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“Las crisis comienzan por el conurbano y terminan por el conurbano”
María Eugenia Vidal
Por enésima vez, la realidad quemó los papeles de la cátedra, y convirtió en cenizas las encuestas preelectorales. De una elección ajustada, con una diferencia de menos de cinco puntos que figuraba en las planillas de los encuestadores, los bonaerenses sentenciaron más de trece puntos en favor del peronismo.
Podríamos decir “kicillofazo”, dado que el “enano soviético” -en vocabulario mileísta- se jugaba su interna al separar los provinciales de los comicios nacionales, en contra de la opinión de Cristina. Acertó.
También, estaba en juego su propia gobernabilidad en la Provincia, en los más de dos años de mandato que le quedan. Y, por último, un camino abierto para su candidatura presidencial en 2027.
El triunfo es un poderoso afrodisíaco en materia política. Seguramente, los peronistas, que los hay por todas partes, volcarán sus preferencias hacia el gobernador bonaerense y el camino le significará casi seguramente un futuro de acumulación.
Ante la pregunta de un periodista español para que diseccionara el espectro político argentino, en 1972, Perón respondió: “Mire, en Argentina hay un 30% de radicales, lo que ustedes entienden por liberales; un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas”. “Y entonces, ¿dónde están los peronistas?”, inquirió el informador. “¡Ah, no, peronistas somos todos!”.
“Luego del pésimo gobierno de Alberto Fernández, Milei fue la respuesta. Hoy, la gestión libertaria ha resucitado al peronismo. Sin equilibrio en la gestión de gobierno, el populismo parece volver por sus fueros”
La astuta respuesta del general, fue un común denominador en su liderazgo. Es plenamente aplicable a este momento, luego de más de cincuenta años de su muerte.
Han pasado menos de dos años de culminado la gestión del peronista Alberto Fernández, por muchos considerado el peor gobierno de la historia, y de manera casi milagrosa, el justicialismo, -llámese peronismo/kirchnerismo/kicillofismo-, comienza a gestar una nueva cabeza, como la Hidra de Lerna, y a recuperar movilidad en su cuerpo multitudinario.
Aquello que en diciembre de 2023 parecía muerto y enterrado, exhibe signos de renacimiento. No importa la etiqueta, el movimiento del general fue siempre eficaz para trasvestirse con el ropaje ideológico que convenga al momento.
Aquí mismo, en los comicios de Corrientes, hubo peronistas radicales, peronistas libertarios y peronistas justicialistas, pero, al final, “peronistas somos todos”.
Tengo la impresión de que, más que los méritos de Kicillof, que los tuvo, el resultado electoral debe leerse como la derrota del gobierno nacional y un severísimo llamado de atención tanto al fondo de sus políticas como a las formas de gestionar.
Lo sacaron a Milei de su zona de confort, que son las planillas Excel del superávit, y lo llevaron al terreno barroso de las realidades, dónde los votos se cuentan a partir de los contextos vitales de las personas de carne y hueso. Y allí, perdió.
“Tal vez sea una simplificación, pero digo que no ganó Kicillof, perdió Milei. Quizás, el peronismo fue el último refugio que encontraron muchos, no todos peronistas, contra una política agresiva e insensible”
Creo que el 46% de los votos que obtuvo Fuerza Patria, tienen una gran porción de muchos bonaerenses desencantados que no pertenecen necesariamente al peronismo. Sin otra opción a la vista, votaron por Kicillof para mostrar su inconformismo con Milei.
Está probado que los hegemonismos son simpáticos, hasta que dejan de serlo. Y dejan de serlo, cuando comienzan a descubrirse las fallas en su relato y la dureza de las realidades. Es lo que le pasa a Milei. Se dio cuenta de que su gobierno no es tan eficiente como pregona ni tan honesto como intenta mostrar.
Así, el mejor gobierno de la historia, con el mejor presidente de la historia y el mejor ministro de economía de la historia, en un santiamén pueden pasar a ser los peores en la conciencia ciudadana.
Ya sea que le atribuyamos a Aristóteles, Kant o Perón, lo cierto es que “la única verdad es la realidad”, y ésta se mide en números fríos a partir de mañana.
Los argentinos somos peones prácticos en esto de improvisar respuestas a situaciones que una y otra vez nos presenta nuestra realidad cambiante. El 26 de octubre queda lejos todavía para que todo vaya para peor en materia económica, cruzamos los dedos para que al gobierno no se le desmadre la situación.
“El 26 de octubre queda muy lejos en los tiempos argentinos. Cruzamos los dedos para llegar a salvo. El gobierno, que necesitaba no perder, ha quedado escorado en su choque contra un iceberg cuya profundidad todavía no conocemos”
Pero sin dudas, debe constatarse un verdadero cambio de actitud en la gestión libertaria, para saber si tienen la capacidad y la inteligencia necesaria para renacer de entre las cenizas y resolver con criterio lo que se viene.
No es el 10 de diciembre de 2027 lo que nos debe preocupar, sino los dos años y pico que restan para ello. Quizás sus políticas deban tener corrección, pero aún más su actitud presuntuosa.
Parecería que habrá cambios. Por lo menos así lo dijo el presidente en el búnker de la derrota: “Esto va a dar lugar a un profundo análisis y a una profunda autocrítica”.
Pero, también dijo: “No se retrocede ni un minuto en la política del Gobierno. El rumbo se reconfirma y lo vamos a acelerar más”, lo que hace presumir que habrá modificaciones meramente cosméticas.
No queremos caer en el pecado de los excesos en el análisis. El gobierno tiene todavía paño suficiente para mejorar, si tiene la voluntad real de hacerlo, pero no alcanzará con más de lo mismo, aunque se lo maquille.
No todos son peronistas, aunque los hayan votado.