Por Eduardo Ledesma
Edición gráfica: Belén Da Costa
“Hay una incomodidad de poder seguir aportando, entre los empleados públicos, cuando la calificación que cae sobre el trabajador estatal es de crimen”, señaló Valeria Ojeda, doctora en Ciencias Sociales, docente, investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Nordeste y especialista en derecho público.
Con ella hablamos del desarrollo de sus investigaciones en la Administración Pública de Corrientes. También nos preguntamos qué pasa con el trabajo y la política. ¿Todos los empleados del Estado entran por política? ¿Trabajar en el Estado es ser ñoqui? ¿La política es la causa de la corrupción? ¿El Estado precariza?
Responde hoy: Valeria Ojeda.
Valeria. Desde 2008 vos te dedicás a la investigación en ciencias sociales del trabajo y en administración pública y dirigís un proyecto de investigación cuyo título habla de la dimensión humana del trabajo estatal. ¿Qué es esto?
El trabajo estatal, cualquiera sea su naturaleza, está cruzado por múltiples dimensiones. Generalmente, y en términos populares de circulación masiva, la dimensión que más emerge del trabajo tiene que ver con lo económico, con esta cuestión productiva netamente calificada por lo que se produce y por lo que es valorizable.
Cuando hablamos de la dimensión humana, lo que tratamos de traer a la escena, después de mucho tiempo de prevalencia de esta visión netamente productivista, es justamente recuperar qué les pasa a los sujetos; cómo construyen identidad; cómo construyen significados y qué cosas ponen en juego para ser trabajadores estatales. Son todos esos entrecruzamientos que tienen que ver con lo personal, con lo laboral, con lo profesional, lo organizacional, lo cultural y también con lo afectivo ligado a aquellos vínculos que se construyen para poder trabajar en un determinado lugar.
También en otro trabajo de investigación, hablás de las categorías burócratas, funcionarios y trabajadores. ¿Estas categorías qué son?
Un burócrata, es aquel trabajador funcionario administrativo no político, un funcionario de la línea administrativa que desarrolla una serie de tareas que pueden ser de planificación y de naturaleza estratégica. Cuando pensamos en las burocracias intermedias asumimos que los trabajadores constituyen la porción más operativa de todo el ecosistema burocrático estatal. Y los funcionarios definitivamente son los funcionarios políticos. Esto era el anterior proyecto. Después de rodar un tiempo, pudimos encontrarnos con otro concepto que nos pareció que sí daba cuenta de la realidad: burócratas de nivel callejero. Es decir, trabajadores del esquema burocrático pero que son justamente esta primera línea de encuentro con la ciudadanía.
En otras palabras, son los médicos de la sala, policías, docentes. Pero no solamente estas figuras más visibles en el marco institucional, sino también una trabajadora social en un barrio, un ingeniero que está abriendo un frente de obra, el barrendero, el señor que hace el control del tránsito, etcétera. Son todas esas personas con las cuales día a día nos encontramos los ciudadanos y que además configuran una primera imagen de lo que hace el Estado y que en algunos lugares inclusive no tan urbanos, como en sectores rurales, muchas veces son la única representación que tienen los ciudadanos del Estado allí.
¿Qué pasa con ellos? ¿Se asumen como burócratas?
Nosotros habíamos hecho un pequeño ensayo, en el marco de este proyecto más grande, donde justamente indagamos sobre cómo se sentían, cómo se percibían. La cuestión de la burocracia como palabra y como significante de algo denso, de algo anacrónico, pesa mucho en las formas en las cuales la gente se entiende. Definitivamente, si bien los trabajadores no desean enrolarse en esa categoría de burócrata, sí forman parte de un espacio que está burocratizado. La palabra burocracia se ha bastardeado, maltratado y finalmente en algunos espacios, hacía falta un poco más de delineamientos burocratizantes.
¿Por qué?
Yo hice una tesis doctoral con tres Ministerios de Corrientes que daba cuenta de esto. Eran el de Salud, el de Justicia y la Secretaría General de Gobierno. Fue un estudio del 83 al 2012 y fue para revisar cómo se movía esa tal burocracia.
Justamente una de las tantas conclusiones fue que lo que operaba como estructura de sostén de los productos y servicios de la administración estatal correntina no era un esquema burocrático, sino un esquema patrimonialista o en todo caso pre-burocrático.
Quiere decir que más allá de que hay un tejido, un plexo normativo, de regulaciones y de un montón de cosas que están dispuestas en términos institucionales hay cierto entendimiento de decir “si yo soy jefe, si yo tengo cargo un departamento o una dirección, lo puedo operar en función de otros términos que no son los que están estatuidos”. Tiene que ver con asumir que en el marco de una determinada porción de poder que tienen los trabajadores de las burocracias intermedias, se puede decidir por fuera de lo normativo. Y quizás, no se trate de si está bien o está mal. Por ejemplo, quizás sea necesario que ese jefe permita a una mamá que vaya a buscar a su chico a la escuela todos los días y que la normativa no lo diga.
El trabajo del Estado, el empleo estatal, el empleo público y todo lo que podamos decir al respecto está en tensión. ¿Qué pasa hoy?
