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Milei asume y cambia de auto: en vez de Cadillac 55, Valiant III

Por motivos disparatados como la falta de VTV y razones relacionadas con la indolencia de algunos funcionarios, el Cadillac presidencial no pudo ser puesto en marcha para la asunción presidencial de mañana. Un coleccionista privado le prestó al presidente electo un modelo no tan distinguido pero de todas maneras bello y apto para lo que el nuevo jefe de Estado desea: el contacto con la gente.
 

Sabado, 09 de diciembre de 2023 a las 07:43

La burocracia siempre mete la cola para frustrar los mejores intentos. En este caso, la buena idea de resucitar un pedazo de historia como es el Cadillac presidencial adquirido por Juan Domingo Perón en 1955 no podrá aplicarse como consecuencia de la dejadez de funcionarios que no se ocuparon de mantener en condiciones de marcha a una joya mecánica que, en 2017, había sido sometida a una exquisita restauración por parte de la Fundación Museo del Automóvil.
La indolencia oficial privará mañana al presidente electo Javier Milei (quien había expresado su deseo de recorrer la Avenida de Mayo a bordo del descapotable más famoso del país) de cumplir con el rito que sí protagonizaron otros mandatarios como Arturo Frondizi, Arturo Illia, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa y hasta el Papa Juan Pablo II, quien transitó en 1987 las cuadras que separan a la Catedral porteña de la Casa Rosada a bordo de la coupé Deville adquirida por el Estado Nacional meses antes de que la segunda administración peronista fuera derrocada por la llamada “Revolución Libertadora”.
El presidente ganador del balotaje asumirá mañana en una ceremonia fuera de lo común, con mensaje a pronunciar desde las escalinatas del Congreso y en contacto cercano con la ciudadanía. No podrá hacerlo en el Cadillac histórico, pero sí habrá un descapotable sustituto a su disposición que según medios especializados fue facilitado por un coleccionista particular. Se trata de un Valiant III convertible que algunas publicaciones presentaron como de fabricación nacional, un dato posiblemente erróneo en razón de que en nuestro país solamente se produjo la versión sedán de cuatro puertas y techo duro.


Todo indica que el convertible que utilizará mañana el presidente para realizar el tradicional recorrido (en contramano) desde la Plaza de los Dos Congresos hasta la Casa Rosada, es una unidad importada de Estados Unidos que comparte con los Valiant nacionales sus características principales como mecánica y plataforma, mas no carrocería, ya que se trata de un dos puertas con techo escamoteable tal como el auto que aparece en las imágenes de este informe.
El Valiant III en Estados Unidos se conoció como Playmouth Valiant, producido por Chrysler con aspiraciones menos suntosas que las aquilatadas por el portentoso Cadillac “de Perón” que, paradójicamente, Perón nunca pudo usar. En su segundo mandato porque fue derrocado antes de que el vehículo llegara al país; y en su tercer mandato (en 1973) porque la conflictividad política lo obligaron a no correr el riesgo de una suerte similar a la que padeció John Kennedy, asesinado en Dallas mientras viajaba en un Lincoln Continental. Por esa razón, Perón decidió dejar en la cochera el Cadillac y se movilizó en un Rambler Ambassador blindado.


Ahora tampoco podrá ser para Milei. Las razones son mecánicas (pérdida de fluido hidráulico en la caja automática y de fluido de frenos en una de las ruedas), dificultades logísticas para retirar el auto del subsuelo del Museo del Bicentenario (donde lo dejaron vegetar durante varios años sin darle arranque) y trabas administrativas que se hubieran podido resolver con un poco de predisposición: se argumentó que carece de VTV y que la cédula verde se halla vencida. Todos los motivos, por más inverosímiles que resulten, hubieran sido solucionables si convocaban a tiempo a Luis Spadafora, el jefe de la restauración que recuperó el famoso vehículo presidencial hace seis años.
El Valiant en el que se dejará ver el nuevo presidente tiene lo suyo, pero sus dimensiones son más acotadas, razón por la cual comparativamente resulta menos distinguido que el Cadillac. Veamos algunas diferencias: el “Caddy” 1955 supera con holgura los seis metros de longitud mientras el producto de la Chrysler no alcanza los cinco metros de largo. El motor del bote adquirido por Perón porta un motor V8 que roza los siete litros de cilindrada y eroga 250 CV, mientras que su reemplazante porta un motor de “sólo” 3.700 centímetros cúbicos. Se trata del noble motor inclinado “Slant Six” de seis cilindros y 170 CV, idéntico al utilizado por los Valiant criollos, producidos bajo licencia por Chrysler Fevre Argentina.


Más allá de los impedimentos burocráticos que impedirán a Javier Milei hacer uso del auto más emblemático de los presidentes argentinos, desde este espacio dedicado al mundo motor hacemos votos para que el histórico ejemplar vuelva a la vida y se mantengan en condiciones de uso. Dejarlo estacionado en un museo no está mal, dado que puede ser apreciado por la gente, pero esos períodos estáticos deberían ser temporales e intercalados con ejercicios dinámicos, en equilibrio con momentos de puesta en marcha y paseos programados en días patrios de manera que tan valiosa joya mecánica no se vuelva a deteriorar por el paso del tiempo.

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