025 y el objetivo de los autores fue realizar encuentros entre intelectuales que se sentaron a plantear sus puntos de vista de lo acontecido en aquellos años, pero también reflexionar de qué manera son olvidados o recordados en el presente.
Recurriendo a la herramienta periodística, lograron testimonios diversos que fueron rescatados en desgrabaciones, que después de sucesivas ediciones están condensadas en un texto fragmentario donde hay ideas y posturas diferentes
Gargarella dijo en el salón de clases del Colegio Salesiano donde se hizo la presentación del volumen, que el juicio es “una especie de Aleph del derecho argentino”. Esta afirmación contundente implica que para el intelectual este juicio es, un punto donde están contenidos todos los puntos, un punto que condensa los principales problemas no solo del derecho y la moral sino también la política. “Es un lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” dice Borges en el célebre cuento.
Borges se refiere a un ínfimo lugar del vasto universo que estaba en un sótano de una casa de la calle Garay que finalmente fue demolida en la ficción.
En la posdata del cuento, Borges se pregunta si existe ese Aleph y recuerda, tras la demolición de la casa, que “nuestra mente es porosa para el olvido”.
En el caso del Juicio a las Juntas la arquitectura jurídica y moral de este acontecimiento estuvo asediada por la política. Este libro es la resistencia a los olvidos trayendo al presente nuevas miradas críticas y plurales de ese hito que, como dice nuestro comprovinciano Carlos Altamirano constituyen uno de los escasos “momentos nobles” de nuestra historia.
En esta nota que le hicimos en Hoja de Ruta Gargarella pone el ojo en un asunto de crucial importancia entonces y ahora. Trae a la discusión la teoría de la intelectual norteamericana Gretchen Helmke y su teoría llamada “la lógica de las defecciones estratégicas”. Relaciones entre la Corte Suprema y el poder ejecutivo en los periodos de la dictadura y la democracia” (Se puede leer en la web).
Helmke le dice a Hugo Alconada Mon en una entrevista del 4 de febrero de 2023 (La Nación) que “la Argentina resultó un ejemplo muy dramático de cambio de régimen donde podía indagar el papel de los tribunales. El restablecimiento del Estado de derecho y la democracia [en 1983] fue tan importante que me ofrecía una oportunidad de entender cómo negociaría la transición un tribunal. Hasta entonces, muchos académicos habían observado las transiciones desde la perspectiva de los políticos electos, pero no desde la perspectiva de los jueces. Porque recordemos que los jueces jugaron un papel muy difícil durante la dictadura y la pregunta, por tanto, era qué hicieron durante esa transición a la democracia. Y luego, cuando estuve allí, en la Argentina, pude observar además lo que estaba pasando con la Corte Suprema durante la presidencia de Menem. El caso de la Argentina fue muy dramático durante esa transición”.
Este tema pone en evidencia un problema actual en todo el país y las relaciones entre las cortes provinciales y los gobiernos de turno. Por todo esto la presentación del libro es también un Aleph a mirar y descubrir discusiones pendientes.
¿Cómo se hizo el libro y por qué? Hay miradas de intelectuales argentinos muy diversos, y destacamos a Carlos Altamirano porque es correntino.
Se cumplen 40 años del juicio a la Junta, que creo que ha sido el hecho jurídico más importante en la historia argentina, de las pocas cosas en la historia de nuestro país, y visto desde el derecho, me siento muy orgulloso, porque fue algo literalmente único en el mundo. Si bien se hicieron los juicios de Nuremberg, de Tokio o Grecia, nunca ha habido lo que pasó en Argentina, porque aquí se hizo el juicio a la dictadura, cosa que no se hizo en ningún otro país de América Latina, y que tampoco se había hecho antes. Lo que había habido eran tribunales constituidos ad hoc, o tribunales militares, y aquí se hizo un juicio civil, de acuerdo con las reglas ya establecidas, cuidando, llevar adelante el juicio con la máxima atención al debido proceso, a las reglas ya definidas. O sea, para no sorprender a nadie, para que nadie considerara que hubiese un hecho arbitrario. Entonces, fue un procedimiento insólito, porque implicaba juzgar a un grupo todopoderoso hasta hace horas, y porque además se hizo con respeto y atención a las reglas, y porque se lo hizo a través de un juicio civil, un tribunal, el caso de la Cámara Federal.
Ustedes dicen muy milimétricamente que se trató de un juicio extraordinariamente ordinario.
Si, y eso llevó a muchas, muchas preguntas muy complicadas de resolver, y que fueron bien resueltas.
Por ejemplo: ¿qué hacemos? Juzgamos a todos, juzgamos a algunos, tenemos en la historia argentina, cada vez que el poder civil trataba de hacer algo había un golpe de Estado, esa era la historia recurrente del país, y entonces se lleva adelante el juicio, se hace justicia, y se lo hace de un modo en donde se mantiene la estabilidad democrática. Nadie realmente puede alegar que se violaron las normas, uno podría decir frente al juicio de Nuremberg, que era el único gran antecedente, un tribunal que fue creado solamente para ese momento.
