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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Hibridaciones del cuervillo cara pelada

Lleva el verde azul con fuerza, pero el rosado y el rojo se potencian según horas del día. En esta ocasión una bióloga nos cuenta sus sensaciones y además recordamos el momento en que fueron tomadas estas fotografías.

Por Paulo Ferreyra

Colaboración: Abel Fleita y María Jesús Palacios González 

Especial para El Litoral

El cuervillo cara pelada es conocido por los nombres como bandurria, bandurria de frente pelada, bandurria negra, bandurria pampa, bandurria rácula, caracaú afeytado, caráu-í, caráu-né, coña, cuervillo, cuervillo carirrojo o cuervillo de cara roja. También como cuervillo pico marfil, cuervo de frente pelada y curacáu afeitado. Estas descripciones se encuentran en un documento del Museo Provincial de Ciencias Naturales Florentino Ameghino de Buenos Aires. 

El cuervillo cara pelada mide de 46 a 54 centímetros de largo. El pico y las patas son rojas o rosadas. El iris es pardo rojizo. Lleva el rostro sin plumas, su coloración general es parda negruzca con reflejos violetas y verdosos. Alas y cola verde metálico con reflejos violetas. Suele andar sólo, aunque también se lo puede apreciar en grandes grupos, a veces junto al cuervillo de cañada. Se alimenta de insectos, caracoles, lombrices, peces pequeños, crustáceos, insectos acuáticos, moluscos y otros animales pequeños. Además de granos y hojas. Utiliza su pico curvo para escarbar en la tierra húmeda y el agua, agarrando sus presas. 

Esta ave fue una de las primeras pensadas en esta temática, aves vecinas del agua. El cuervillo habita justamente en charcos, bañados, esteros y lagunas. El nombre de esta ave no es muy común en la comunidad. Sin embargo, su presencia en el cielo, de a cientos y a veces de a miles durante los atardeceres hace que quienes los observan vivan momentos inolvidables. Los lugares se convierten en escenarios únicos. 

Al hablar del cuervillo cara pelada, es importante mencionar a otras dos especies semejantes con el objeto de diferenciarlas entre ellas: el caráu y el cuervillo de cañada. A su vez, entre las dos últimas, sólo tomaremos al segundo, ya que es el que más se parece al cara pelada en tamaño, color y el número en el que se mueven. 

El cuervillo cara pelada y el cuervillo de cañada va en bandadas pequeñas o interminables, que por ocasiones lo hacen juntos. Como ambos son de color oscuro, un rasgo clave es observar su cara y pico, que en el caso del cuervillo de cañada es gris oscuro, junto con la cabeza. En tanto el cuervillo cara pelada tiene la cabeza muy clara, rosada, al igual que sus extremidades. 

En el cielo, aunque lejanos y ya oscureciendo, nos guiaremos por su parte trasera. En el caso del cuervillo que nos ocupa hoy, las extremidades casi no superan la extensión de sus plumas traseras. Sin embargo, en el cuervillo de cañada las patas quedan expuestas de forma notoria, al aire. 

Avistajes 

María Jesús Palacios González es de Extremadura, España. Trabaja en conservación desde hace 30 años. “Era pequeña y ya quería hacer algo para toda la vida. Hace años vi que necesitaban voluntarios de cualquier lugar del mundo para ir a Mburucuyá. Buscaban personas que puedan colaborar con la Asociación Huellas para la conservación del aguará guasú. Me puse a investigar porque no conocía al aguará guasú, es un lobo de Sudamérica, que tiene muchas connotaciones culturales con lo que es el lobo de España, que tiene su historia y su leyenda”, cuenta ahora María en comunicación telefónica vía WhatsApp. Ella estaba allá en Extremadura, buscando al igual que yo un lugar despejado con buena señal para poder hablar sin interrupciones. 

“La provincia de Corrientes tiene similitudes con lo que es Extremadura. En el año 2005 nos vamos con unos amigos a trabajar a Mburucuyá. Llegar allí es llegar al lugar donde el viento se detiene, se para, estás como en el centro del mundo. Estas ahí conectado con una energía diferente. Esto que te digo es de verdad, lo he vivido, lo he sentido. Esta es la percepción que tengo. Mis palabras salen de las cosas importantes que guardo en mi corazón”, advierte María buscando ser clara y poniendo en relieve el significado de las palabras que salen de mi teléfono, pero que vienen de su corazón. 

“Llegamos a Mburucuyá y después nos fuimos al campo. Fuimos a la zona de Pago Alegre, al parque nacional pasando por el estero Santa Lucía. Recuerdo cuando vimos ese estero, estábamos viajando cuando ya se pasaba la media tarde, el día se iba oscureciendo. En ese contexto vimos una bandada de cuervillo cara pelada. De algo que para nosotros era parecido a otra ave, al Ibis, porque tienen el pico curvado. Yo tenía la guía y veo el cuervillo cara pelada”, explica y ahora las palabras se suceden como un vuelo rasante. Llegan casi sin prisa, como un andar cansino, un andar sin pausa que pisa a fondo con cada palabra. 

“Recuerdo que esa luz de la tarde con esos tonos entre dorado, rojo, verde azulado, el sol le daba esas hibridaciones del verde azulado al cuervillo cara pelada. Me dio la impresión de que le estaba brotando sangre de la cabeza, pero no, es la cara que esta pelada y se la ve roja”, describe y sonríe. Hace una pausa y sonríe. Pareciera estar viendo esa escena. El cuervillo en la tarde muriendo, mientras brota sangre de su cabeza.  “Fue una sensación de sorpresa que me encantó, los cuervillos iban para un lado y para otro”. 

Desde aquel primer viaje del 2005 María Jesús volvió muchas veces a Mburucuyá. Ella es especialista en conservación y bióloga. “Con contradicciones, la vida rueda, va y viene. El año pasado cuando estábamos en el estero de Santa Lucía se presentó ahora con una sensación diferente, pues de repente pasa ese tropel, esa danza, ese vuelo de los cuervillos cara pelada me cautivó como hace más de diez años atrás. Cada vez que he ido ahí están presentes. Me esperaban para decirme ‘limpiá la tristeza que tienes, siente la calidez de la tierra, el terruño, esta maravillosa tierra que te abre las puertas’”. Aun no sé cuándo volveré a la Argentina pero seguro será ahí, en ese lugar donde se detiene el viento y puedo sentir la presencia del cuervillo cara pelada”, concluye y después seguimos intercambiando mensajes de textos vía WhatsApp. La última comunicación, llega con un dibujo que despertó en ella el cuervillo y las vivencias que siente al hablar de este tema. 

Chamamé 

Difícil fue la tentación de preguntarle a María Jesús qué sintió, cómo vivió la música de esta tierra, el chamamé. Ella parecía tener ya un rosario de conceptos traídos de tiempos imaguaré, “un chamamé es la nota perdida en la música del viento, la nostalgia de un amigo que tardarás en ver, el abrazo compartido que nunca diste, la añoranza de un mundo que se pierde poco a poco, el sonido del agua al sumergirse un yacaré, el bramido de un aguará guazú en las noches de Pago Alegre, las lágrimas derramadas recordando la voz de Juan Carlitos, el maestro Chávez, el corazón explotando con los acordes de un acordeón, la alegría de una noche velada escuchando a Eustaquio Miño, el roce de una mano en una guitarra, el sabor del vino de las noches compartidas, la maravillosa tierra guaraní, la Cruz del sur desde el Parque de Mburucuyá, la canción que siempre llevás en el corazón porque sabés que es parte de ti misma”, concluyó. 

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