Por Tomás Balmaceda, para Clarín
Hoy cuando se le pregunta a un niño o a una niña qué desea ser cuando “sean grande” ya no se escucha “futbolista” o “cantante”, sino streamers y gamers.
Se trata de un fenómeno global que se consolidó en nuestro país gracias a la industria de los videojuegos, un universo en expansión que no parece tener techo y que es un gran negocio.
De acuerdo a un estudio de Newzoo, los gamers son quienes mayor influencia ejercen en su entorno, tanto en relación a sus amigos como a sus familias y colegas. Además son más receptivos a la publicidad cuando muestra las novedades y características técnicas de los productos de su interés.
Es por eso que las marcas que antes los pensaban como un público de nicho ahora los ven como influencers con llegada a sectores mucho más amplios.
Esta tendencia está empujada por dos títulos de absoluta relevancia y que con un éxito sin precedentes cambiaron las reglas de la industria: Fortnite y League of Legends.
Sus jugadores no sólo cobran sumas cada vez más grandes por hacer transmisiones en vivo sino que se multiplican los torneos oficiales y amateurs con premios en efectivo y ya existen en nuestro país aquellos que dan clases presenciales o a distancia de estrategias y trucos.
Esto hace que mientras mayoría de los adultos aún no sepamos quiénes son el estadounidense Tyler “Ninja” Blevins o el argentino Nahuel “Straka” Vázquez, por citar dos nombres fuertes, los más chicos no sólo sueñan con convertirse en ellos, sino que algunos ya viven de eso.