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El extraño caso de la abuela fantasma

La aparición de manifestaciones paranormales después de la muerte, ya no sorprende tanto en estos tiempos, en que muchos estudiosos de la materia han ahondado en la temática y se toma casi con naturalidad la aparición de un fantasma o espectro. Es la última  despedida de quienes pasaron al otro plano, dejando el mundo físico.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Cuando una persona muere su alma deja el cuerpo físico del cual se desprende definitivamente para pasar a otro plano, pero en muchos casos se manifiesta a sus seres queridos para comunicarles algo importante que quedó pendiente de realizar o bien decirles que está bien en su nuevo estado. Por lo general, según los estudiosos del tema, esta manifestación se presenta a los tres días de la muerte y hasta una semana aproximadamente. Pero también hay casos en que la aparición se produce hasta meses o años después. Esta manifestación toma la forma de la figura de la persona muerta, pero en buenas condiciones físicas, como si tuviera menos años, obviando la manera en que haya muerto. La persona se manifiesta, se muestra simplemente, a veces habla y se hace oír. En otras ocasiones sólo se muestra y se va, como para que vean que está bien. Otra manera de entrar en contacto con las personas fallecidas es en los sueños, ya que es allí cuando todos involuntariamente, nos desprendemos del cuerpo físico y nuestro cuerpo astral puede ingresar al bajo astral momentáneamente, donde están las almas de los recién fallecidos, quienes a veces se comunican con sus seres queridos por este medio, antes de partir del todo hacia otros planos.

El caso que nos ocupa hoy es el de una señora, Norma, que vivía acá en la ciudad de Corrientes, tenía un negocio de rotisería en el barrio Cambá Cuá, calle Moreno y San Luis, que ella atendía personalmente, cocinando comidas caseras muy apetecibles y apreciadas por sus clientes. En los últimos años tuvo problemas de salud, respiratorios, que afectaron sus pulmones. Lentamente se fue deteriorando hasta que el pasado 20 de noviembre de 2018, falleció, luego de tener una crisis por la que fue internada dos días antes y lamentablemente derivó en su deceso. Norma tenía 71 años cuando murió, muy joven aún, tenía una hija, Patricia, y un nietito, Esteban, de 10 años, a quien quería profundamente. Su hija se hizo cargo del negocio que hoy sigue llevando adelante. Pero esta historia no termina aquí, hay una serie de hechos sorprendentes que ocurrieron posteriormente, como se verá a continuación.

Increíble relato

El 14 de diciembre Patricia cumplía años y ese día, mientras se encontraba haciendo tareas en la casa, se sorprendió cuando su hijo entró (estaba en el dormitorio) y le dijo: “Mamá, vino la abuela y me habló”. Ella, por supuesto impresionada le dijo: “Pero no puede ser, la abuela ya murió, vos lo sabés”. A lo que su hijo respondió: “Sí, pero vino, yo la vi bien” y como siguiéndole la corriente al niño la madre le replicó: “Ah, sí, y ¿qué te dijo?”. “Me dijo que pases bien tu cumpleaños y que no llores más, que ella está bien, que no te preocupes. Y que yo me porte bien con vos, que no te haga renegar. Y eso es todo, se dio vuelta y se fue, desapareció”, explicó el chico, que tomó el hecho con normalidad, a pesar de lo espectacular.

Y como dato anecdótico aunque muy importante, el niño le señaló a la madre que “me llamó la atención lo joven que estaba la abuela, estaba muy bien y además, no tenía anteojos como acá”. Esto coincide perfectamente con lo que se sabe del tema, cuando una persona muere, en el más allá tiene la figura que tenía acá cuando estaba plena, con lozanía y salud, independientemente de cómo haya muerto, por lo general entre los 40 y 50 años y, por supuesto, en el otro nivel nadie necesita anteojos como en este mundo físico.

Hablando con Patricia en trabajo investigativo le confirmé que todo debía haber sucedido así realmente, por los detalles comentados más arriba. El chico no pudo haber imaginado una cosa así, con tantos detalles. Sorprendida por esto, me contó que meses después, ella soñó con su madre y le dijo en sueños “¡Viste que no estás muerta!”, a lo que ella le respondió: “Sí hijita, estoy muerta, pero estoy bien, no quiero que te preocupes, estoy bien acá…”. Y miraba hacia atrás, como si la esperaran, agregando que: “Tengo que irme”. Se dio vuelta y se fue,  y allí ella se despertó entre lágrimas. Un caso realmente increíble, ocurrido acá, cerca nuestro, en nuestra ciudad. Y casos como estos deben suceder a montones en todo el mundo. Sin duda el intenso lazo afectivo de la abuela con su nieto, lo mucho que lo quería, hizo que se le manifestara antes de irse del todo.

¿Qué es un fantasma?

A todo esto, ¿cómo podríamos definir el término “fantasma”? Según el famoso investigador psíquico, el sacerdote Oscar González Quevedo, es la representación visual, acústica o táctil, del cuerpo no físico de una persona fallecida que por diferentes motivos o circunstancias de su transitar como ser humano por el mundo de la vida, se ve aferrado a la misma bajo otra forma de existencia no física, manifestándose de diferentes formas ante los seres humanos, familiares, amigos o conocidos del fallecido.

La manifestación puede depender en determinadas circunstancias de la carga psíquica existente en el lugar y entre ellos. En síntesis, son energías remanentes de cuerpos físicos de personas recientemente fallecidas que se manifiestan.

Otro caso parecido

Hurgando un poco en hechos históricos similares al ya comentado, encontramos el que le sucedió a San Juan Bosco (Don Bosco) que sufrió serios problemas con sus superiores debido a varios hechos de tipo sobrenatural que vivió en su época.

Este vale como ejemplo: siendo seminarista Juan Bosco era muy amigo de otro estudiante y hermano en Cristo, con el que compartían charlas y lecturas. En una ocasión, casi en broma, se prometieron que el primero de ellos que muriera, le haría saber al otro cómo estaba.

A los pocos años el compañero y amigo de Don Bosco enfermó gravemente y murió muy joven. Juan aún lloraba la ausencia de su amigo, cuando una noche, mientras rezaba antes de dormir, se le apareció aquel ser tan querido por él, envuelto en un haz luminoso muy brillante. “Me he salvado Juan -le dijo- ya verás lo bello que es esto, es increíble. Sólo quiero avisarte que estoy bien, adiós amigo.”

Casos como este los hay a cientos en todo el mundo y en cualquier lugar o época. Sólo que a los humanos materialistas nos cuesta creer en cosas no físicas que no tiene explicación. Pero de existir, existen y ocurren todos los días.

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