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Dilema europeo: no a los eléctricos y sí a los motores de combustión

La crisis energética que padece la Unión Europea obligó a los especialistas a considerar cambios legislativos que permitan continuar con los motores a explosión. Italia hace punta en esa idea, apoyada por una corriente de pensamiento que gana cuerpo en la opinión pública.
 

Viernes, 20 de septiembre de 2024 a las 21:58

n El auto eléctrico sigue siendo motivo de polémicas en Europa en razón de la profunda crisis energética y económica que atraviesan los países del bloque comunitario más influyente del planeta. La guerra declarada por Rusia a Ucrania trastocó la ecuación de las principales industrias del Viejo Mundo, entre ellas las automotrices, que han visto desbaratarse sus proyecciones en materia de electromovilidad.
La Argentina, país de geografía extensísima en comparación con las naciones europeas, está lejos de experimentar la campaña de introducción forzosa de los vehículos de emisión cero, pero las noticias cruzan el Atlántico gracias a las redes sociales que muestran a especialistas tanto en mecánica como en economía como portaestandartes de una advertencia: la electromovilidad no es todo lo encantadora que se promueve en las publicaciones de las automotrices que apostaron todas sus fichas a los silenciosos bólidos motivos por baterías.


Hasta hace dos años los eléctricos de Volkswagen, Fiat o Renault, además de los norteamericanos Tesla (algunos de los cuales se producen en Alemania) mostraban curvas ascendentes gracias a las subvenciones estatales, pero los países dejaron de ofrecer esas facilidades cuando interpretaron que los productos estaban instalados como para seguir sin perdones impositivos. Pero no fue así. En Alemania la venta de autos “amigables” con el medio ambiente cayó un 37 por ciento y el fenómeno se observa en Suecia, España, Francia a Italia.
¿Por qué no se venden? Primero porque muchos usuarios no solamente adquieren un vehículo por razones funcionales, sino por pasión. Quieren autos que conserven lo mejor de las sensaciones tradicionales, solamente proporcionadas por los motores de combustión interna. Pero la otra gran razón es que los “electrocoches” no logran las autonomías esperadas y representan el peligro de quedarse en una estación de servicio esperando turno para enchufarse.
En las últimas hora el periodista económico e influencer español José Vizner trazó un editorial sobre la situación europea en el que criticó severamente el plan de endeudamiento presentado por el ex presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, al advertir que la mayoría de los gobiernos que actualmente conducen los países miembros de la UE no comprenden que Estados Unidos y China han sobrepasado las capacidades industriales europeas porque no se ciñen a las normas regulatorias que, en exceso, imperan en el continente de las antiguas potencias imperiales.
Vizner advirtió que entregar una suma de 800.000 millones de euros (en eso consiste el Plan Draghi) a lo actuales administradores europeos sería persistir en el error y que la prueba está en las vacilaciones demostradas por la autoridades en la fijación de reglas para el llamado “proceso de descarbonización” del medio ambiente, una meta muy ambiciosa que obligó a los fabricantes automotrices a desarrollar opciones eléctricas ante la certeza de una fecha bisagra: en 2035 (según los acuerdos por ahora vigentes en la Unión Europea) los motores de combustión interna quedarán definitivamente prohibidos.
“Mientras tanto la gente, que no es tonta, se niega a comprar autos eléctricos porque simplemente no los pueden usar. Yo no puedo hoy ir de Madrid a Alicante en un enchufable porque no llego. Me dicen en la concesionaria que no importa, que con una recarga de 20 minutos en Valencia puedo seguir viaje, pero me detengo en la electrolinera y veo uno, dos, tres, el niño, la niña y la abuela esperando para recargar. Así que 20 minutos de uno más 20 minutos de otro más 20 minutos y otros 20, pues me quedo a dormir en Valencia”, relató con sentido irónico Vizner en su canal de Youtube, Negocios TV.
A propósito de estas apreciaciones de la prensa y de lo usuarios, la presidenta de Italia, Georgia Meloni, admitió hace un par de días en diálogo con empresarios que “quizás haya que contemplar la continuidad de los motores de combustión” porque después de todo “ya no contaminan como antes”. La jefa de Estado, de ideología liberal de derecha, considera que deberían continuar los vehículos con motores tradicionales porque han surgido nuevas alternativas de combustibles ecológicos.
La idea de los defensores de la tecnología de combustión es voltear la normativa de la Unión Europea, explorar y explotar yacimientos gasíferos que en países como España no se han tocado debido al exceso de celo ecologista de las actuales legislaciones y avanzar hacia una recuperación industrial con los productos donde, históricamente, los europeos han sido fuertes. Sin dejar los eléctricos como opción, pero con conscientes de que el gigante chino es más eficaz para producir motore, baterías de litio y autos de emisión cero.
Este dilema de los analistas y políticos europeos está lejos de la realidad argentina, donde un vehículo con 300 kilómetros de autonomía máxima (como la mayoría de los eléctricos que se comercializan en la actualidad) sería inviable para recorrer las distancias de nuestras pampas de un solo tirón. Pero observar la problemática de los países que en su momento fueron los más poderosos del mundo, sumidos en una crisis de magnitudes impredecibles, permite tomar nota para aprender de los errores ajenos. No todo lo que brilla es oro y, en este caso, los cantos de sirena que desde las redes sociales han penetrado la psiquis colectiva resultaron ser una trampa.

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