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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Víctimas por la paz

Por Nora Maciel

Abogada e integrante de la APP Corrientes

Especial para El Litoral

A través de charlas, reflexiones, visitas a cárceles o donaciones colectivas un grupo de personas busca canalizar situaciones de violencia o delitos que han atravesado en algún momento de sus vidas para crear una sociedad más inclusiva. Las experiencias han logrado transformar el dolor y ver en el ofensor seres humanos tan sufrientes o dolientes como las víctimas y en ocasiones hasta reconciliarse con ellos. 

Hace poco más de un año se dio a conocer una asociación denominada “Víctimas por la Paz”. La integran personas que sufrieron delitos de diversas índole, algunos muy serios y graves como la pérdida de un familiar y sin embargo la respuesta esperada lejos de ser aquella reacción violenta o justiciera que se da a conocer en los medios (linchamientos, revanchas sobre el detenido, pedido de penas severas o sufrimiento para el agresor, etc.) han sido acciones pacificadoras, algunas incluso llegando al perdón del ofensor. 

En esas respuestas constructivas han podido encontrar un poco de alivio para el daño sufrido, muchas veces son reacciones espontáneas, sin meditación e intermediación de persona alguna o asociación, y cuando se dan a conocer por diversos medios, convocan la atención porque modifican la imagen que la sociedad y los medios en general tienen, sobre aquellos que sufrieron algún ilícito en su persona o sus bienes. 

Algunos casos emblemáticos fueron la punta de lanza para la constitución de una asociación cuyo nombre “Víctimas por la paz” responde justamente al modo pacífico que han respondido al delito, buscando la construcción de una sociedad más inclusiva y donde los seres humanos puedan vivir sin agredirse.  

Estas personas visitan cárceles, realizan talleres para personas privadas de libertad y también para las fuerzas de seguridad, abren espacios de reflexión, organizan donaciones colectivas para los niños, maratones, todo con la finalidad de dar a conocer al mundo que  hay diversos modos de reaccionar ante el delito y que no siempre debe ser pedir más cárceles o más penas. 

Los talleres en los penales (por ahora solo en provincia de Buenos Aires) les ha revelado la existencia de seres humanos tan sufrientes o dolientes como las víctimas, en algún punto se comparte el dolor que ocasiona la violencia, la vida de esas personas provoca la necesidad de visibilizar también las prácticas intramuros, muchas de ellas carentes de total humanidad, innecesarias y que en nada modifican conductas antisociales, sino todo lo contrario generan resentimientos y negatividad con el entorno, reconociendo a las cárceles como uno de los mayores sitios productores de violencia. 

Víctimas por la Paz viene trabajando fuertemente para revertir los prejuicios que la sociedad tiene sobre las personas que habitan estos contextos de encierro, acercando la palabra de las víctimas de delitos a las personas privadas de libertad, en este intercambio nadie sale del espacio sin emocionarse o descubrir la humanidad en el otro. Las personas privadas de libertad muchas veces se quiebran ante el relato descarnado de lo que han sufrido las víctimas y estas su vez pueden ver en los agresores seres humanos atravesados por diversos conflictos, “uno no empieza el día con objetivo de matar a alguien” dijo una vez un hombre acusado por homicidio culposo en accidente de tránsito. 

Sergio Nuñez el bicicletero de Tandil (así es conocido pero su profesión es albañil) tuvo que ver a su hijo golpeado hasta la hospitalización por un grupo de muchachos del mismo barrio, sin motivo aparente o solo porque la víctima se negaba a formar parte de la pandilla. Sergio pasó de la primera reacción de impotencia y bronca, a la decisión de actuar para generar un cambio, para evitar que vuelva a ocurrir, para poder vivir tranquilo junto con su familia. Inició un camino lento, pero firme de acercamiento a los agresores convenciéndolos, casi como un padre, a utilizar el tiempo en aprender un oficio, realizar una actividad laboral que les deje alguna ganancia y que todo ello les acerque al sistema educativo que la mayoría había abandonado. Lo logró, su caso se hizo público en diferentes medios nacionales (La Nación, Clarín, Página 12), el taller que en forma precaria y con la ayuda de la comunidad se inició en el patio de la casa de Sergio, hoy tiene un local propio en pleno centro de Tandil. Allí se formaron como primeros graduados los chicos que habían agredido a su hijo.

Daniel, Francisco, Leandro, Nahuel, Lorenzo, Graciela, Alexis, solo por nombrar algunos de los integrantes de esta Asociación, demuestran con su tarea diaria que existe otro modo de procesar la agresión, que es posible construir otra sociedad pacífica e inclusiva que en ningún modo implica la negación de la justicia ni el rechazo de la condena, sino que no obstante ella o a veces con ella la respuesta no es siempre más cárcel ni más punición, sino también la recomposición del conflicto por medio de otros modos de reunión con los agresores. Ejemplo de esto último es la tarea que Graciela lleva adelante en el vecino país de Uruguay donde formó la asociación de familiares y víctimas de violencia que hoy cuenta con el apoyo de una cooperativa de personas privadas de libertad.

Qué nos dicen todos estos ejemplos: que es necesario pensar por sí mismos, lejos de los mandatos culturales a responder con mayor violencia, que la mayoría de nosotros tiene una carga enorme interior para generar paz que es necesario despertar, que el modo en el que concebimos las relaciones con otros seres humanos, es el modo en el que se vive la paz, es decir, para que sea realidad hay que empezar a vivirla hoy y una forma concreta es sumarse a las asociaciones que trabajan por la paz.

Vivir la paz genera bienestar y esperanza, lo que no es en “Víctimas por la paz” un pensamiento idílico ni delirante sino que tal como lo demuestran los casos concretos y los ejemplos de sus impulsores, se puede vivir y soñar con una sociedad menos violenta, más racional, justa y solidaria. Con estos lineamientos la asociación promete organizar una maratón el 10 de noviembre en esta ciudad para visibilizar las tareas que viene llevando adelante. No se necesita un gran estado físico para recorrer 3km/10km, sino dar rienda suelta a las pulsiones de paz dormidas, determinación de sumarse a una acción pacificadora, ganas de habitar un mundo mejor.

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