El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía.
POÉTICA
¿Acaso la vida no es un camino cuya salida representa un misterio? El viaje es la búsqueda de esa salida que nos hace avanzar y retroceder, presas de titubeos y dudas. Hay que ir haciendo camino, sorteando dificultades, y mi forma de hacer camino es la poesía. Por eso muchos de mis poemas hacen referencia al proceso y a la dificultad de la escritura y plantean al lector la misma dificultad en el camino de la lectura ya que la escritura es una aventura en la que hay que contar con la complicidad del lector. El poema escrito no es más que una propuesta en la que el poeta va dejando pistas, sugerencias para que el lector, despojado de prejuicios, pueda olvidarse del diccionario y captar el clima que se genera en torno a la palabra al tiempo que va incorporando sus propias vivencias. De ahí surge el poema: de experiencias vitales compartidas o no, con las que cada uno se crea su propio poema. Para ello cuenta el poeta con esa ayuda fantástica que es la metáfora. Si yo digo: “La rosa es una flor hermosa”, eso no es poesía, es una opinión, pero si digo: La rosa es un remolino de pétalos que te atrapa, la palabra deja de ser hermética y se reviste de un nuevo significado. Aristóteles definió a la metáfora como una equivocación, y eso es lo que es. Una rosa no es un remolino de pétalos, todos lo sabemos, pero esa metáfora hace que la palabra pierda su hermetismo y nos permita avanzar en la construcción del poema. Por eso busco lectores comprometidos, que se impliquen en el proceso poético y compartan conmigo la desazón que representa la lucha contra la palabra, la creación de una complicidad que a veces creo que se encuentra más en todo lo que rodea al poema que en lo que queda escrito. La escritura que quedó en los márgenes, en las tachaduras, en el camino que fue haciendo la escritura poética.
Muestrario mínimo
"...porque fuerte como el amor es la muerte".
Cantar de los cantares 8, 6.
Una herida en el agua
Luces y sombras jugando al escondite en la fronda recién amanecida:
empalideció el verde ante el embate de la helada
y el amarillo y el pardo son apenas destellos en el gris de la hierba aterida
En tus ojos vi brillar un destello de agua rota
y te estremeció el crujido de la escarcha pisoteada
La distancia lo borró casi todo
te llegaron debilitados los recuerdos de entonces
atenuados por la ausencia que los pintó de olvido
No recuerdas ya cuándo empezó todo
y presientes que pronto acabará sin avisar
como el desesperado aleteo de un pájaro herido
como tu férrea resistencia al paso del tiempo
Estación sin nombre
Lectura de la tarde entre el verano falaz y el no invierno
Vuelvo la pupila ojo adentro y exploro mis continentes-isla
en busca del hilo postergado que remonte mi espera
Me arrastro por una vida
perdida en la inexistencia
sepultada en la sima de hojas de esa estación
-tiempo intermedio—
que a veces se resiste a llegar
Montada en un alarido de sombra
protejo el fluir frente al miedo
El desarraigo
Antes de lo que somos
—o creemos ser—
fuimos materia desarraigada
Flotábamos en el espacio
—raíces al aire—
—polvo desprendido de algún cuerpo estelar-
a la espera de un suelo
donde improvisar la casa
Después fue todo deambular
ir de un día a otro
de un ser a otro
buscando lo definitivo
lo que nos permitiera aferrarnos a algo
en un mundo tan difuso
tan inestable bajo los pies
Construcciones que se volvían escombros
Escombros con que volver a construir
Y así una y otra vez
esa realidad borrosa
esa amenaza de irrealidad
esa aproximación al precipicio
Siempre al borde del volver a empezar
siempre la amenaza de lo perecedero
en cada vuelta de lo incierto
El poema
Formas que se van gestando en el silencio
Ausencia que se extravía
en un laberinto de tinta
en palabras que
sin perder la resonancia del eco
ocupan su lugar y lo evocan
Una parte de lo escrito se escurre en el forjado
se disipa en el exiguo margen
entre el no ser y la tinta:
tal vez AHÍ esté el verdadero poema
en la rebeldía de la palabra
que
aferrada a la mordaza
queda en las paredes silenciadas:
en lo que enmudeció en el vacío
El engaño
Hay un vórtice en el que convergen
desalentadas
las palabras muertas
—infancia
inocencia
ingenuidad—
Todo lo borró el exilio
Presencias divagantes urden el engaño
disparando balas de luz falseada
contra un corazón incauto
que no llega a futuro
Oblicua y disidente
Extraviada en tu lengua
hecha un ovillo en la ternura de tu cerco
hoja al viento de tu torbellino
atravieso la palabra con que te existí
y me pierdo entre vocales y asonancias
Busco la guarida
donde palpita el silencio en que me aguardas
Una aún-no-palabra me corta el camino