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Poesía y melodía como válvula de escape

Los autores de simples canciones pero duras razones han tenido la osadía y valentía, de gritar a los cuatro vientos verdades que se hicieron canto de libertad.
 

Viernes, 09 de febrero de 2024 a las 17:23

Parece insignificante. Poca cosa para hacer cambiar actitudes políticas y otras yerbas que el hombre alimenta en su sed endemoniada por el desmedido poder.
Sin embargo, han sido mucho los autores que han hecho cambiar con una simple expresión que, por su elocuencia torcieron voluntades inamovibles. En principio: juglares, trovadores, como armas viables de conexión directa con el pueblo.
Hubo en nuestro tiempo, voces y rostros que desde un escenario popular pusieron alma, corazón y vida, a los poetas contestatarios, punzantes, quienes desde abajo, desde la misma realidad, le ponían su sello de inconformismo y realidad.
El tango mostró también impensadamente sus garras, cuando la vida comenzó apretar las gargantas con una economía en ciernes, casi igual ahora, pero mucho antes que los muchachos se graduasen en la especialidad de vivo: idóneos en corrupción política.
Había por allí, un compositor que siendo muy joven tenía la suerte de elección, que con apenas 17 años, Gardel en el pináculo de su carrera, le cantara mucho de sus temas.
Ese habilidoso letrista era, Enríque Cadícamo, que se le adelantó dos años a Enríque Santos Discépolo, y su tango de protesta; “Cambalache”, estrenado en 1934, cantado por Sofía “La Negra Bozán”.

Una válvula, para sacar bronca, para que se enteren. A que se den por aludidos. A que nada queda impune.

Mientras el adelantado joven Cadícamo, lo hizo en 1932, cuya poesía le pertenecía con la música del guitarrista de Gardel, José María Aguilar.
Su tango “Al mundo le falta un tornillo”, era consecuencia de la pobreza que el mundo experimentaba como consecuencia del Crack económico de Wall Street, que “adelgazó” en esperanzas, igualito ahora en incertidumbre y búsqueda de explicación alguna.
Su tango es elocuente, viendo algunas de sus estrofas: “Al mundo le falta un tornillo / Hoy la guita anda de asalto / Y el puchero está tan alto / Que hay que usar el trampolín. / Si habrá crisis, bronca y hambre. / Que el que compra diez de fiambre / Hoy se morfa hasta el piolín.”  /
Lo veraz marca la “chanza”, por eso la adhesión de coincidir con la apreciación.
El “Cambalache” de Discépolo no se guarda nada: “Hoy resulta que es lo mismo / ser derecho que traidor… / ignorante, sabio, chorro, / generoso, estafador… / Todo es igual, nada es mejor: / da lo mismo un burro que un gran profesor..! /  No hay aplazaos ni escalafón, / los inmorales nos han igualao. “/
Y, para el tiempo de los “años de plomo”, el argentino comenzaba a salir de la inocencia de la ignorancia, porque quien ignora la sabe solamente de “mentas”, sin la experiencia propia de las improcedencias que se tomaban frente a frente.
También tuvo su narrador y denunciante público, un joven rockero de ideas brillantes, y argumentos cantantes y sonantes: Miguel José Cantilo, el del dúo Pedro y Pablo, con su “Marcha de la bronca”.
“Bronca cuando a plena luz del día / Sacan a pasear su hipocresía. / Bronca de la brava, de la mía. / Bronca que se puede recitar /  Para los que toman lo que es nuestro / con guantes de disimular / Para el que maneja los piolines / De la marioneta universal.” /
Las murgas del Uruguay las adoptaron, porque no solo tiene contenido sino también una sincopa que invita a recitar verso por verso. Amenizar los desbordes con la alegría también de su obrita poético-musical.
Muchos fueron los artistas que le cantaron al desagrado, la producción de obras fue prolífica motivados por las urgencias de que la libertad sea verdaderamente libre, que los Derechos Humanos una realidad no una promesa, y la solidaridad una costumbre de gente buena, gente como uno.
Hubo de todo. Nos cantábamos la vida. Celebrábamos el encuentro en búsqueda de las urgencias. Tenerlos en escenario a un Horacio Guarany, Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, leerlos a Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez desde sus luchas.
Eran luces que brillaban con luz propia, haciendo los deberes apasionadamente, arriesgando, con la censura al cuello.
Hay una reflexión en tiempo de canto en que las letras de Armando Tejada Gómez, se hacen perentorias para no dejar de olvidarlas, para proclamarlas y que nadie olvide:
“Me llamo Juan y no tengo / más que mi sombra en el mundo, / pero como yo soy Juan / creo en la sombra que tengo. / Ahí donde usted la ve / Mi sombra es raíz del tiempo. / Ellos pasan y no creen / son tristes y amargos ellos..! /  Gente sin sueño y sin Juan / entre la tierra y el cielo. / Ellos pasan. Y ni sueñan / que cuando pasan, yo quedo. /  Siempre de aquí para allá: / soy Juan de la tierra y basta. / Vaya donde vaya yo / conmigo avanza la Patria /  A los Juanes nos dejaron / no más de cuatro palabras: / apenas las que hacen falta / para nombrar la esperanza, / pero es que al que siembra y sueña / ni falta le hace nombrarla. / Yo soy Juan esperanza / y, entre semilla y semilla / le ando deshojando flores / a doña Juana Alegría. / ¡El día que hagamos yunta, / qué fiesta va a serla vida..!” /
Hubo un talentoso y bravo cantante vasco español llamado Patxi Andión, que no se la reservaba todo. Era capaz de decirlo cantando lo que otros no se animaban.
Su tema “El maestro”, habla a las claras cómo el saber se antepone a regímenes soberbios, acostumbrados a la calma de la nada. Llego un Maestro a un pequeño pueblo y comenzó a revolucionarlos, hablándoles de Derechos Humanos, de libre expresión, de la libre libertad.
Los dueños del pueblo decidieron exonerarlo, porque es mejor la ignorancia que la inteligencia pensante. Así se pensaba en forma liberadora, con valentía y constancia donde autores y cantantes descorrían el telón de la larga noche. 
Una válvula de escape, para sacar bronca, para que se enteren. A que se den por aludidos. A que nada queda impune.

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