Vos me preguntas qué pasa y yo la verdad que no te puedo decir qué pasa. Sí estamos explorando, a meses del inicio de un gobierno que calificó al Estado como una organización criminal. En ese sentido, veníamos explorando con algunos trabajadores y trabajadoras cómo afectaba esto y cómo afectaba esto sus entendimientos respecto a su trabajo. Hay como una fuerte discusión, una gran incomodidad de poder seguir aportando todo lo que aporta un trabajador estatal cuando la calificación que cae sobre la organización que lo contiene es de crimen, de delincuencia, una calificación peyorativa. Si ya los trabajadores estaban acostumbrados a que le dijeran ñoquis, ahora son criminales.
También es una etapa donde la ciudadanía se ha expresado en las urnas, y muchos de esos que se expresaron en las urnas están siendo calificados de esta forma. Por el mismo gobierno que apoyaron. Entonces es un trabajo muy arduo en términos subjetivos también para estos trabajadores y trabajadoras porque tienen que seguir operando entre las circunstancias y haciendo un montón de ajustes emocionales y en términos de afectividad. Por eso es que hay un sentido común que anda dando vueltas por ahí, es que hay mucha angustia entre los trabajadores. También hablan de un concepto que es el de “fingir demencia” que es una frase que está circulando, parece casi un meme. Pero ese fingir demencia tiene un costo en términos psicosociales y que también afectan a lo laboral.
¿Todos los que entran al Estado entran por política?
No, definitivamente. Porque tenemos muchos niveles del Estado y en cada uno de esos niveles hay múltiples organismos con múltiples sistemas de ingreso. Sin embargo, hay formas de ingresar que no solo son por política. Lo que se comenta es, por ejemplo, el puntero que entra a trabajar en el ministerio tal porque trabajó con el doctor tal en la campaña de tal político. De ese tipo de ingresos hay, por supuesto, pero no califica a todo el Estado y a todo el proceso de ingreso.
Entonces no podemos decir que en el Estado se entra por política. Se ingresa muchas veces por redes de reciprocidad, de conocimiento, familiares y de amistad. La cuestión del capital social es muy importante. Y no precisamente es porque sea del partido A o del partido B. Muchas veces es porque “el padre conoce a la directora de ese organismo”, entonces ingresa.
¿Trabajar en el Estado es ser ñoqui?
El Estado tiene múltiples formas de trabajo. Hay algunas en las cuales es necesario que el trabajador esté detrás de un escritorio, brindando un servicio cara a cara con la comunidad. Pero un profesor no puede ser ñoqui. Difícilmente, porque tiene que estar a cargo de personas. Y así con un médico, un ingeniero, profesionales y no profesionales. Creo que en esta temática, es arrolladora la peligrosidad de la generalización. Sin embargo, actualmente las políticas que se están llevando adelante, que tienen que ver con el Estado, están justamente sustentadas sobre grandes generalizaciones y eso es preocupante.
¿La política es la causa de la corrupción? ¿La política es esencialmente corrupta?
Eso depende del posicionamiento político, filosófico e ideológico que sostenga quien te vaya a responder. Y yo soy una convencida de que la política es justamente lo que nos permite vivir en sociedad. El ejercicio de la política muchas veces puede llevar a negociaciones que en muchos casos son espúreas, que claramente están teñidas de este tipo de conductas porque somos humanos, porque robamos, porque hay intereses en pugna. Pero creo que por esos cuantos ejemplos, no podemos calificar a la política en general. Yo creo que es lo que nos permite un bienestar social, un vivir en sociedad de manera no conflictiva. La política es lo que nos debería permitir sentarnos a conversar.
El Estado muchas veces gestiona el trabajo muy precario, paga incluso asignaciones o planes no remunerativos, por debajo de toda escala.
Te voy a hablar de nuestro objeto que es el trabajo público en Corrientes. El Estado Provincial correntino ha sido y continúa siendo, pero mi trabajo llega hasta el 2015, un empleador con algunas mañas… Quizás estoy buscando eufemismos para decir que el Estado correntino precariza a partir de un montón de fórmulas que parecieran ser trabajo, pero que son otra cosa.
Voy a ser de abogado al diablo. Lo hace porque no hay empleo privado, entonces tiene empleo de mala calidad para contener mínimamente.
Es una de las funciones del Estado, que es algo que nunca se discute. El Estado viene a solventar en cierta forma, a mitigar las inequidades e ineficiencias del mercado de trabajo provincial y regional.
Hay becas a profesionales, contratos de locación de servicio que esconden una relación laboral pero que finalmente son un vínculo comercial. Y luego toda la gama de planes y programas en donde los trabajadores por planes y programas tienen cierta asignación horaria y de tareas y sin embargo se les asignan otras jornadas mucho más extensas y otras tareas mucho más intensas.
Nos pasó en el nivel municipal y en el provincial haber detectado hace años ya una demanda por parte de los precarizados: “Nosotros trabajamos más que los de planta permanente. Sentimos que trabajamos más que los de planta permanente. Se nos exige más con la promesa, y esa promesa es como una zanahoria”.
¿El Estado busca estos trabajos que hacen ustedes para ordenar el empleo dentro de su burocracia?
No ha sucedido. Estoy en Corrientes y sí hemos tenido consultas por parte de otros estados vecinos, municipales y provinciales, pero acá no. Pero el trabajo y nuestro trabajo están disponibles. Nuestra fuerza de trabajo, nuestra disponibilidad, el tiempo y las ganas de reunirse y de compartir trabajo están totalmente a disposición.