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30 y 31 de marzo de 1843 | Madariaga cruza el Uruguay

Por Prof. Miguel Angel R. Villalba.

Por El Litoral

Domingo, 31 de marzo de 2024 a las 17:24

Los primeros días de diciembre de 1842, el  06, en las inmediaciones del arroyo Grande, en Entre Ríos, las fuerzas de Buenos Aires, comandadas por Manuel  Oribe chocaron con las correntinas bajo el mando de Fructuoso Rivera, en un furioso como sangriento combate, del que los porteños salieron victoriosos y los correntinos perdieron todo, “hasta el honor”, como se dijo.  
La derrota produjo una estampida tanto de los combatientes  como de la población de los pueblos  que desde Pago Largo conocían las funestas consecuencias de las derrotas. Degüellos, confiscaciones, etc.. La mayoría escapó al Brasil, incluso el gobernador Pedro Ferrè, quien luego de breve estancia en Paraguay, recaló en San Borja. 
Corrientes volvió  ser Rosista. El nuevo gobernador, Pedro D. Cabral recibió una división del ejército de Urquiza para defender la frontera; su  Cmdte., José Miguel Galán, se instaló  con 1000 hombres en San Juan del Hormiguero (Sto. Tomé) y La Cruz. Con mas la guardia del Santana,  vigilaron celosamente los movimientos de los exilados, ayudados incluso por los Imperiales portugueses, enemigos de los farrapos.   
Los huidos, unos trescientos, encabezados por Joaquín y Juan Madariaga, allegados a Alegrete, consiguieron de Bento Gonçalves, presidente de la novel República Farroupilha, autorización para  acampar en el Inhandui, donde desarrollaron los planes de retomada de la provincia. Aunque no honraron la hospitalidad concedida. Un grupo asaltó por lo menos dos estancias,  apropiándose de  caballos y hacienda y cobrándose alguna que otra vida, actos que los anfitriones denunciaron, atribuyéndolo a gente de Virasoro.
Por esos días, el 24 de febrero de 1843  en el Paso del Yatay sobre el Uruguay se funda la ciudad de Uruguaiana,  poblada  inmediatamente  con gente venida de Santana Velha, en tanto un rancherío se levantaba de este lado. De modo que hacia fines de marzo  una crecida población se ubicaba en el  sitio elegido para el cruce.
Mientras  grupos liberales  operantes, desde el 28 de marzo,  conmocionan la Provincia, Madariaga y los suyos, procedentes desde el Inhandui arriban, al amanecer del  30 de marzo de 1843, jueves, a la barra del arroyo Itapitocay en el Uruguay, al sur de Uruguayana, lugar de difícil acceso y, llamativamente, sin vigilancia. Y eso cuando los dos mil hombres que decía contar  Galán, o los 1600 que le adjudica Urquiza, o los 800 que menciona Pellegrini, sin citar fuente, aseguraban que “ni un pájaro atravesara el río,” sin que  fuera percibido.
Los invasores, que aspiraban  atravesarlo de inmediato, se encontraron sin los botes que “un agente encargado” se había comprometido a proveerlos,  debiendo aguardar ocultos todo el día 30  su envío desde Uruguaiana, “con la esperanza de obtener de noche las embarcaciones, que deberían “sustraerse” –lo dice Juan- del puerto de la novel ciudad”. 
Este atraso desmoralizó a la tropa y aumentó el temor a las patrullas federales que imaginaban recorrían la costa y provocó, dice Juan Madariaga, “una dislocación  en la fuerza. Unos negándose a acompañarnos… y otros, (que) … desertaban vergonzosamente”. 
De modo que la cohorte originaria de 280 hombres, disminuyó bastante. Para colmo, el “agente encargado” apareció tardíamente,  con solo dos canoas, insuficientes para cruzar parque, monturas y los que no sabían nadar.  “Me embarqué, acompañado del Cnel. Bernardino López y dos asistentes –refiere Juan- en una canoa que no permitía mas personas, cargando unas monturas,…. Simultáneamente, el Cap. Emilio Carreras con 12 hombres y monturas en mayor número, pasaron en la otra canoa o chalana”. (01)  