Por eso el caso argentino, es un hecho insólito en la historia latinoamericana, en la historia universal, del que tenemos que sentirnos orgullosos. Y también, en este momento en donde el derecho está tan vapuleado, y donde se manipulan las reglas tan habitualmente para lograr el resultado que uno quiere, tener ese antecedente en la historia es histórico.
El libro es un conjunto de entrevistas que hicimos en seis paneles, cada uno de ellos era con tres personas que pensaban diferente para tratar de reflexionar sobre algún aspecto polémico o alguna pregunta pendiente en relación con el juicio. Uno de los participantes, diría de los más interesantes, fue el sociólogo correntino Carlos Altamirano, que además dejó una de las frases que queríamos que fuera el título del libro, pero en todo caso es el corazón del libro, que es definir el juicio como “el momento noble de la historia argentina”.
¿Esto fue un tema jurídico, político, moral?
Fue decisivo para la democracia argentina, porque creo que, hasta ese momento teníamos una historia en donde cada gobierno democrático que asumió caía al poco tiempo. De hecho, de algún modo participé de ese gobierno y estábamos todo el tiempo con el reloj en la mano pensando, ¿cuándo viene el golpe de Estado? y pensábamos que el juicio podía ser una excusa perfecta para grupos militares para levantarse, pero creo que fue tal el nivel de aceptación, y eso se ha reflejado también en encuestas, del momento, y lo que siguió también, tal el apoyo que tuvo la sentencia, el procedimiento, y esa justicia que se hizo, que creo que finalmente, contra lo esperado, el juicio ayudó a consolidar la democracia. Y entonces mostró que había ciertas acciones y crímenes que no se querían nunca más en la Argentina, la idea de que “Nunca más" también fue absolutamente crucial. La CONADEP ayudó a difundir las atrocidades que habían ocurrido y a conocer los límites a los que se podía llegar con el abuso del poder, eso también fue importante. Entonces, tanto la sentencia en términos jurídicos como la iniciativa en términos democráticos como comunicación de los hechos de la CONADEP y el informe “Nunca Más” creo que ayudaron a un proceso de consolidación democrática, pero insisto, esa fue una consecuencia inesperada de un proceso que se hizo por buenas razones. Se hizo porque, como el propio Alfonsín dijo desde el primer minuto, es necesario hacer justicia y esto lo vamos a hacer aun cuando tengamos todos los obstáculos por delante. Había enormes obstáculos empezando, porque el juicio no estaba llamado a ocurrir, y la autoamnistía que se habían dado los militares antes de abandonar el poder. O sea, ellos antes de abandonar el poder se perdonan a sí mismos con una ley y eso le pone una lápida al derecho porque cuando hay una amnistía, cuando los militares se han perdonado con una ley que ellos han hecho, le pone una enorme dificultad al derecho que viene porque dicen, ya están perdonados, hay una ley que se ha hecho. Desde ese gobierno democrático se dijo: no, mire, vamos a buscar la manera jurídica y ética al mismo tiempo de remover esa ley que fue hecha en las peores condiciones, sin discusión democrática, sin partidos políticos y vamos a llevar el juicio adelante porque es necesario hacerlo. Entonces fue eso, una conjunción de derecho, moral y política.
En esto el gobierno de Millei habla de memoria completa, ustedes sin embargo en el libro se encuentran distintas posiciones analizando esta cuestión. ¿Cómo lo ves?
Claro, fue la idea sobre qué preguntas nos estábamos haciendo. ¿Esta fue una iniciativa que se llevó adelante contra la sociedad o fue una iniciativa política que era resistida por el derecho? o ¿fue una iniciativa que llevaron adelante fiscales heroicos? Ustedes vieron la película de 1985, que fue muy importante y para mí gloriosa porque reinstaló una reflexión y una discusión que necesitábamos que se había olvidado (conozco bastante a los autores, les estoy muy agradecido) pero al mismo tiempo instaló, ya sea por las necesidades del fin o lo que sea, ideas para mí muy erradas.
Por ejemplo, esta idea de que esto fue un producto de un fiscal heroico y su ayudante, de Strasera y Moreno Ocampo, es cierto que han tenido un rol muy importante, pero había, por un lado la política que impulsó el proceso y por otro lado, proceso de gente en la calle, movilización popular, que en la película no se ve. Y fue medio mezquino dicho sea de paso ahora que estoy recordando, medio mezquino también. Una de las personas con las que hablamos en el libro es el director de la película Mariano Llinás, o sea que lo hablamos directamente en el libro.
Una de las cosas que le decíamos es, este tema de mezquindad, porque Alfonsín aparece, como recordarán, entre brumas, una voz en off y como si él hubiera tolerado el juicio. No, Alfonsín hizo posible lo que no estaba llamado a ocurrir. En esta idea de, tenemos una ley de autoamnistía que impedía el juicio, la vamos a remover y no tenemos un claro camino de cómo llevarlo adelante, lo vamos a desarrollar es un gran tema.
