El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía.
Una Poética
La poesía me llegó tempranamente como una forma de conocimiento intuitivo y esencial. Se manifestó en la curiosidad por el lenguaje, las canciones, la contemplación del entorno y la reflexión sobre el arte en relación a una búsqueda espiritual.
Música y palabras estuvieron siempre, hasta que descubrí que eran dos caminos de exploración. Escribir y cantar siguen siendo una manera de traducir la experiencia, para decir el mundo, para comprender la vida.
¿Cómo sucede eso? Al ser consciente del instrumento, así como se afina la voz, se enfoca la mirada, se agudiza la escucha, se amplía la percepción. Y en esos procedimientos, los aprendizajes paralelos: los referentes, las influencias, el diálogo con otros lenguajes, y el oficio centrado en las palabras como laboratorio, refugio y destino.
Para Eugenio Montale, poeta y músico, la poesía es un monstruo: es música hecha con palabras. Me gusta esa definición que habla del misterio de la poesía, de su ser inclasificable, de esa naturaleza doble, híbrida, en la que se fusionan dos partes para dar a luz una nueva. Un ser fantástico, anómalo, que causa espanto y alivio a la vez. Tal vez esa anomalía tenga que ver con la inusitada novedad que propone la poesía para sacarnos de una mirada velada de la realidad y llevarnos a otros planos de revelaciones a través del lenguaje.
En mis últimos libros hay una búsqueda que fue intensificándose en esos dos planos: la voz de la escritura y la voz del canto.
En Spirituals, la música afroamericana fue el detonante. Y hubo una conjunción de esas voces con experiencias personales que tenían la misma tonalidad. Un “to feel blue” que reconocí siempre presente en mí.
Los Spirituals y el dolor humano, la nostalgia de las pérdidas, el asombro ante la fugacidad del tiempo, el misterio del más allá. Pero también la celebración de lo cotidiano del Gospel, la exaltación del presente, que alcanza a veces la dimensión de un himno.
En La Voz la inspiración llegó a través de un objeto: El caleidoscopio. Un artefacto que me invitó a examinar la realidad, heterogénea y variable, fragmentada y particular.
Así como una caracola trae el mar, el caleidoscopio me trajo el pulso de lo inmediato, el latido de lo cotidiano. Descubrí que las cosas tienen una voz, algo que decir o cantar o callar.
El juego de espejos me propuso mecanismos para comprender la simplicidad y la complejidad de la invención.
No es sencillo definir la propia poesía, se escribe en estado de necesidad y entrega. La atención está ahí. Uno se deja llevar y a la vez vigila ese derrotero. Podría decir que he seguido, sobre todo, una poética del ojo y de la oreja, lo visual y lo auditivo en amistad con el corazón. Como dice Diana Bellessi: “No hay poema si el corazón no lo empuja”. El resultado creo que es una lírica intimista que recala en lo doméstico, lo invisible y en la hondura que nos revelan esos micro universos.
Stella M. Ponce
Muestrario mínimo
¿Qué es un poema?
el poema es una mesa
para apoyar las palabras
y que descansen y revivan
sobre la misma materia
de la que están hechas
madera densa y oscura de ébano
por ejemplo, en versos herméticos,
o lustrosos y apreciados como el cedro
a veces, palabras con persistencia de roble
sin embargo, mi poema elije
el sencillo eucaliptus de corazón
fragante, bálsamo para la voz
herida que cambia corteza áspera
por lonjas suaves
tal vez el papel, en su defecto, resista
el tallado silencioso de la respiración
que poeta y carpintero comparten
en el arduo oficio de construir apoyos
Naranjas al sol
un carro cargado de naranjas
a mitad de la cuadra
bajo el sol de la siesta
golpea el caballo los cascos
sobre el asfalto
golpea el chico el cajón
sobre la vereda
por esa necesidad
de fundirse en la música
cae una naranja y se parte
sobre el cordón
Médanos
ir de un abrazo a otro
recostarse en el hombro
del hombre
del hambre
cuando el amor
cuando la sed
dibujan círculos
en la piel dormida
y el vacío
y la espera
son médanos
que mueven
una arena muy fina
de un sitio a otro
Siembra
Parece mentira -dijo- de una semillita tan chica nace un árbol tan grande.
Es cierto -dije- aunque me pregunté si la vida sería siempre tan lineal.
En el silencio de la casa podía escucharse: Todos venimos de una semilla.
Él seguía en el patio sacando las pepitas de las vainas de ibirapitá
que habíamos juntado en la plaza y yo en la cocina
las pasaba a un frasco para llevarlas al campo.
No tenemos hijos pero de alguna manera la siembra sigue imponiéndose.
Poemas del libro Spirituals
Spiritual
Nobody knows the trouble I've seen
Nobody knows but Jesus (1)
cada nota blanca
cae suave y se interna
en la tierra de cada uno
es como si nevara
(nobody knows
nobody snows...) (2)
pero nadie puede ser música
en copos lentos que caen
nadie sabe decir sus pesares
fría y copiosamente
nevándose
(1) Nadie sabe los problemas que he visto / nadie sabe excepto Jesús...
(2) Nadie sabe / nadie nieva…
Tregua
It’s me, it’s me, O Lord
standin’ in the need of prayer (1)
de la cuerda del tendedero me cuelgo con broches
junto a la ropa húmeda a descansar
soy una prenda más bajo el sol que declina
con gotas que se escurren sobre la piel ajada
y esto se parece a la resignación
con que una camisa, a mi lado,
espera la noche
-los brazos extendidos en cruz-
en su propio calvario
(1) Soy yo, soy yo, Señor / de pie, en necesidad de oración
Los nombres y la vida
Hush, hush, somebody's calling my name
Oh my Lord, Oh my Lord what shall I do, what shall I do? (1)
stella maris en medio del río
madre la vio
y yo nací ahí
antes, mucho antes
de haber nacido
en ese nombre
con esa estrella de mar
sobre el uruguay de los pájaros
por la pura invocación sobre las aguas
ella miraba desde el barco
cielo y agua, agua y cielo
hasta que apareció la imagen
con un manto de pliegues celestes
en medio del faro anochecido
quizá el temor y la soledad
le hicieron decir: es enorme la virgen
y hubo luz de aura en sus ojos
cuando pensó
si alguna vez...
si llega a ser niña...
y dice ella que entonces juntó las manos
y sacando aire de sus entrañas
exhaló el primer soplo
y me nombró.
(1) Silencio, silencio, alguien está llamando mi nombre / Oh, mi Señor, ¿qué voy a hacer?