Arribados a la costa correntina, manifiesta Juan, “…colocamos una pequeña luz, para que ella sirviese de guía a los que se lanzaban a nado conduciendo algunos de ellos hasta 2 o 3 caballos a la rastra.”  Joaquín, que comandaba en Jefe la misión bajo Acta firmada previamente por la oficialidad, “quedó en la otra margen para estimular el pasaje”  –expresa su hermano- (02). Mas tarde, Joaquín  dirá  que “Solamente 40 hombres lograron pisar tierra correntina esa noche,  algunos perecieron ahogados y se perdió casi toda la caballada de reserva”.
 El viernes 31, permanecieron  escondidos en el monte costero,   evitando las posibles patrullas enemigas. Debió ser aquí, que  “Prudencio y Bernabé, hermanos del “Mocito” Acuña, y los jóvenes Antonio y Florencio Chamorro”  se aplicaron a la construcción de  “unas balsas o jangadas provisorias con troncos de árboles de la orilla, en qué efectuar la travesía.”  (03), que habrían sido una o dos, atento  que aquella debía realizarse en forma sigilosa y encubierta.
En cuanto al pasaje,  Castello asienta que “la travesía duró toda esa noche (del 30) y el día 31, ininterrumpidamente, finalizando a la caída del sol”. (04), mientras que otro autor precisa que el grupo mas numeroso lo atravesó a la tarde-noche del 31. Los recibió la noche lóbrega, tempestuosa y con el río agitado. “Una noche en que la propia naturaleza parecía querer probar la decisión de osados caballeros, pues una furiosa tempestad encrespando las aguas del Uruguay disputa con energía el pasaje”, anota Valerio Bonastre. (05) En la oscuridad, los “osados caballeros” debieron luchar a brazo partido contra las olas por espacio de horas para lograr superar el curso de agua.
Don Hernán Gómez manifiesta que en la ocasión, “los hombres que  quedaron en la orilla brasileña, entregaron a los expedicionarios sus caballos y sus armas, quedando a pie e indefensos”.
“La legión  estaba ya formada en tierra, empapada y sus pertrechos en desorden cuando  pisó tierra el Jefe, -sigue Gómez- que con  fervor patriótico incomparable lanzó una VIVA!, aclamado entusiastamente por  sus bravos camaradas”.(06) Eran las 4 de la tarde del 31.  
Los que quieran acompañarme dijo Joaquìn, “den tres pasos al frente. Ciento ocho valientes así lo hicieron entre aclamaciones de entusiasmo …. A los que quedaban,  sin resentimientos, les prometió puestos en el Gobierno” si conseguía triunfar. Serrano revela que su testigo, Florencio chamorro, se conmovía al recordarlo. (07) Los celosos guardias federales? Bien gracias, no aparecieron. 
Los conjurados integraron la llamada “División Libertadora”. Pero, cuántos eran, realmente?  Porque  108 es “el número que  Madariaga consigna en el “Manifiesto del Comandante en Jefe … a sus compatriotas”, publicada el 6 de julio de 1843, mientras que son 104 los que figuran en la lista firmada por el mismo Joaquín y presentada al Congreso Provincial el 30 de Agosto, como anexo a su mensaje de ese día. (08). Pellegrini escribe que, para él, , ”en las listas figuran solo los guerreros, omitiéndose los civiles, que los hubieron”,  (09). 
Se sostiene que Joaquín Madariaga anhelaba ingresar el 31 de marzo, en homenaje a su amigo y jefe Genaro Berón de Astrada que un día como ese, cuatro años antes, se inmolara por la libertad en  Pago Largo. ”He jurado pisar tierra de Corrientes y lo cumpliré, dijo a los que lo seguìan  –y agregó-  Somos tres hermanos  Madariaga, algunos domésticos  y algunos  fieles que me acompañaron en esta fecha”. (10)  
El resto es historia conocida. Joaquín gobernará Corrientes hasta el aciago día de Vences, el 27 de noviembre de 1847, cuando cumplía 48 años. 
 

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