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Campañas y transparencia

Por El Litoral

Jueves, 05 de diciembre de 2024 a las 17:49

Delia Ferreira Rubio es doctora en Derecho y ex presidente de Transparency International. En un clarificador análisis, en las últimas horas publicó en el diario Clarin una columna titulada “Financiamiento electoral: ¿carrera de sponsors?”
“El financiamiento de los partidos se convirtió en nuestro país en una oportunidad de negocios y negociados”, comenzó diciendo, en una impactante definición que desglosa luego el sistema propuesto por el Gobierno de Javier Milei con respecto a los fondos los que las fuerzas democráticas hacen campañas electorales. Y dice:
“La inflación del número de partidos se relaciona en parte con esto. En la actualidad hay registrados 718 Partidos de Distrito y 47 Partidos de Orden Nacional. Todos ellos reciben aportes permanentes del Estado nacional y muchos -directamente o a través de alianzas- reciben financiamiento para las campañas de las PASO y las elecciones generales.
Con la sanción de la Ley 27.781 que estableció el sistema de Boleta Única de Papel se termina uno de los rubros del financiamiento público que más abusos generó, sobre todo con motivo de las PASO y a raíz de un fallo de la Corte Suprema que obligó al Estado a pagar el aporte por boleta a cada una de las listas internas que a los partidos se les ocurriera oficializar, aunque no representaran a nadie y fueran sólo una forma de hacer dinero fácil a costa de los contribuyentes. En las últimas elecciones el aporte por boleta para las PASO y las elecciones generales fue de $ 10.583.000.000, según informes oficiales.
Cerrada esta oportunidad de negocio, el gobierno acaba de presentar un proyecto de ley que apunta a eliminar por completo el financiamiento público para las campañas, que pasarán a financiarse exclusivamente con aportes privados. La propuesta incluye también la eliminación de las PASO.
En materia de financiamiento de la política no existe un sistema perfecto, ni universalmente válido. Las normas se ajustan -o deberían ajustarse- en cada caso al contexto institucional, económico y social y a los objetivos perseguidos: fortalecer a los partidos o a los candidatos, limitar la influencia del dinero en la política, generar condiciones de equidad en la competencia, transparentar el origen y destino de los fondos, propiciar la inclusión de grupos sub-representados, etc. También, por supuesto, garantizar un uso razonable de los recursos públicos.
El Poder Ejecutivo señala que los objetivos que persigue el proyecto son: “reducir el gasto público del Estado Nacional en actividades puramente políticas, devolver a los partidos un ámbito de libertad para el ejercicio de sus actividades, simplificar regímenes que han quedado desactualizados por el paso del tiempo, y transparentar el régimen de financiamiento de los partidos políticos”.
El artículo 38 de la Constitución Nacional reconoce que los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático y dispone que “el Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y la capacitación de los dirigentes” y que los partidos “deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos”.
El proyecto del Ejecutivo mantiene el financiamiento público anual para el funcionamiento de los partidos, sus actividades ordinarias y de campaña. Mantiene pero reduce a la mitad la porción de esos fondos que se deberán dedicar a capacitación de dirigentes y elimina el deber de destinar un porcentaje de ellos para la formación de jóvenes y mujeres.
El sistema propuesto elimina por completo el financiamiento público para campañas que quedará librado totalmente a la recaudación de fondos privados y a los gastos independientes que hagan terceros. En materia de financiamiento electoral el proyecto se aproxima bastante al sistema que se aplica en Estados Unidos para la elección presidencial y significa un cambio de 180 grados con relación al régimen vigente.
El financiamiento de la política está íntimamente relacionado con la corrupción. Aportar a las campañas puede generar compromisos para los candidatos, privilegios para los donantes, un “mercado a futuro” de decisiones políticas y potenciales conflictos de interés, en síntesis, ventanas de oportunidad para la corrupción.
Terminar con el negocio y los abusos es razonable y necesario. Pero también lo es garantizar que las elecciones no sean una carrera dominada por los sponsors”.
(...) “El Poder Ejecutivo dice estar preocupado por la transparencia en el financiamiento de las campañas, sin embargo no hay en el proyecto grandes mejoras al respecto”. Es el momento de un cambio en serio.

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