Por Juan Carlos Raffo
Especial para El Litoral
1852 - La víspera de la Batalla de Caseros.
El 2 de febrero el Ejército Grande ya cruzó el Puente Márquez y está rodeando los Montes de Caseros. Puente Márquez está en los pagos de Morón sobre el río Las Conchas. Rosas no durmió esa noche y en las primeras horas del día siguiente Urquiza arengará a sus tropas.
Se produce el 3 de febrero el enfrentamiento y el llamado Ejército Libertador o Ejército Grande que comandaba Urquiza y su jefe de Estado Mayor el gobernador correntino Benjamín Virasoro, estaba compuesto por 24.000 hombres, y 70 piezas de artillería. El Ejército de Rosas disponía de 23.000 efectivos; 50 piezas de artillería y 4 lanzacohetes.
Concluye un capítulo oscuro y sangriento de 23 años de la historia Argentina, en el que Juan Manuel de Rosas fue el protagonista sobresaliente, por haber ejercido el poder con malas artes. Fue el primer gran populista y demagogo de nuestra historia.
El Ejército Grande, que básicamente lo armaron entrerrianos y correntinos, reunió 24.000 hombres. Lo formaban tropas de Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires, Brasil y Uruguay. El marqués de Sousa mandaba la división brasileña y el coronel César Díaz a los orientales. También había un batallón compuesto por 170 alemanes.
Aproximadamente a las nueve de la mañana Urquiza, acompañado de su perro “Purvis” y vestido con poncho blanco arengó a las tropas orientales. Rosas descendió del edificio del palomar y dijo a Chilavert “coronel, sea usted el primero en romper el fuego contra esos imperiales”. Así comenzó un vivo fuego de infantería. Fue la primera y única vez que Rosas interviene en un campo de batalla, estuvo tres minutos y se retiró.
El campo de batalla era un incendio y a las dos de la tarde, los últimos batallones rosistas se rindieron. El último acto de Rosas fue “preparar su huida a Londres”.
Destacada actuación tuvieron los correntinos en esta jornada: los generales Benjamín Virasoro, Juan Madariaga, José Domingo Avalos y Nicanor Cáceres, los coroneles Manuel Antonio Ocampos, Bernardino López, Félix María López, Cecilio Ignacio Carreras, Juan Andrés Ricarde, Victoriano Alemí, Basilio Acuña, Francisco Solano González, Simeón Payba, José Antonio Virasoro, Santiago Acevedo, Salvador Reyes Bejarano, Wenceslao Martínez y Plácido López, además de los tenientes coroneles Cayetano Virasoro y Juan Nepomuceno Serrano.
El 8 de febrero el gobernador de Buenos Aires busca protección en la embajada británica, la que le facilitará su exilio. El 11 de febrero zarpa en el vapor de guerra “Conflict” hacia Londres. Vicente López y Planes queda como gobernador de Buenos Aires, dispuesto por Justo José de Urquiza. Fue designado Ministro de Gobierno el doctor Valentín Alsina.
Protocolo de Palermo.
El 6 de abril firman este acuerdo las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, por el que delegan en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores hasta que se reúna un Congreso.
Se reunieron para firmar los tres hombres fuertes del Litoral, Urquiza de Entre Ríos, Benjamín Virasoro de Corrientes y el ministro Manuel Leiva en representación del gobernador de Santa Fe, Ramón Crespo.
El protocolo dice además que se determinará una capital para la Confederación y la convocatoria a los gobernadores a reunirse en San Nicolás de los Arroyos para establecer los principios de la organización nacional.
Mientras tanto se reconstruye y se prepara el antiguo Fuerte, residencia habitual del Poder Ejecutivo, y el gobierno trasladó sus oficinas principales a la casona de la calle San Francisco, a media cuadra de Perú, propiedad que heredó Rosas de su madre Agustina López de Osorio y que acaba de ser confiscada.
Circular para organizar
la nación.
El 8 de abril la pone en circulación el ministro de Relaciones Exteriores Luis José de la Peña, invitando a todas las provincias a una reunión “que acuerde las bases preliminares de la Constitución nacional”.
Elecciones legislativas
en Buenos Aires.
