Siempre tuve la urgente necesidad de conocer los acontecimientos que se sucedían en los medios producidos en la cultura popular. Generados por ella. Específicamente los relevados por la radio, que surgían naturalmente para proyectarse a todo el país, merced a su gran poder de difusión que potenciaba. Haciendo hincapié en ella, porque su injerencia tenía el crédito de acceso de hacerla pública por la necesidad de transferir lo propio por el simple acto de poder educar al soberano. Era justamente la radio, por su intimidad, el tono de certidumbre, y las enseñanzas que su naturaleza permitía y demandaba.
En 1956, me encontraba haciendo mi secundaria en la Escuela Regional de Maestros "José Manuel Estrada", y ayudando económicamente a mis padres, por la tarde me de sempeñaba como locutor en la red de altoparlantes emplazados en los altos de la calle Junín 1254, es decir en la parte superior donde habitaba la familia Dalurzo, donde en planta baja estuvo "El Tordillo", y más tarde hasta hace poco, la "Repostería Panambí". Se trataba de "Espacio Diario Oral", propiedad de Don Oscar Dalurzo, donde hacía mis primeras armas leyendo textos comerciales. Un tarde, seguramente del 56´, golpean la puerta del estudio, y me encuentro con un señor finamente ataviado, que desde el primer momento me llamó la atención, especialmente su piel de intenso color canela, flamante traje de hilo, mocasines combinados, y sombrero Panamá en la mano. De rostro apacible y generosa cabellera blanca enalteciendo su presencia. Me dijo:busco al camarada Oscar Dalurzo. Le pregunté: de parte de quién? Claramente, se develó con altivez: Nicolás Guillén. Se trataba del gran poeta cubano, periodista de acción que disfrutando de su exilio, recorría el país. Resulta que con Dalurzo eran amigos de política y hermandad latinoamericana. Dalurzo, autor correntino del libro "El Patriciado Correntino", había hecho periodismo en El Diario El Mundo de Buenos Aires, como así compartido micrófono con el destacado Carlos Alberto Taquini, en LR1, donde diariamente conducía el famoso "Boletín Sintético de Radio El Mundo".
Y a propósito de Nicolás Guillén, era cubano, nacido en Camagüey, hizo sus primeras armas como tipógrafo y luego periodismo en el diario "El Camagüeyano". Para 1937, ya había publicado sus tres primeras grandes obras, "Motivos de son", "Sóngoro cosongo" y "West Indies Limited".
Un gran artista argentino, nacido en Las Garzas (Santa Fé), de padre aborigen correntino, y de madre española de León, Heráclito Catalín Rodríguez, más conocido como Horacio Guarany, le puso música a la poesía de Guillén, transformándola en un gran éxito discográfico, "No sé por qué piensas tú". Había debutado en LR3 Radio Belgrano en 1957, y sus primeros éxitos fueron "El Mensú" y "Guitarra de medianoche". Nicolás Guillén, poseía una síncopa singular en sus poesías. Era puro ritmo afro donde se sustenta la cultura cubana. El tema llevado al disco por Guarany, cuya música le pertenece, era una decisión comprometida difundirla, ya que su letra desde las entrañas mismas marcan las diferencias de fuerzas que alimentan nuestra historia, la de Latinoamérica, que registra siempre la eterna e inútil puja, pueblo-ejército. Lo dice claramente su poesía: "No sé por qué piensas tú / soldado que te odio yo, / si somos la misma cosa / tú y yo. / Tú eres pobre, lo soy yo / soy de abajo, lo eres tú. / De dónde has sacado tú / soldado que te odio yo." / Otro verso con fuerza y claridad, reaviva la precaria igualdad que pretende unión en paz: "Ya nos veremos tú y yo / junto en la misma calle, / hombro con hombro tú y yo / sin odio ni yo ni tú. / Aún perdura en mi recuerdo, la presencia del poeta cubano Nicolás Guillén en Corrientes, que tenía razón de ser, era justamente 20 de mayo, "Día de la Independencia Cubana". Como corolario, habló en micrófono en uno de los balcones que aún se mantienen en lo alto de calle Junín, sacando al final un pañuelo que ostentaba junto a la solapa de su saco, que al abrirlo al viento, cobró la forma y colores de la bandera de Cuba en toda su plenitud.
Adalberto Balduino