Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES21°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,5

Dolar Venta:$892,5

Jueves 25de Abril de 2024CORRIENTES21°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$852,5

Dolar Venta:$892,5

/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Fangio, el más grande

El homenaje que hace pocos días se llevó a cabo en  Balcarce, en el marco del cual se depositaron los restos de Juan Manuel Fangio en el mausoleo construido dentro de su propio museo, esconde una historia conmovedora que pasamos a relatar en este informe. 

Por José Luis Zampa

¿Quién fue Fangio? El más grande piloto de todos los tiempos, dicen los especialistas, las estadísticas, su palmarés deportivo y sus rivales. Venimos una vez más a plantear esta pregunta de respuesta archiconocida porque recientemente, los días 9 y 10 de noviembre, nada menos que el triple campeón mundial de Fórmula 1, Jackie Stewart, llegó a la Argentina para rendir homenaje al quíntuple en su ciudad natal Balcarce, cumpliendo así una vieja y desconocida promesa. La historia, recreada con maestría hace unos días por ese gran periodista deportivo que es Ernesto Cherquis Bialo en el programa “Mejor País del Mundo” (Radio Con Vos), comienza el 17 de julio de 1995, jornada aciaga para el automovilismo mundial porque aquella mañana dejaba la vida terrenal nada menos que el hasta entonces el máximo “recordman” de la Fórmula 1. 

Fangio fallecía como consecuencia de una bronconeumonía, después de haber recibido varios by-pass coronarios implantados por su querido amigo René Favaloro, y a los pocos minutos el teléfono de uno de los más prestigiosos campos de golf de Escocia comenzaba a sonar insistentemente.

Entre los greens se hallaba nada menos que Sir Jackie Stewart, quien soltó los palos al recibir la noticia. Alcanzó a cambiarse de ropa y buscó el primer avión a Sudamérica. Debía llegar a la Argentina para despedir en cuerpo presente a su máximo ídolo del automovilismo, su amigo y referente Juan Manuel Fangio.

Al abordar en el aeropuerto de Londres se encuentra con otro colega doliente. Sir Stirling Moss. El campeón sin corona, que fue uno de los mejores pero nunca pudo llegar a ser el número uno porque le tocó compartir época con Fangio, se había embarcado en el mismo vuelo para cumplir con idéntica misión: rendir tributo al mejor de todos.

Ambos campeones británicos cruzaron el Atlántico para hacer escala en San Pablo, desde donde tomarían otro avión con destino a Ezeiza. Pero llegaron con demora y comprendieron que si no hacían algo extraordinario para acortar los tiempos, no podrían ser parte de las exequias que se desarrollaban en Balcarce.

Stewart telefoneó a su amigo Constancio Vigil, por entonces dueño de Editorial Atlántida, a quien explicó la situación. Y cuenta Cherquis: “Vigil se comunicó a su vez con el presidente Carlos Saúl Menem, quien dispuso que un avión de Fuerza Aérea esperara a los expilotos británicos para que ni bien tocaran suelo argentino fueran transportados a Balcarce”. Y así se hizo.

Gracias a aquella disposición presidencial Stewart pudo llevar a pulso el féretro de su más querido colega, en medio de un mar de lágrimas, para depositarlo en el panteón de la familia Fangio. Sin embargo, algo le hacía ruido. “No puede ser que el más talentoso, un hombre sin igual como Juan Manuel, descanse como cualquier otro mortal, en un cementerio común y corriente. Debería tener un mausoleo”, propuso.

A partir de la idea de Stewart se formó una comisión que nunca logró avanzar hacia el objetivo. Tuvieron que pasar dos décadas y media para que el “escocés volador”, como le decían a Stewart en sus tiempos de Tyrrel y Matra, retomara la iniciativa para cumplir con aquella promesa que se había hecho a sí mismo.

Fue Jackie, junto con otros notables del automovilismo como el constructor Horacio Pagani (pupilo y amigo de Fangio), quien reflotó la idea y, tras reunir los fondos, concretó el mausoleo que desde hace pocos días atesora el cuerpo del quíntuple campeón mundial con un objetivo primigenio: que sus restos puedan ser venerados eternamente por la gente que en forma constante visita el museo emplazado en el corazón de Balcarce. Fangio ya no descansa como un mortal más. Lo hace en un sitial de honores imperecederos, como la admiración que le dispensa la afición que desde distintos puntos del planeta llega hasta su solar natal para reconocerlo como el más grande, aunque con el tiempo haya habido otros pilotos que lograron superar su marca de cinco títulos, como es el caso de Michael Schumacher y Lewis Hamilton.

Puede que tengan más campeonatos, pero los camaradas de Juan Manuel, que son los que más saben (entre ellos el propio Stewart, como también lo reconoció en vida su otro gran admirador, Ayrton Senna) sostienen que el argentino fue, es y será imbatible por su calidad extrema, su extraordinario talento para transformar el auto en una prolongación de su propio cuerpo, y su excelencia deportiva dentro y fuera de las pistas. Especialmente, en la relación con sus rivales, con quienes cultivó la que sin dudas fue la cualidad más valorada del Chueco de Balcarce: la amistad.

“Le doy mi Ferrari, maestro”

El cuarto título mundial de los cinco logrados por Juan Manuel Fangio guarda una anécdota que pinta la gran camaradería que existía entre el argentino y sus rivales. Fue en el Gran Premio de Italia 1956, cuando el Chueco abandona con su Ferrari D-50 ante una falla irreparable. Recién llegado a boxes, su compañero de escudería, el inglés Peter Collins, baja de su auto y le dice a Fangio: “Maestro usted merece ganar esta carrera y el campeonato, le cedo mi auto. Yo tendré más tiempo en el futuro”. Fangio agradeció a su colega con un apretón de manos, subió al bólido rojo y ganó. En 1958, hubo de llorar silenciosamente desde la Argentina la muerte de quien le facilitara la que fue su cuarta corona, pues Collins se mató en un trágico accidente de carrera en el Gran Premio de Alemania 1958. En la F1 actual sería inimaginable un gesto de tamaña generosidad.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error