Se convoca el 11 de abril para restituir la Legislatura que fue disuelta después de la batalla de Caseros. Se realizan los comicios y se impone la lista integrada, entre otros, por Dalmacio Vélez Sársfield, Bartolomé Mitre, Pastor Obligado, etc., que era contraria a la que sostenía Urquiza, quien de esta forma perdió el manejo legislativo en ese distrito.
Vicente López gobernador
titular de Buenos Aires.
El 16 de mayo la nueva Legislatura, que se descontaba elegiría a Valentín Alsina gobernador, designó gobernador propietario al autor de la letra del himno nacional.
Sesión inaugural en
San Nicolás.
El 29 de mayo con la presencia de diez provincias inicia sus deliberaciones en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Santa Fe, la cumbre que concluirá con el Acuerdo de San Nicolás. Base de nuestra Constitución Nacional.
Comienzan las deliberaciones con la presencia de los gobernadores de: Entre Ríos, San Juan, Mendoza, La Rioja, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Corrientes y Buenos Aires. Catamarca delega su representación en Urquiza. Los demás gobernadores —de Salta, Córdoba y Jujuy— ausentes por disturbios internos en sus provincias, adhieren posteriormente al Acuerdo, con fecha 1º de julio del mismo año.
Acuerdo de San Nicolás.
El 31 de mayo se firma el Tratado que hecha las bases para reunir al Congreso Nacional Constituyente que se convocará en San Fe y sancionará la Constitución nacional.
Tras deliberar sobre el contenido del documento, es firmado el famoso acuerdo, que consta de una introducción, diecinueve cláusulas y una adicional. La introducción constituye un verdadero preámbulo, donde se pone de manifiesto la representación que invisten los firmantes, los motivos determinantes de la reunión de aquellos y los propósitos que persiguen con la firma del convenio. En síntesis, el Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos se ajusta a un esquema que constituye su columna vertebral: asegurar la organización y funcionamiento del Congreso general que, en ejercicio del poder constituyente, sancione una constitución definitiva.
Con tal finalidad crea los medios para el gobierno inmediato y sienta principios definitivos, comenzando por fijar la modalidad federal que debía incorporar la nueva constitución, evitando así que se repitieran los fracasos organizativos de 1819 y 1826. Con posterioridad, todas las legislaturas de las provincias, con la única excepción de la de Buenos Aires, ratificaron el acuerdo. Corrientes tuvo un rol protagónico en todos estos sucesos y particularmente el doctor Pujol.
Pedro Ferré, que será electo constituyente por Catamarca, comenzaba a ver la realidad de sus luchas y un sueño cumplido: la república federal.
El clima de violencia de diluyó y el Congreso Constituyente pudo trabajar.
La Constitución de los Estados Unidos y las bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, que había escrito con sus 42 años Juan Bautista Alberdi, quien se encontraba exiliado en Chile, fueron los únicos antecedentes con que contaron los constituyentes para la redacción de la carta fundamental. Así terminábamos con la barbarie e iniciábamos la primera gran marcha hacia el progreso y en 50 años alcanzamos el 6º lugar en el mundo, consagrándonos entre los primeros en educación, en exportación y en PBI con su millón y medio de habitantes, que por dictados de Sarmiento, Alberdi y otros visionarios, convocamos y se vinieron a nuestro suelo, más de 5 millones de hombres y mujeres de todas partes del mundo.
Se hizo Justicia.
El juicio contra Rosas fue encabezado por el juez Sixto Villegas y el fiscal Emilio Agrelo. Las acusaciones fueron varias: asesinatos individuales y en masa, los degüellos en 1840 y 1842 cometidos en las calles de Buenos Aires, la ejecución de prisioneros de guerra aún los capitulados y, por último, las confiscaciones y robos “de que fueron objetos las propiedades de aquellos que Rosas llamaba Salvajes Unitarios”.
Luego de un extenso proceso judicial, el 17 de abril de 1861, el juez Villegas condenó a Juan Manuel de Rosas a la pena de muerte y a la restitución de lo robado al fisco. El fallo fue confirmado por la Cámara de Apelaciones y el Tribunal Superior.
En julio de 1857 se convirtió en ley un proyecto por el cual se calificaba a Juan Manuel de Rosas como “Reo de Lesa Humanidad por la tiranía que ejerció”, y se reconoció a las viudas e hijos de víctimas del Régimen, el derecho a “reclamar subsistencia de los bienes del dictador”.