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Cincuentenario de la coronación pontificia de Nuestra Señora de la Merced: un poco de su historia

Por María Mercedes Traynor Balestra

El pasado 24 de agosto se inició el mes dedicado a honrar a Nuestra Señora de la Merced, patrona varias veces jurada de la ciudad y su contorno, como viene sucediendo todos los años.

Pero este año, este mes de oraciones adquiere un tinte distinto, pues las plegarias que se elevarán tienen, entrev otras motivaciones, el objeto de agradecer profundamente la gracia que los correntinos hemos alcanzado: que la sagrada imagen de la Patrona haya recibido hace 50 años, la Corona Pontificia.

Transcurría el año 1954 y el párroco de la Iglesia de la Merced, Fray Angel Grifó en cumplimiento de un viejo anhelo de la correntinidad solicitó al Obispo de Corrientes, monseñor Francisco Vicentín, que peticione ante el SS Pío XII, la Coronación Pontificia de nuestra Patrona, dirigiéndose a la autoridad en los siguientes términos:

“V.Excelencia conoce perfectamente la profunda devoción de tantos años de este pueblo hacia la Sma. Virgen de la Merced , quien ha acudido en sus momentos difíciles y adversos; prueba de ello son los tres votos de juramento del Gobierno y del Pueblo de Corrientes”.

Menciona también en la nota en cuestión el elocuente voto que las Cautivas Correntinas hicieron a la Santa Madre cuando en el año 1865 fueron llevadas como rehenes al Paraguay y liberadas en 1870. Así mismo reflexiona el párroco acerca del tstimonio que dan los fieles correntinos que traen a los pies de María todo lo que pasa por sus corazones, por sus vidas, por sus pueblos, por la patria y que, como fasmilia unida, se sienten felices y reconfortados de participar de las oraciones que se elevan durante la novena que les hace renovar personalmente el voto de amor y de compromiso que el pueblo colonial hiciera allá por 1660.

Monseñor Vicentín, que se destacó por su gran amor a la Merced elevó casi inmediatamente la solicitud a Roma. El Papa, conn fecha 1 de marzo de 1955 aceptó lo peticionado mediante undocumento que traducido del latín, lo reproducimos para conocimiento de todos los fieles y de todos los correntinos.

El documento de SS Pío XII dice así:

“Para perpetua memoria. Como afirma el melífluo maestro de la virtud, San Bernardo, “María abre a todos los senos de la misericordia para que todos reciban de su plenitud”.

Teniendo presente que en la Ciudad de Corrientes hace ya muchos años se rinde y se sigue rindiendo culto a la Madre de Dios, venerándosela bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes desde su fundación y que esta piedad tan arraigada en el ánimo de los habitantes se ha manifestado pública y solemnemente en más de una oportunidad proclamándosela como Señora Patrona.

Teniendo presente además como muestra de particular afecto todos los años en el mes de setiembre, no solo aquellos que desempeñan el Gobierno de la Provincia, sino que también todo el pueblo acostumbra a tributar ante su imagen solemnes cultos y que por lo mismo, en honor de la Santísima Virgen de la Merced se ha levantado en esta ciudad un augusto templo primorosamente decorado al que concurren numerosísimos crstianos donde se encuentra la venerable imagen en su sitial de honor.

Recordando, además, que como esta santa imagen es objeto de tanta veneración, los padres Franciscanos que tienen a su cargo el cuidado de la Iglesia, el Clero, las Autoridades Públicas, los jefes militares, las piadosas asociaciones y los fieles todos, por intermedio del venerable hermano Francisco Vicentín, Obispo de Corrientes, nos hicieron llegar el pedido ampliamente ratificado a su Pastor, nos coronásemos tan venerada imnagen.Secundando gustosos a tan piadoso deseo, Nos, oído el parecer del amado hijo Cayetano, Cardenal Presbítero de la Santa Iglesia Romana y Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, con nuestra autoridad apostólica y en fuerza de las presentes letras, delegamos al Obispo de Corrientes para que en el día por él establecido, en nuestro nombre y con nuestra autoridad imponga la aúrea corona a la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, en la ciudad de Corrientes, observando las reglas y fórmulas establecidas y después de haberse celebrado la Santa Misa Solemne.

Nos, ciertamente, no dudamos un momento de que estas solemnidades han de repercutir en bien del pueblo cristiano, el cual sabrá considerar en su justa medida al mismo tiempo que confirmamos que ha de servir para que los católicos de esa ciudad y de la diócesis toda, se emulen en venerar y amar más y más a la Madre de Dios.

Dado en San Pedro de Roma, bajo el anillo del pescador,

el día 1 de marzo de 1955, en el XVII año de nuestro pontificado. Firmado: Pío XII, Papa”.

Conocido este trascedente documento para la historia de la Iglesia en Corrientes se inician los preparativos para la tan esperada coronación.

Los sucesos políticos de los años 55 y parte del 56 hicieron que hasta el 24 de setiembre de 1956 no se diera inicio a los actos. Y será en 1956 que el Obispo Monseñor Francisco Vicentí, declare abierto el Año Mariano Mercedario, año dedicado a la preparación espiritual para llegar al momento de ser glorificada a nuestra Señora y Patrona.

Por fín llegó el 24 de setiembre de 1957, “día de gloria para los correntinos”, como se dijo entonces. Amaneció un día primaveral y luminoso. Parecía que la Naturaleza también quería asociarse a la alegría del pueblo cristinano que, ansioso, esperaba la coronación en el teatro al aire libre de la Costanera. Quienes presenciamos y vivimos ese acto, aún después de medio siglo lo tenemos muy presente y es difícil que lo olvidemos.

Este año y esta 24 de setiembre, celebraremos la fiesta de María recordando estos hechos y a quienes lo hicieron posible; pero ese recuerdo debe servirnos como un estímulo para seguir trabajando a fín de que el mensaje de la Merced y de San Franciso de Asís, pueda devolver al hombre de hoy, del siglo XXI, su verdadera esencia: la Libertad.

Libertad para amar, para recuperar el sentido de la familia, del respeto: libertad para optar por las virtudes morales y ciudadanas que nos legaron nustros padres; libertad para poder ser discípulos y misioneros de Jesús.

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