¿El juicio fue una manifestación de esperanza?
Soy del 64 que nació con el sueño de que el derecho podía servir para cambiar el mundo y en su caso al menos para cambiar Argentina, el juicio, nos dio la ilusión de que eso era así, que era posible, que había un derecho ético, que había un derecho vinculado con ideales, un derecho que se basaba en principios y lo que uno ha visto con el paso del tiempo es como, el derecho también ha sido otra rama de la administración, colonizado y hoy es muy dependiente de grupos de poder e internas, diría no de ideología, sino de intereses, esta idea muy instalada y muy cierta de jueces calculando por donde va el viento y moviéndose o dejándose de mover de acuerdo a cómo ven, cómo huelen el clima del momento. Sobre todo quién está y quien ya no está en el poder, que es una constante. Hay una académica norteamericana muy conocida llamada Gretchen Helmke, que hizo su tesis sobre eso, y le llama la “defección estratégica”, donde analiza el comportamiento de los jueces con el ejemplo argentino de cómo empiezan a defeccionar de su apoyo al gobierno cuando empiezan a oler que va a cambiar el signo del gobierno, entonces, actúan hacia el final del gobierno,tomando medidas que se negaban a tomar al comienzo, entonces es un tipo de comportamiento ya estandarizado y muy penoso, porque es el cálculo político primando por encima del compromiso y la persistencia al derecho.
Hay algo muy importante que es un eje de reflexión en el libro, que es el tema de la preocupación por el olvido. ¿Podés reflexionar sobre esta idea y por qué aparece insistentemente en el libro?
También eso tiene que ver con algo que la propia película ayuda a ver que es un problema. Esta pregunta es la que el libro también trata de resolver qué es: ¿cómo puede ser que podemos festejar que Argentina salió campeona en el 78 pero nos olvidamos algo tremendamente importante que también fue conmovedor y que también fue de base popular amplísima, con un extraordinario éxito moral, político democrático, que implicó el juicio?.
¿Puede pensarse en una operación política entonces?
Creo que para eso tuvieron que haber muchas cosas, por supuesto el paso del tiempo, por supuesto que es una cosa jurídica, o que tiene un componente jurídico central y que a mucha gente no le importa nada, pero también me parece que hubo un olvido inducido porque, hubo (lo digo sin animadversión) muchos años de administración menemista, kirchnerista, que trajo los indultos y entonces eso fue un modo de contrarrestar lo hecho y ensuciarlo de hecho, pero luego, el kirchnerismo hizo un centro tan grande en la idea de los Derechos Humanos comenzaron con ellos. Esa idea de Kirchner pidiendo perdón porque nunca se había hecho nada por los Derechos Humanos, como ninguneando el juicio y haciendo un ejercicio explícito, para decir que los Derechos Humanos comienzan conmigo. Entonces es una movida política que implicó, no salir a festejar, no hacer memoria, no hacer reivindicaciones, sino hacer una investigación del juicio y la CONADEP y todo lo que ocurrió porque implicaba tirar el prestigio del radicalismo o el de Alfonsín y retasearlo a él mismo. Creo que hubo un ejercicio de olvido inducido que podría entender políticamente, pero implicó que perdamos de vista algo tan central de estos hechos.
Una anécdota interesante que nos contaba el propio Mariano Llinás, el guionista de la película, es que cuando él hablaba con colegas de su generación metidos en el mundo del cine, de la dirección y creación de películas, muchos le decían, “ah, el juicio, sí claro. Eso es una cosa que hizo Kirchner, ¿no?”
Entonces, esta idea de la desorientación completa, que tiene que ver, en parte con que era gente joven, un poco desinformada, pero también gente que había sido informada por un gobierno que quería decir: todo esto tiene que ver conmigo y no con ningún gobierno anterior que no existieron y que en todo caso lo quiso. Alfonsin está más relacionado con el perdón que con el juicio, o sea, es una cosa extraordinaria. Entonces era necesario salir a reparar eso.
Roberto Gargarella
Roberto Gargarella es abogado y sociólogo (UBA), doctor en Leyes por la Universidad de Chicago y la UBA, con estudios posdoctorales en el Balliol College (Óxford). Es profesor titular en la UBA y en la Universidad Torcuato Di Tella. Por su trayectoria académica y su intervención en el debate público, es uno de los juristas más respetados y consultados en América Latina. Sus principales temas de indagación son el constitucionalismo y la democracia, el castigo penal, la desobediencia civil, el Poder Judicial y los derechos sociales. Entre sus decenas de libros y artículos publicados, se encuentran Carta abierta sobre la intolerancia, Castigar al prójimo (ambos publicados por Siglo XXI Editores), The Legal Foundations of Inequality. Constitutionalism in the Americas, 1776-1860 (Cambridge University Press) y Latin American Constitutionalism, 1810-2010 (Oxford University Press).