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/Ellitoral.com.ar/ Barrios

Transformaciones y características de la peatonal Junín, un emblema capitalino

ANTAÑO. Año 1875, esquina Junín y San Juan. (Foto: arquitecto Luis Ortellado)

POR MARIA NYDIA ROMERO

@Nydiaromero

Corrientes fue fundada el 3 de abril de 1588 y es la ciudad más antigua del Nordeste argentino. Pero los años transcurridos hasta la actualidad fueron dejando huellas en cada rincón y la peatonal Junín no fue la excepción.

El Litoral en estas pocas líneas intentará reflejar diferentes rasgos que fue adquiriendo este lugar emblemático de la ciudad.

Estas calles si tuvieran voz, podrían contar miles de historias, como lo hizo Victoria, una abuela de  80 años, quien rememoró sus años de juventud. Al respecto comentó que “era un lugar donde conseguíamos de todo, había locales grandes como Iñiguez, Hidalgo Solá y otros. Las calles eran de cemento con cordones y transitaban los autos y las bicicletas; también había teléfonos públicos que sólo funcionaban con fichas”, aseveró.

La generación de los 50 años relata que en esas cuadras, las calles eran asfaltadas rodeadas de árboles de naranja agria.

“Por La Rioja y Junín tenías la parada de taxi; los autos estacionaban en las calles internas, mientras que los colectivos 5, 8, 9 y demás líneas, circulaban en las paralelas”, apuntó Gladys, hoy con 56 años.

“Había un mercado de abastos en donde se vendía carne, pescado y verduras. Y detrás  estaba un frigorífico y fiambrería llamada Chaco. Además estaban locales de comida rápida como Petit Valencia; La Criollita y Yeni”, enumeró. 

Boliches

Jorge, de 58 años indicó por su parte que “la noche era muy diferente, teníamos varios lugares para bailar. En la Galería Corrientes, que fue la primera del centro, funcionaba el Matiné Escala, que era para adolescentes y sólo estaba abierto los sábados y los domingos por la tarde; Savage que estaba por Junín y San Lorenzo, no te dejaban entrar sin zapatos de vestir, era el lugar de más prestigio”. 

“También teníamos otros lugares como el Monparnat que después fue Kakosi, donde se bailaba en la oscuridad; el Katuiskas y el Excedra”. 

“En la zona estaba Panambí; el Café Mecca; Las Paulinas; La Casa Soria que vendía panchitos y comías parado; Exocet  y El dado Rojo”, acotó.

“Los cines eran el Rex; el Corrientes, que funcionaba debajo de Lotería Correntina  y el Colón. Las tiendas importantes: Iñiguez, Casa Tía, Preston, Modart, La Casa del Pueblo, la florería Andaluz, la farmacia Escaramelini”. 

“Teníamos la joyería Fuentes; Foto Fain que todavía funciona; la heladería Italia; la zapatería Marisa y Velázquez”, describió Jorge.

“Los alumnos se reunían en una disquería que tenía un parlante en la puerta y colocaban música del Club del Clan. Alrededor de ese negocio se instalaban carritos de comida como la primera hamburguesería, la Popeye”, recordó Gladys.

    Transformación

Por su parte, Lautaro con sus jóvenes 38 años recuerda que en la Junín “no circulaban los autos durante el día y  sólo podían hacerlo de noche. Al mercado lo demolieron y ese espacio se convirtió en la plaza Vera”.

“Los boliches eran Equinoccio; Subway; Magnesio y Metal”.

“Cuando salíamos de la escuela nos juntábamos en el bar El Parral o íbamos al Yogi, una casa de juegos electrónicos. También teníamos un pool y la confitería Tabos”, dijo.

“Estaba Iñiguez, Casa Tía, que tenía todas las golosinas expuestas; Café Mecca”.

“Existía Michelangelo; Atidel, las heladerías eran el Polo y la Terraza”, concluyó.

Peatonal

Estela, de 29 años, cuenta que “en  Junín no había árboles, no transitaban los autos porque colocaron canteros, lo que la convirtió en peatonal”. 

“En Musimundo ibas a escuchar música en casette y te colocabas unos auriculares. También había casas que alquilaban películas  en VHS”. 

“El furor era el Messenger,  había ciber por todos lados, incluso en el centro”, indicó.

“Las tiendas eran Castellana; Balby; Atidel; Buho; Reyero; Etan; Casa Tía”.

“En la zona también estaba la hamburguesería Don Pedro que todavía funciona; la farmacia Anastaci y Corrientes, no existía la Red Farmar. “Las casas que vendían electrodomésticos eran Carsa; Alperin y El Obrero”, acotó.

“Los boliches eran Equinoccio; Tressor; Budú; Danzoo y  Metal que era el más top. No se pagaba entradas y recorríamos estos lugares, toda la noche”, concluyó la joven.

En la actualidad la plaza Vera es el lugar elegido por los jóvenes, los cines y los boliches se encuentran diseminados por la ciudad y las tiendas  siguen congregando a miles de correntinos.

 Y la historia continuará trayendo un sinfín de novedades en estas calles, pero ya será el tiempo de las futuras generaciones expresar sus experiencias.

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