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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Malvinas, la guerra y su importancia en el NEA

Daniel Chao

(Iighi-Conicet/Unne)

Especial para El Litoral

La guerra de Malvinas, y la causa de soberanía que la sostiene, posee una presencia indudable en el Nordeste argentino, especialmente en la provincia de Corrientes. Parte de esta cuestión se extiende a todo el país, y se activa en cada 2 de abril mediante actos de memoria y reconocimiento. Pero en nuestra región existe otra legitimidad: la abrumadora actuación de unidades militares con asiento en Corrientes, conformadas por soldados, personal sanitario, oficiales y suboficiales formoseños, chaqueños, correntinos y misioneros. Esa coexistencia provoca que, pese a las diferencias geográficas tan claras entre la fría turba malvinense y los cálidos esteros correntinos, Malvinas tenga tanta importancia en estas latitudes.

Más allá de que todas las unidades del país entraron bajo bandera, y una parte importante fue movilizada al sur para defender —también— la frontera con Chile ante un posible ataque del país trasandino, las fuerzas asentadas en Corrientes tuvieron una participación protagónica. La III Brigada de Infantería de Monte cercana a la ciudad de Curuzú Cuatiá movilizó a su Comando de Brigada (con 232 hombres), a la III Compañía de Comunicaciones (23 hombres), la III Compañía de Ingenieros (89) y la Compañía de Sanidad (104 combatientes). Además, formaron parte de esta gran unidad el Regimiento de Infantería Nº 12 de Mercedes con 733 hombres, el Regimiento de Infantería Nº 4 de Monte Caseros con 678, el Regimiento de Infantería Nª 5 de Paso de los Libres y el Grupo de Artillería III con asiento en la misma ciudad.

Esto significó un total de casi 3 mil hombres en una guerra que movilizó unos 23 mil, pero que llevó a las islas alrededor de 10 mil, en su mayoría del arma Infantería. Con lo cual casi el 30 % de los soldados, oficiales y suboficiales que combatieron el fuego inglés en el suelo malvinense, integraban alguna de las unidades que mencioné.

Razones para esta situación hay varias: 1) el doble frente de guerra que planteó Argentina (Gran Bretaña y Chile) llevó a que las unidades del sur permanezcan en continente ante un eventual ataque chileno; 2) pese a que en los papeles esta guerra debía ser aeronaval, los comandantes decidieron llenar las islas de soldados de Infantería, los que en su gran mayoría pertenecían al Ejército, con lo cual se apeló a las unidades de Corrientes y Buenos Aires; y 3) la improvisación, la falta de un mando unificado y la incapacidad, llevaron a que Galtieri decidiera, a fines de abril y casi sin consulta, enviar a la III Brigada que, originalmente, iba a quedar en el sur continental.

Esta decisión apresurada, sumada al hecho de que la Marina había decidido retirar su Flota de Mar y el traspaso a las islas se hizo prácticamente desde el aire, llevó a que las unidades correntinas como el RI12 no pudieran trasladar sus pertrechos y solo combatieran con sus equipos individuales (FAL, pistolas, y no mucho más).

Seguramente haya otras razones, pero considero que estas tres son las más trascendentes y marcaron la configuración de esta contienda, y su resultado. En ese marco, los soldados y las unidades del NEA tuvieron experiencias diferentes, disímiles, más duras algunas que otras, atravesadas por escenas de valentía, cobardía, maltrato oficial o camaradería, miserias, lealtad y cariño absoluto entre diversas jerarquías. Y esas vivencias son las que trajeron a su regreso, con mayor o menor capacidad para relatarlas, pese a que el contexto social y militar para poder hacerlas visibles no era el mejor. Además, a esas experiencias deben sumarse las que tuvieron miles de padres, madres, hermanos y hermanas, primos, vecinos, compañeros y compañeras de trabajo o estudio de los soldados, que interpretaron a su modo y como pudieron su desempeño en las islas, siempre que hayan podido regresar. Si pensamos que, por cada soldado, hay decenas de personas que los rodeaban antes y después de la guerra, podremos entender la onda expansiva que significó y significa Malvinas para nuestra región.

Los aniversarios “redondos” como estos 40 años siempre son movilizadores, por alguna razón muy humana que tenemos de organizar el tiempo. Creo que es un momento potente y necesario para escuchar esa experiencia, evitar “exotizarla” como dice la antropóloga Rosana Guber, quitarle todo el lugar común que solemos imprimirle, y tratar de oír esas vivencias en su complejidad. Por suerte las veteranas y los veteranos de guerra siempre están dispuestos a compartir su paso por la única guerra internacional en la que Argentina fue protagonista en el siglo XX.

 

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