El asaltante hará un recorrido por las voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acercará, además de poemas, su visión de la poesía.
Arte poética.
Cree que un poeta que proclama su arte poética está condenado a traicionarla. Además, afirma, es la poesía la dueña del fondo, de la arquitectura y de la música del poema, son marcas que trae de su insondable origen. El poeta sólo busca como ordenar ese impulso, es sólo un amanuense de un esplendor que no puede provocar su voluntad. Aunque hay poetas a los que la poesía les concede una sola voz. No hay deber ser en la poesía que sea eficaz sino el que origina su mandato.
Teuco Castilla
Muestrario mínimo
Del libro Baniano
India
XIX
A Joaquín Giannuzzi y Libertad Demitrópulos
La brasa de la luz
y la carne
dilatando los hombres,
afeminando el barro
hicieron Benarés.
¿Hay un sitio
donde se una lo sagrado y el cuerpo
que no sea en el asombro
de ir desapareciendo?
¿Quién sino el hombre que huye
de su propia distancia,
que se va quedando en lo que ya se ha ido
puede, sin ver su llaga,
mirar un río?
No hay como su sensación
templo tan profundo
que deshunda el agua,
ni inmensidad
como la de seguir naciendo
para perder futuros.
Como el río.
Aquí viene a morir, en una casa azul espera
que se borren el día, sus hijos, el olfato y el tacto.
Junto a su mujer anciana
secreteándose
comen sus huecos,
intersticios de su historia
pedazos de un pan
que nunca podrá ser dividido.
Ella lo ayuda:
si ocupa todo el recuerdo
le vendrá el olvido. Le deja, eso sí, que tenga,
su jarro, su nombre, su sombrero
(todavía está imantado)
y lo lleva al Ganges
para que alce el agua y la aplauda
y la deje caer en la luz
pues para cruzar el infinito
hace falta una infancia.
Junto a él, otros, van perdiendo su alguien
(también su alguien pierde
el que pide salvarse)
Todos
lámparas con el agua al pecho
entre la vida y la muerte
perplejos
en un fuego sin instantes
hicieron esta turbulencia, estas lenguas sin gravedad
que unge el río y tiemblan
de tanto adiós sin salir de la carne.
¿Qué media entre ese adolescente que se zambulle
y el niño que flota
sin luna, en el fondo?
No es la muerte
sino la forma
en que los abandonó el espacio.
¿Qué abisma al hijo con esas varas encendidas
que, antes de prenderle fuego,
da vueltas alrededor de su madre,
que no sea señalar un sitio
pues no hay sustentación
ni pierde distancia lo que cae?
Y entre la muerta
sin fondo, en su mortaja
y el esposo que se afeitó los cabellos
para despedirla
qué se rompe
sino un relámpago
y cada uno vuelve a su soledad
de no ser ni solo
pues a la muerte la une la
asimetría.
Ese cadáver que pasa sobre la
corriente con un pájaro vivo
parado
sobre la profundidad de su cabeza
flor de agua va como el río
de cuerpo presente
en su ausencia.
¿Dónde está Benarés
sino en todo lo lejos que estamos de nosotros?,
cruzando el día
como apagones, haciendo noche
en la fosforescencia,
buscando camino donde sólo hay señales,
cada uno en su espejo
para que el otro no se vea,
llamando dios
a lo inestable
queriendo llenar la velocidad
con una piedra
hasta llegar a Benarés
y hundirse en el río
para acabar en alguna forma
y ser uno la salida
a la que nunca llega.
Y el hombre le dice al dios:
esta es mi carne
la única que te queda.
Desde el río se ve el humo
sólo hay una orilla
donde el muerto comienza.
Esa nube es él. Ahora se ve cómo
se sentía
y cual era la forma que se
desorientaba
en la forma que él era.
Ahora no importa dónde arde.
Tampoco en la vida
tuvo dentro ni fuera
ni lo retuvo un sitio.
Lleva una luz que la luz no toca.
No se detiene
porque todo lo atraviesa.
Lo dan al río. Se lleva
el agua sus cenizas.
Agua sin agua sentirán que llueve
cuando nunca vuelva.
Del libro Poeson (Al Universo)
Imprecisión
Estos sistemas ocurren
en un solo acto
inconcluso.
O son una pérdida interminable
o una anunciación,
sólo una anunciación
por lo que somos
temerariamente reales
e inconcretos.
Reconocemos el huero esplendor de estas regiones
-ambulábamos allí
cuando no éramos-.
Ese abismo perdura
en los ojos sin fondo de los
animales, la desolación de la luna,
y en la atónita orfandad de los
objetos.
Ni en la muerte podemos acampar
ni llegar al origen,
ni hacer pie en el tiempo.
Concebimos el mundo
que nos está concibiendo
O quizás,
todavía
no estamos en el mundo
sino en su presentimiento.
Neutrinos
Nos atraviesan.
No los detiene
la ofuscación del astro
ni los varía
la lenta insolencia del cometa.
Una lluvia interminable
en los predios sin edad
del espacio
que contiene estos sistemas
que no están donde creen
pues todo ocurre en un tiempo perdido.
Hilo por hilo unen
la materia
al vacío.
Y en esa trama eres otra línea de fuga.
Los neutrinos te sostienen aquí,
latente.
Sólo un momento.
Para que el mundo pueda construirse
lo que existe
no debe saber que ya se ha ido.