Corrientes también fue elegida y en Itatí se instaló el pequeño Cottolengo Don Orione que sirve de ayuda para chicos y grandes con problemas de distintos tipos. Por ese legado el pueblo de Corrientes recuerda y agradece al sacerdote Luis Orione (1872-1940) fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y de los Pequeños Cottolengos.
El padre Luis conoció desde niño la triste condición de los más humildes y los rigores de la pobreza. El contacto con las injusticias sociales y un mundo que iba perdiendo la fe y los valores de la convivencia fraterna entre los pueblos, lo llevó a alzar la bandera de la caridad de Cristo: “La caridad y sólo la caridad salvará al mundo”, escribió en una de sus tantas cartas.
Durante su formación en el seminario diocesano de Tortona (en el norte de Italia) empezó a dedicarse a trabajar para los niños pobres, abriendo un pequeño colegio. En dicho periodo pudo apreciar y se entusiasmó con la Obra del Santo de la Providencia, san José Benito Cottolengo, que lo inspiró para encarar su propia obra: los hogares y Pequeños Cottolengos, hoy distribuidos en 28 países.
Animado por sus cuatro grandes amores: “Jesús, María, el Papa, las Almas”, Don Orione hizo de su vida un canto fiel, sacrificado y entusiasta hasta el final. Fue un verdadero “Apóstol de la Caridad”, cuya vida y espíritu se resume en una frase que repetía siempre en sus escritos y predicaciones: “Hacer el bien siempre, el bien a todos, el mal nunca a nadie”.