Lilian Belén Martínez, tiene 29 años y hace tres que trabaja como maestra de nivel inicial en la escuela en el paraje rural El Malezal en la provincia de Corrientes. Cada lunes, junto a cinco colegas, emprenden un viaje desde Esquina por casi tres horas para llegar al establecimiento N° 271 “Sapo Pepe”, en el que trabaja. El trayecto no es fácil, incluye caminar durante dos horas por senderos cubiertos de barro y cruzar el arroyo Malvinas en canoa. Durante toda la semana reside en el establecimiento y regresa a su hogar recién el viernes por la tarde.
La historia de la joven docente es un ejemplo inspirador del compromiso docente en las zonas más recónditas del país, donde la educación es tan esencial como en cualquier otra parte, pero mucho más desafiante. Por esa razón la provincia de Corrientes otorgó un reconocimiento recientemente.
El Malezal es una zona inhóspita en el interior de Corrientes a 70 kilómetros de Esquina. La escuela donde trabaja Lilian, se encuentra en una isla, por lo que cuando crecen los arroyos a su alrededor solo hay agua y no existe otra manera de llegar más que en canoa.
“Es una zona de bañados y esteros, tenemos que cruzar arroyos, lagunas, esteros y montes. Entonces hacemos un camino de ruta en camioneta hasta una casa donde una familia muy amable nos permite cambiarnos la ropa para cruzar por el barro porque se estropea. Además de sacarnos las zapatillas por las botas”, detalla a El Litoral, la maestra de nivel inicial.
Consultada por el tiempo que demanda el recorrido y como hacen para organizarse, Lilian explica:“Nosotros vamos todos los maestros juntos, porque somos seis, cinco maestros de primaria con la directora y yo que soy de nivel inicial. Salimos los lunes y volvemos los viernes. Son casi tres horas de viaje, así que no nos da el horario para ir y volver en el día”.
El largo recorrido no lo hacen solo los docentes, sino que también los niños y niñas que se trasladan desde el paraje San Antonio. Las familias suelen acompañar a sus hijos, a pesar del esfuerzo que implica llegar. En sus hogares por lo general se habla en guaraní por lo que algunos de ellos solo hablan este idioma. Esto resulta todo un desafío para los docentes debido a que sólo conocen unas pocas palabras en esa lengua.
“Los más chicos hablan en guaraní, pero van incorporando también el español, se lo tenemos que enseñar, porque nosotros los maestros no sabemos el idioma. A veces pasa que uno de los niños te pide algo en guaraní y el otro compañerito te lo traduce”, relata a este medio la docente correntina.
Lilian enseña a un grupo de 8 niños de entre 3 y 4 años, y adapta las actividades a su realidad, vinculandose con el entorno natural que los rodea, con animales y el paisaje natural.
“Cada actividad que llevó, la voy organizando con respecto a la zona, por ejemplo los árboles, los animales con los que yo conviven como vacas, caballos, mulas, chivos, corderos y fauna silvestre. También cosas que ellos no ven, pero se las compara con su realidad para que conozcan”, cuenta Lilian.
Debido a que el paraje de San Antonio queda en un sector alejado de la zona urbana y que para llegar a la misma deben trasladarse en varios vehículos durante horas, algunos pequeños no conocen lo que es la ciudad. Los mayores son los únicos que realizan los viajes y es por eso que en las clases se busca mostrar un poco de lo que sucede en otras partes.
Recientemente el Gobierno de Corrientes y el Ministerio de Educación otorgaron un importante reconocimiento por su labor y entrega a los niños que aprenden diariamente gracias a su dedicación.
Al respecto, la maestra contó: “Uno no lo hace para que te lo reconozcan, lo hago porque me hace bien saber que ellos puedan tener las mismas posibilidades que tienen los niños en ponerle de una ciudad. Con que venga uno y te diga seño aprendí a atarme los cordones, es un gran logro. Este reconocimiento te levanta el ánimo para seguir adelante y seguir haciendo más cosas”.
El reconocimiento que recibió Belén no solo destaca su dedicación, sino también el esfuerzo desinteresado que realiza junto a sus compañeros para asegurar que los niños de zonas rurales accedan a una educación de calidad. El camino es solo un desafío para la joven docente que continuará enseñando con mucha dedicación a los pequeños correntinos de la zona.