Una familia oriunda de Goya, que había permanecido casi un año viviendo a la intemperie en la vera de la Ruta 12, fue finalmente trasladada al regimiento de Santa Catalina. Se trata de Norma de 54 años y su hijo de 31 años que llegaron a la ciudad de Corrientes en septiembre del año pasado con la esperanza de encontrar trabajo y un terreno donde vivir. Sin embargo, la realidad fue mucho más dura de lo que esperaban.
El viaje desde Goya hasta la capital correntina estuvo lleno de dificultades. A pie y con un carro improvisado con ruedas de bicicleta, la familia llevó consigo sus escasas pertenencias. Al llegar, la situación se complicó aún más ya que, no lograron conseguir trabajo ni un lugar donde vivir. Durante todo el año, su hogar fue un espacio improvisado a la vera de la Ruta 12, donde enfrentaron las inclemencias del tiempo y la falta de recursos.
Norma, la mujer que estuvo viviendo en la calle por un año, contó a El Litoral: “Ahora estamos bien, estuvimos viviendo con un carrito en la calle. El 8 de septiembre del año pasado vinimos para acá y nos quedamos”.
Consultada sobre la razón por la que decidieron dejar todo en la ciudad de Goya e instalarse en capital, la mujer señaló a este medio que: “Nosotros vinimos para acá porque yo tengo artrosis y presión alta, me venía a atender acá al medico y no podía ir y volver, entonces pensé que lo mejor era quedarnos”.
La situación de la familia no pasó desapercibida, la Fuerza Despliegue Rápido Cruz del Sur de Búsqueda y Rescates de Personas al conocer su historia, comenzaron a movilizarse para ofrecerles ayuda. Tras varias gestiones, lograron coordinar el traslado de madre e hijo al regimiento de Santa Catalina, donde recibirán refugio temporal y atención básica. Este traslado representa un respiro para ambos, quienes accedieron a condiciones más dignas mientras se trabaja en una solución más definitiva.
En los últimos días comenzaron a trabajar en el regimiento, Norma se encarga de la cocina del lugar y el joven se encuentra formándose en rescate y realiza guardias.
El drama por el que pasó la familia
Los días eran largos y agotadores. El acceso a alimentos y agua era incierto debido a que algunas veces la solidaridad de las personas que pasaban por la ruta les ofrecía un respiro, pero muchas otras, pasaban hambre y sed.
Algunas veces tenían suerte y la gente que pasaba los ayudaba con alimento y agua. En las jornadas de mucho calor buscan una sombra para pasar el día, los más duros fueron los días de invierno ya que subsistieron con algunas colchas y abrigos, exponiéndose a bajas temperaturas.
En una ocasión, el joven logró conseguir un trabajo temporal y salió en su bicicleta con la esperanza de generar algún ingreso. Sin embargo, al regresar, descubrió que algunas pertenencias de su madre habían sido robadas. El temor de que volviera a ocurrir los llevó a no separarse más, viviendo en una constante situación de vulnerabilidad y alerta.
(VT)