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La increíble masacre de Jonestown

Impactante. La famosa foto de la masacre de Jonestown que recorrió el mundo como un terrible testimonio.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

El tremendo caso de la muerte en masa de un gran grupo formado por fieles seguidores del pastor Jim Jones, en Guyana en 1978, causó asombro, indignación e impotencia en todo el mundo, ante el sacrificio de cientos de adultos y algunos niños, víctimas inocentes que fueron inmoladas sin saber por qué ni para qué. 

De toda esta locura humana, la única que se salvó providencialmente fue una chiquita de apenas cuatro años, rubia, que fue raptada por una tribu de caníbales, que la llamaron la “diosa del pelo dorado”, que se la llevaron y así la salvaron de una muerte segura. La chiquita tenía apenas 4 años de edad cuando sus padres y más de 900 miembros de una secta llamada el Templo del Pueblo fueron llevados al suicidio colectivo por su líder Jim Jones, que les dio a beber una mortal mezcla de jugo de frutas con cianuro.

 Hablando a través de un intérprete, la chica informó que “ese día Dios me protegió. Yo estaba con el señor Jones, que se encontraba muy ocupado haciendo la mezcla de jugo de frutas. Había otros niños a mi lado, pero yo no sabía que él estaba envenenando la bebida”.

El momento fatal

Minutos más tarde la mezcla comenzó a hacer su mortal efecto y todos los seguidores de la secta comenzaron a retorcerse de dolor en el suelo. 

Los gritos de tortura y enajenación se perdieron en la espesura de la selva. La agonía de todos los envenenados no duró mucho. 

Al poco rato solo quedaban un montón de cadáveres impresionante, que se veían por todos lados, tirados y en las posiciones más raras, bajo los rayos del sol tropical. Chicos y grandes, algunos ancianos, abrazados en el estertor final de una muerte incomprensible. 

Pero una niña, de escasos cuatro años, había escapado del horrendo suicidio colectivo de la manera menos pensada.

Un grupo de caníbales que había estado observando todo, irrumpió en el momento justo y se llevó a la pequeña Tanya a una aldea enclavada en las profundidades de la selva de Guyana, donde la convirtieron en su diosa del sol gracias a su pelo dorado. 

Por alguna razón, Tanya estaba en el grupo que Jones había tomado bajo su cuidado aquella fatídica mañana del suicidio colectivo, o mejor sería decir asesinato colectivo, para ser más precisos.

Relato de un rescate oportuno

Quien la encontró y luego la regresó a la civilización fue el médico misionero cubano Ramón Fernández. “Afortunadamente para la niña —explicó— los salvajes la raptaron en el momento justo en que Jones estaba ocupado supervisando la administración del veneno en los vasos. 

A una señal determinada, se la llevaron silenciosamente hacia la espesura de la selva, salvándola así de una muerte horrible. Permaneció en la aldea unos 15 años antes de que yo la encontrara de una manera accidental. La presencia de una hermosa mujer blanca entre esa tribu de salvajes fue algo verdaderamente impresionante. No sé por qué pero inmediatamente sospeché que había alguna conexión entre la tragedia de Jonestown y ella.

 Cuando comencé a preguntarles eso a los caníbales, me respondieron de una manera muy agresiva, de golpe se pusieron muy malos y me ordenaron abandonar el lugar inmediatamente, de lo contrario podría perder la vida. Eso confirmó mis sospechas y regresé con un destacamento de soldados de Georgetown, a cuyas autoridades les comenté mis sospechas acerca de esa chica rubia que vivía en medio de los salvajes de una tribu caníbal. 

Los salvajes no ofrecieron ninguna resistencia ante la presencia de los militares bien pertrechados, por si hacía falta alguna demostración de fuerza, y así pudimos rescatar a la hermosa joven.

En ese momento ella tendría alrededor de 20 años. Le pregunté si los caníbales le habían dicho algo de lo ocurrido en Jonestown y ella me dijo que había escuchado algo muy vago de la masacre pero que en realidad no se había enterado bien hasta que abandonó la jungla. 

Lo único que sabía es que ella era originaria de Jonestown y que probablemente sus padres habían muerto en la masacre. Los indios arapa, que fueron sus captores, hablaban una lengua o dialecto que solo ellos usaban. Cuando le pregunté cómo la trataron, me contó que ellos siempre la respetaron y la cuidaron”.

Testimonio y realidad

“Realmente por momentos creí que era su diosa por el trato que me daban, que había sido enviada para gobernar sobre ellos y para protegerlos de todo mal.

Pero ahora me enteré de que no soy ninguna diosa…y que no pertenezco a su mundo. Estoy muy asustada. ¿Qué sucederá conmigo? La única familia que conozco son ellos, los arapa, y ahora ya no estoy con ellos”. El Dr. Fernández continuó: “Traté de tranquilizarla, asegurándole que ella está a salvo y en buenas manos. Será llevada a los Estados Unidos, donde se harán todos los esfuerzos posibles para localizar a algunos de sus familiares, aunque ya pasó bastante tiempo de los sucesos que sin duda la marcaron a fuego. Mientras todo esto ocurra, estará bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico para prepararla, porque está a punto de iniciar una nueva vida en el mundo civilizado, lo que sin duda será todo un desafío para ella. Tengo mucha fe en que todo saldrá bien, Dios sabe que todo lo hice por su bien. Para ella todo será como comenzar de nuevo, desde cero, como si hubiera nacido de nuevo, costará mucho desarraigarla de las costumbres que tenía en la tribu y enseñarle que ahora existe otro mundo al cual ella deberá integrarse, con la posibilidad de encontrar a alguno de sus parientes, con los cuales deberá unirse. 

Eso y enseñarle a hablar un nuevo idioma para ella, será algo muy importante a lograr. Pero ella tiene mucha confianza y es consciente de que ese no era su mundo y que a partir de ahora deberá tratar de integrarse a la civilización a la cual pertenece, y que por esas cosas del destino vivió una experiencia increíble”.

Una historia realmente sorprendente e impactante, digna del mejor libro cinematográfico de Hollywood, por suerte con un final feliz, luego de tantas cosas malas que debió pasar Tanya, la única sobreviviente de la masacre de Jonestown. Una muestra más de que muchas veces la realidad supera a la ficción.

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