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¿Qué es mejor, un termotanque o un calefón?

Por El Litoral

Jueves, 25 de septiembre de 2025 a las 15:00

En la vida cotidiana argentina, la discusión sobre qué sistema de agua caliente conviene más —el termotanque o el calefón— aparece una y otra vez en charlas familiares, en las mudanzas o cuando llega la hora de renovar electrodomésticos. Ambos artefactos cumplen con la misma función básica: brindar agua caliente sanitaria para ducharse, lavar los platos o realizar tareas domésticas. Sin embargo, existen diferencias importantes en su funcionamiento, en la manera en que entregan el agua y en la relación que tienen con el consumo energético.

El termotanque se caracteriza por acumular cierta cantidad de agua que mantiene caliente de manera constante, lista para ser utilizada. Esto da comodidad y continuidad, pero implica un gasto energético sostenido, ya que el equipo mantiene la temperatura del agua almacenada aunque no se la use todo el tiempo. El calefón, en cambio, funciona de forma instantánea: enciende el quemador únicamente cuando se abre una canilla y, por ende, solo calienta el agua en ese preciso momento. Esa diferencia de base genera un debate interesante sobre eficiencia, practicidad y durabilidad.

En el mercado argentino, abundan modelos de ambas tecnologías, desde los clásicos de gas natural hasta los que se adaptan a gas envasado o electricidad. Muchos usuarios suelen decantarse por marcas conocidas, pero no siempre tienen en claro las implicancias técnicas de su elección. Entre los más mencionados en el rubro están los calefones a gas, que mantienen una fuerte presencia gracias a su practicidad en departamentos y hogares donde el consumo es moderado.

Para entender mejor cuál de las dos opciones se ajusta a diferentes escenarios, es importante revisar características técnicas, tiempos de recuperación, consumo energético, capacidad de provisión y facilidad de instalación.

Funcionamiento y capacidad de provisión

La primera diferencia que salta a la vista es cómo trabajan los equipos y qué capacidad de agua pueden entregar de manera continua. El termotanque funciona como un depósito: acumula entre 30 y 120 litros, dependiendo del modelo, y los mantiene a una temperatura determinada gracias a un quemador o resistencia eléctrica. Esto asegura que al abrir la ducha el agua salga caliente de inmediato, con un caudal estable, al menos hasta agotar la reserva.

En el caso del calefón, se trata de un sistema de paso que calienta el agua en tiempo real, a medida que se necesita. Su caudal depende de la potencia del quemador, expresada en litros por minuto. Un calefón de 14 litros, por ejemplo, puede abastecer sin problema una ducha continua, pero si alguien abre otra canilla al mismo tiempo, la temperatura y el flujo pueden variar. Aquí es donde aparece la principal diferencia: mientras el termotanque ofrece estabilidad hasta vaciarse, el calefón entrega de manera indefinida, aunque puede verse afectado cuando se suman varios puntos de consumo.

En situaciones familiares, donde varias personas se bañan seguidas, el termotanque suele destacarse por garantizar agua caliente en la primera tanda, pero puede tardar en recuperarse una vez agotado. Por el contrario, el calefón evita ese problema, ya que no se “vacía”, pero puede generar incomodidad si se exige más caudal del que soporta. Marcas como Longvie, Rheem o Orbis ofrecen modelos que representan muy bien estas diferencias.

Otro detalle clave es la presión de agua. Algunos calefones modernos cuentan con encendido electrónico y sistemas modulantes que regulan la llama para mantener la temperatura estable, incluso si la presión es baja. Esto resulta vital en edificios de varias plantas, donde la provisión de agua suele variar. Los termotanques, en cambio, dependen más de la instalación general de agua y de la capacidad de almacenamiento.

Consumo energético y eficiencia

Uno de los temas que más preocupa al usuario argentino es cuánto gasta cada aparato. El termotanque consume energía de forma constante, ya que mantiene el agua en su interior siempre caliente. Aunque cuente con un buen aislante térmico, la pérdida de calor es inevitable, por lo que el quemador o la resistencia deben activarse varias veces al día, incluso si no se usa el agua.

En cambio, el calefón solo utiliza energía cuando se abre la canilla, lo que en teoría lo hace más eficiente. Sin embargo, no todo es tan lineal: si la familia tiene un consumo intensivo de agua caliente en horarios concentrados, el termotanque puede ser más conveniente porque entrega litros continuos sin forzar demasiado el quemador.

Existen también modelos eléctricos y solares que amplían la discusión. Los termotanques eléctricos se ven mucho en departamentos chicos, mientras que los solares, cada vez más populares, requieren una inversión inicial más alta pero ahorran en el tiempo. En calefones, algunas marcas incorporan sistemas de bajo consumo y encendido automático que evitan la llama piloto encendida todo el día.

Las categorías de eficiencia energética, visibles en la etiqueta de cada producto, sirven como guía: en general, los calefones modernos suelen ubicarse mejor en esta clasificación, pero hay termotanques con aislamiento de poliuretano que reducen bastante la pérdida de calor. El dilema entre ambos sigue siendo el patrón de uso que cada hogar le dé al agua caliente.

Instalación y mantenimiento

Otro punto importante a analizar es la facilidad de instalación y el espacio que ocupa cada equipo. El termotanque requiere un lugar fijo, suele ser más voluminoso y necesita estar en posición vertical. Esto lo hace ideal para casas con espacio libre en lavaderos, garajes o terrazas. En departamentos pequeños, en cambio, puede resultar incómodo o directamente inviable.

El calefón, por su parte, es más compacto y se coloca en la pared, lo que ahorra espacio. Además, la instalación tiende a ser más sencilla, aunque demanda sí o sí una ventilación adecuada para la salida de gases de combustión. Los modelos eléctricos de ambos equipos simplifican un poco este requisito, aunque requieren un circuito eléctrico preparado para soportar la carga.

En cuanto al mantenimiento, los termotanques necesitan control periódico del ánodo de magnesio, que protege al tanque de la corrosión. También es recomendable purgar el equipo de vez en cuando para eliminar sedimentos que se acumulan en el fondo. El calefón, en cambio, demanda revisión de los inyectores, limpieza de la salida de gases y chequeo del quemador. Ambos aparatos deben ser revisados por un gasista matriculado si funcionan a gas, lo que garantiza seguridad y eficiencia.

Las marcas que dominan el mercado local, como Longvie, Orbis, Rheem y Escorial, ofrecen servicios de posventa y repuestos, algo que debe considerarse al momento de elegir. Un equipo de buena marca, aunque más caro al inicio, suele tener una vida útil más larga y mayor disponibilidad de asistencia técnica.

Opciones de mercado y recomendaciones prácticas

Hoy en día, los consumidores argentinos cuentan con una amplia gama de productos. Los termotanques van desde los pequeños de 30 litros, pensados para una sola persona, hasta los de 120 litros que abastecen a familias enteras. Dentro de las marcas destacadas están los Orbis eléctricos, ideales para departamentos, y los Rheem a gas, reconocidos por su durabilidad.

En el caso de los calefones a gas, se pueden encontrar de 10, 14, 16 o 18 litros por minuto, lo que permite ajustarse al caudal que necesita cada vivienda. Los calefones Orbis con encendido electrónico se volvieron muy comunes en edificios, mientras que en las casas familiares son más usuales de encontrar calefones marca Longvie. Los Escorial también tienen buena aceptación por ser compactos y confiables.

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