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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Jaque Macri

Macri pateó el tablero electoral con una jugada ajedrecística similar a la de un “jaque mate”. No por previsible, su renuncia a la candidatura presidencial plantó la necesidad de recalcular estrategias. Para Juntos por el cambio, tal vez la misma tenga un efecto ordenador. En el Frente de Todos, en cambio, le quitó fuerza al operativo “clamor”, un jaque a la reina que abrió un panorama incierto.

Por Jorge Eduardo Simonetti

jorgesimonetti.com

Especial para El Litoral

“Quiero ratificar la decisión de que no seré candidato en la próxima elección”.

Mauricio Macri

Casi nunca como ahora, el juego de ajedrez preelectoral se presenta apasionante y complicado para los jugadores y para la sociedad.

Para los jugadores, los políticos, el tablero plantea disyuntivas de movimientos muy disímiles que podrían tener el efecto contrario del que se desea. Mover una pieza u otra, puede cambiar las perspectivas y obviamente los resultados.

Para la sociedad, para quien el resultado no es neutro, porque juega su subsistencia y sabe que su inclinación electoral es el trofeo apreciado por los contendientes.

 Y cuando todo parecía desenvolverse en un juego conservador y anodino, con movimientos calculados de piezas, con el objeto de “no perder”, uno de los jugadores arriesgó una jugada al estilo del campeón Magnus Carlsen de joven, que jaqueó a la reina.

Mauricio Macri, de él se trata, anunció el pasado domingo que no iba a ser candidato a presidente, en un video grabado que conmovió fuertemente el tablero político. El anuncio puede leerse de diversas maneras, como de hecho ocurrió.

Mauricio, al que ni siquiera su padre Franco le tenía fe, hizo una carrera encomiable en la política. A partir de una presidencia exitosa en el club Boca Juniors, fundó un nuevo partido, con él ganó la jefatura de gobierno de Caba y luego, en coalición con otras fuerzas, la presidencia de la nación.

Es cierto, si bien la crítica a su gestión fue la atonía para tomar decisiones fuertes que rompan la impronta populista, no puede dejar de reconocerse que aprendió de sus errores, el tiempo que siguió a su presidencia mostró a un dirigente más consolidado y de mayor volumen político.

 Sin embargo, aunque tiene mucho para dar todavía, quedará en la historia como un presidente democrático, con un gran respeto a la diversidad política y social y señalada vocación para dialogar con los que piensan distinto.

Esto último, luego de tres mandatos consecutivos de los Kirchner cuyo instrumento principal de gobierno fue el de la confrontación, es un valor agregado en la Argentina del siglo XXI, que duró sólo cuatro años antes que volviera el signo político que divide a los ciudadanos.

Su decisión de no competir por la presidencia no puede verse sino como un aporte importantísimo a la cordura, independientemente de las posibilidades de ganar la compulsa y ser el representante de su fuerza política, con amplísimas chances de acceso al poder.

Desde el otro ángulo, el político, la decisión de Macri ha tenido impacto en tirios y troyanos, oficialistas y opositores, simpatizantes y detractores, tanto que la movida puede cambiar en distintos sentidos la estrategia electoral de cada sector.

En Juntos por el Cambio, tanto en el Pro como en el radicalismo, ha sido tomado con alivio por los precandidatos. Entienden que con él no pueden competir en una interna, lo saben líder del espacio, aunque muchos no lo reconozcan en público.

 Sin embargo, quienes conozcan de política se dan cuenta de que un liderazgo no puede obviarse a la hora de contar los porotos para un lado o para el otro.

 La declaración de que “nunca más vamos a tener una marioneta como presidente”, vale para la gestión pública más que para la influencia interna en una fuerza política. 

El peso de Macri en el ámbito cambiemita lo puede convertir en el gran elector aún en contra de su expresado propósito.

Y, si así fuere, las chances de Patricia Bullrich se acrecientan, teniendo en cuenta la inocultable simpatía de Macri hacia la posibilidad de que ella sea la representante del espacio en las generales.

Sin jugar fuertemente por ninguno, el solo hecho del conocimiento de su preferencia puede inclinar la balanza a favor del preferido. Con su renuncia, la posibilidad de influir en la definición de la interna se ha fortalecido.

 En el campamento oficialista, ha sucedido lo propio, aunque las especulaciones tengan otro condimento. Sin dejar de reconocer la inteligente “jugada”, las interpretaciones son disímiles.

 Para la Cámpora, la renuncia de Macri a una eventual candidatura invita a Alberto Fernández a hacer lo propio. El debilitado campamento presidencial interpreta, en cambio, que la invitada a bajarse es la propia Cristina.

De cualquier modo, la movida del creador del Pro, ha significado un jaque a la estrategia del perokirchnerismo, que lo acerca cada vez más a la posibilidad del “mate”. De allí el título de este artículo: “Jaque Macri”, un juego de palabras.

Nadie cree que Fernández piense realmente que puede ser candidato.  Está jugando su juego, piensa que cuando más tiempo mantenga públicamente su posibilidad de serlo, más poder retendrá en ejercicio de la presidencia. Un juego de suma cero, no puede retener poder quien ya no lo tiene.

Creo que Cristina es la que resultó más afectada por el anuncio. La expectativa de su candidatura se potenciaba en la medida que el probable contendiente sea Mauricio Macri. Ambos son principales en sus respectivos espacios, con muy distintos comportamientos obviamente, pero con la misma influencia.

 Como resulta del ejercicio de liderazgos definidos, Macri y Cristina tienen un importante piso propio de votos, mas que cualquiera, pero a la vez tienen un techo bajo respecto a quienes no forman parte de su núcleo duro. Este fenómeno es más determinante en ella.

Pero ambos tienen necesidades distintas y diferentes estrategias. Cristina, acostumbrada a crear a partir de un enemigo, real o imaginario, quedó sin contraparte con el desistimiento del expresidente, y, consecuentemente, sin enemigo a quien atribuirle todas las culpas. Pierde, así, gran parte de su razón de ser.

 Ella partió de la estación de la “renuncia” a cualquier candidatura como reacción a la condena judicial, para luego pasar al operativo “clamor” para que revea su decisión.  Si Macri no juega, la vicepresidenta pierde peso en su supuesta gesta antiliberal.

Temo que, finalmente, optará por la “gran Menem”, una saludable candidatura a senadora para salvar la ropa ante la inminencia de las rejas a raíz de la marcha judicial de sus causas.

Dentro de las especulaciones que se realizan tras el anuncio, se intuye que el desistimiento macrista generará un efecto ordenador en las internas tanto del oficialismo como de la oposición.

Despejada la inmanencia de Macri en el campamento cambiemita, las candidaturas se definirán con mayor libertad y la campaña tendrá contornos mucho más definidos.

En el oficialismo, probablemente pierda fuerza el operativo “clamor”, Cristina quizás se corra definitivamente de la candidatura a presidenta y comiencen a construir un candidato medianamente competitivo, tarea harto difícil.

De cualquier modo, el expresidente hizo una jugada arriesgada, que le traerá beneficios, adquirirá centralidad en la tarea de ordenar su espacio, aumentar su influencia en el mismo, y generará en el contrario la necesidad de recalcular el plan.

“Jaque Macri”. Fin de la partida.

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