Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES20°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,5

Dolar Venta:$892,5

Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES20°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,5

Dolar Venta:$892,5

/Ellitoral.com.ar/ Cultura

En la soledad del lamento, el crespín

En la poesía, en la construcción del chamamé, ahí encontramos a esta ave del norte argentino. Es una oportunidad para brindar por la obra de Héctor Chávez y Heraclio Pérez. También en estas líneas conocemos la leyenda del crespín. 

El crespín (Tapera naevia) mide 28 centímetros. Es llamativo por su copete oscuro. Tiene la cola larga y escalonada. Su coloración general es ocrácea. Ceja blanca que se prolonga hasta la nuca. El pico es amarillento. El crespín es semejante a un ave que pasó este mes por la sección: el pirincho. Se diferencian por el dorso estriado de negro con pecas blancas en cobertoras. 

Esta ave habita bosques chaqueños, sabanas arboladas y bordes de selva. Es común en bosquecillos de acacia. Su voz, su canto, es inconfundible porque repite con insistencia durante horas e incluso de noche: “cres… pin” o “sé… sí”.  Canta desde el dosel, desde la copa más alta de los árboles. Es difícil descubrirlo ya que puede permanecer inmóvil por largo tiempo. Es solitario. 

Cabe señalar que esta especie es parásita, pone uno o en ocasiones dos huevos blancos o azulados en el nido de otra especie. Los pichones del crespín salen del cascarón a los 15 días y remueven a las crías de la especie parasitada, así los padres adoptivos solo los alimentan a ellos. En caso de nidos cerrados, la hembra puede poner un huevo en la parte superior para acceder al mismo. Realiza las puestas entre octubre y enero, detalla en una descripción Uriel Colina, de Aves Argentinas. 

Leyenda 

En distintos portales o libros de cuentos se puede encontrar la leyenda del crespín. Es una historia muy semejante a lo que aconteció con el caraú. 

Dicen que Crespín tenía una hermosa mujer como esposa, que se amaban, pero ella sentía una afición incontrolable por el baile. Este fanatismo por la danza causaba varias peleas, tantas que finalmente un día desembocaron en el abandono de la mujer a su marido. Así ella podía bailar hasta el amanecer en cuanta bailanta se la invitara. 

Cierta vez tuvo noticias de una grave enfermedad de Crespín. Respondiendo a su sincero amor, concurrió al rancho, donde encontró a su marido en estado delicado. Al verlo así, urgentemente salió a buscar el remedio indicado para curarlo. Sin embargo, en el camino, cerquita del pueblo, se encontró con un concurrido baile. Ella no pudo resistir sus ganas de danzar y se quedó hasta el final. Los vecinos se acercaban para advertir el mal estado de su esposo. Hasta que al final le dijeron que ya había muerto, a lo que ella contestó que había tiempo para llorar. Cuando volvió a su rancho, yacía muerto su esposo. Sin encontrar consuelo, se fue al bosque a expresar su dolor. Así se transformó en un solitario pájaro que vaga llamando incesantemente a su marido: Crespín... Crespín... Crespín... 

Ultima edición 

Casi como sucede con la figura del crespín en las letras del chamamé, arribar a la última edición del año de Flautines al Sol puede convertirse en un hecho feliz pero también en un momento de cierta tristeza y nostalgia. 

El ciclo finaliza justo con el último domingo del año. Eso nos alegra porque de alguna manera compartimos desde la producción y junto a nuestros lectores una experiencia grata y con mucho vuelo. 

Han sido con este envío cuarenta y tres especies de aves de la región abordadas, con historias relacionadas a ellas de alguna manera y una mirada que va más allá de sus vidas. 

Porque tras las aves nos encolumnamos, pero con ellas observamos lo que sucede en nuestra comunidad. También como ellas volamos y como ellas posamos pies y mente sobre la tierra, y cuando no, en árboles y arbustos. 

Decíamos párrafos antes que la figura o la vocalización del crespín en ocasiones es asociada a momentos gratos y otras veces a momentos tristes, en especial en las situaciones vividas con un ser querido. 

“Y me atormenta en verano ese canto del crespín”, recuerda su historia alguien en una de las canciones populares, mientras otro, sensiblemente enamorado, canta “oye el canto del crespín, que nos arrulla en su trinar”. 

También desde niños nos transmiten a menudo que el crespín expresa en idioma guaraní “che sy”, mi madre, lo que al decir de las costumbres es un ave que llama a su madre. El hecho de que se lo oiga en el mes de noviembre, cuando las comunidades recuerdan a sus familiares fallecidos, lo hace aún más conmovedor. 

Las imágenes que hoy nos acompañan tienen la esencia del crespín, inesperadas, porque a menudo se lo puede oír tanto de día como en las noches. Pero casi como en un juego de palabras, podemos decir que a esta ave no la observamos, sino que más bien se deja ver. Porque le gusta ocultarse y solo en ocasiones nos regala su presencia física, agazapado entre las ramas o en lo alto de un árbol deja que apreciemos su vocalización. 

Así es como lo observamos en los dos registros que hoy ponemos en común, a modo de despedida y agradecimiento. En una foto vemos al crespín en lo alto de una rama de timbó. El cielo se destaca en azul porque es la parte más alta del árbol. La segunda parece querer captar el momento en que paisaje, ave y sol firman la paz. Era el regreso a casa. El instante en que el mito se convierte en ave. 

Chamamé 

Héctor Chávez hizo la música del tema “Tristeza del crespín”. Es de Concepción de la Sierra, Misiones. Comenzó su actividad musical muy joven, rodeado de su familia. A finales de la década del 40 viajó a Buenos Aires para buscar nuevos rumbos. Se fue abriendo paso hasta que se suma a la “Embajada Cartelera Correntina”, donde conoce a Paquito Ubeda. Pasó por distintas formaciones, incluyendo el conjunto de Mario del Tránsito Cocomarola. En la década del 60 forma el conjunto Ubeda-Chávez. Partes de esas grabaciones son rescatadas después por el Chango Spasiuk, entre otros. 

El 7 de febrero de 1991 fue registrado en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) el tema “Tristeza del crespín”; compositores Héctor Néstor Chávez y Heraclio Pérez. Este tema ha sido grabado muchas veces. Una de las versiones más conocidas está en el disco de Héctor Chávez y Ada Azucena bajo el título “Identidad chamamecera”. La música pertenece a Chávez y aquí compartimos la letra de Heraclio Pérez.  

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error
Más Info

La tristeza del crespín 

Dejaste el nido dichoso, 
de nuestro pago querido, 
sin tener ningún motivo 
para alejarte de mí. 

Sin consuelo canto así, 
como canta aquel jilguero 
por el amor prisionero 
como yo me quedo aquí. 

Pasaron muchos inviernos,  
otoños y primaveras, 
de mi rancho a la tranquera  
abrí un surco en el trajín.  

Siempre con el mismo fin, 
esperarte pero en vano 
y me atormenta en verano, 
ese canto del crespín. 

Si regresas algún día 
a nuestro lugar nativo, 
florcita solo te pido 
rememores el ayer. 

Volverán a florecer, 
como antaño los malvones, 
cuando en nuestros corazones
latía un mismo querer.