Marca. Define formando parte de las vanguardias que la literatura vio nacer en la imaginativa Latinoamérica.
En 1925, Franz Roch, concede un lugar de razón al movimiento literario que se venía gestando por obra y gracias de la capacidad de soñar, apelando a colores nunca vistos, contando historias deslumbrantes de originalidad,
Algunos dice, que se trata del acopio de la imaginación sin límite, apelando a elementos extraños o surrealistas. En 1948, el escritor venezolano Arturo Ustar Pietri, lo incorpora en un ensayo titulado “Letras y hombres de Venezuela”.
Lo han utilizado desde entonces, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, María Luisa Bombal, Isabel Allende, Miguel Angel Asturias.
Hay tres obras precursoras: “Leyenda de Guatemala” (1930) Miguel Angel Asturias; “Las lanzas coloradas”(1931) Ustar Pietri; “Ecué Yamba” (1933) Alejo Carpentier.
La magia surge con las palabras ensayando un mundo de luz sugestiva: “Noche oscura..! Venía chorreando el agua, chorreando, chorreando, como si ordeñaran el cielo”; ejemplo característico y definitorio.
Hasta allí, el ejemplo deslumbrante del Realismo Mágico. Desde aquí, en la tierra de todos los días, más precisamente Latinoamérica, el realismo suena a mágico porque las cosas no se suceden a idéntico ritmo, sin lógica ni realidad que lo haga creíble, por eso mágica.
Vivimos de discursos que se enciman, que se contradicen a pesar de ser pronunciados con aparente certeza, pero que en definitiva se alejan con los propios autores de lo proyectado.
Por ejemplo se hace hincapié contra la macro, pero no con la mínima. Contra ella, los precios no bajan; la inflación impertérrita destruye sueños, y la ilusión se torna en una espera interminable.
Y, claro, comienzan los reclamos, no sin razón, en un mare magnun, en que los legisladores votan en contra de sí mismos, a cambio de algo lo que destaca la urgencia de listas limpias para volver a ser creíbles.
Decía alguien por allí, “La solución no tiene por qué ser arreglar la macro y que la gente se arregle.” La Iglesia, se expide constantemente: “Que las reformas económicas sean con la gente adentro.” También la observación del Arzobispo Colombo, integrante de la conferencia Episcopal de Argentina: “Creció el número de personas que van a comedores”, como una firme señal de la pobreza.
En qué realidad estamos viviendo, es concreta o dibujada, en qué dimensión nos desenvolvemos. Porque lo “mágico” viene por ende de nunca haber imaginado aunque cierta, la realidad de lo que no debemos hacer.
Alguna vez, recomendó el Canciller alemán, Olaf Scholz: “Cuidar la cohesión social”. Sino teniendo como firme rumbo, la situación de los más necesitados.
Aportando más al realismo mágico, el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, hizo oír su voz: “Se buscan culpables y no soluciones. Buscar ayuda es negar a rendirse.” “No nos rindamos a ser hermanos, a buscar soluciones juntos.” “La pobreza son rostros de los hermanos sufriendo.”
Todos los dichos y los hechos, ya que las palabras generan acciones, es un “batuque” de comprensión, por desgaste como lo afirmaba Julio Cortázar, porque las palabras también se desgastan con el mal trato. Ya que si no llegan a su fin, quedan como anécdotas asidas en el aire mientras crecen las peleas y el desencuentro de quienes lastimosamente nos representan desvelados, vergonzosamente.
Dice en su libro: “La manía de contar”, Gabriel García Márquez, nacido en Aracataca, Magdalena, Colombia: “Yo lo único que he querido hacer en mi vida-y lo único que he hecho más o menos-es contar historias. Pero nunca imaginé que fuera tan divertido contarlas colectivamente.”
Dice en uno de sus talleres de escritura: “Yo creo que quien lee una novela es más libre que quien ve una película. El lector de novelas se imagina las cosas como quiere, mientras que el espectador de cine o el televidente no tiene más remedio que aceptar la imagen que le muestra la pantalla.”
En esta diversidad de realidad y realidad mágica que estamos viviendo los argentinos, me quedo con la realidad, pero sucede que mucho de mágico tiene si es que queremos encuadrarla, para ser más racional y humana.
Todos son los colores a pesar del esfuerzo de quienes se decidieron a combatir la inflación, la corrupción, nos lleva en forma burda hacia lo mágico porque “La menesunda”, o mezclado, o confusión en lunfardo, se queda corta ante tanto despelote organizado.
Lo malo es que cualquier ademán ya nos asusta, hemos perdido la tranquilidad como equilibrio por la mentira “sin querer queriendo”. Entonces lo aparentemente normal transgredió los límites naturales, tornando en campo minado decidido a volar por los aires al primer pisotón.
En qué realidad estamos viviendo, es concreta o dibujada, en qué dimensión nos desenvolvemos. Porque “lo mágico” viene por ende de nunca haber imaginado aunque cierta, la realidad de lo que no debemos hacer.