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/Ellitoral.com.ar/ Locales

La guerra en primera persona

Gustavo Osvaldo Pedemonte y Mario Oscar Esteche Vivoda, en la redacción de El Litoral.

Los combates de Monte Longdon y Saper Hill son el puntapié inicial de los relatos que llevan en su memoria algunos veteranos de guerra como vivencias de un ideal en común y que aun hoy muchos no alcanzan a comprender. Gustavo Osvaldo Pedemonte, ex cabo de infantería, jefe de un grupo de tiradores de la Compañía “B” del RI 7, cumplió sus 20 años en Malvinas el 20 de mayo de 1982. Más tarde fue condecorado con la Medalla “Al herido en Combate”, y “Mención Especial” del Estado Mayor General del Ejercito. Junto a Mario Oscar Esteche Vivoda, conscripto clase 1962 de Infantería de Marina, apuntador de ametralladora, integrante del Grupo de Defensa del Puesto de Comando, condecorado con la Medalla de oro “Honor al Valor en Combate”, cuentan su historia a través de este diario.

A continuación, un extracto de sus relatos:

GUSTAVO OSVALDO PEDEMONTE

“La fuerza británica luego de la experiencia en Darwin y Prado del Ganzo, prefirieron atacarnos de noche para tratar de no tener tantas bajas, como en el combate antes mencionado frente a los bravos del RI 12, pero, baya paradoja, en este combate de Monte Longdon fue donde se libró la mas encarnizada lucha nocturna y a la vez donde se produjo la mayor cantidad de bajas británicas y argentinas.

Aunque no pudimos observar, durante toda la tarde del 11 de junio, helicópteros británicos se encargaron de transportar tropas para chocar contra nuestras defensas. El tercer y segundo batallón de paracaidistas serían los encargados de atacarnos como también al resto de las posiciones del Regimiento de Infantería 7, al norte del cordón de la Radio.

La zona de Monte Longdon donde teníamos nuestras defensas, esta situado al noroeste de Puerto Argentino, entre el Río Murrel y el Arroyo Caprichos. Estas alturas estaban ocupadas por nuestra Compañía ‘B‘ Maipú. Luego de soportar intensos bombardeos navales y ataques aéreos a nuestras posiciones entre el 1 de mayo y el 10 de junio, finalmente la noche del 11 de junio, aproximadamente a las 20.30 horas, el Subteniente Baldini desde la Primera Sección, informó al puesto comando que se iniciaba el combate a distancias cortas. Los ingleses se lanzaron al ataque.

La toma de monte Longdon resultó ser un objetivo durísimo de conquistar para las fuerzas enemigas, lo cual lograron hacerlo sólo después de doce horas de combate. Nosotros hicimos buen uso de los morteros, ametralladoras y fusiles hasta quedarnos sin municiones, mientras que los británicos lograron subir penosamente la cuesta, empleando sus morteros de 66 mm y misiles antitanque Milán para batir nuestra posición tras un elevado costo.

La primera sección de la Compañía B debió ceder la cuesta del cerro dejando varios muertos y heridos en el sector y ocasionando serias bajas a los atacantes. El Subteniente Juan Domingo Baldini, quien se hallaba a cargo de la sección, reunió a un grupo de soldados e infantes de marina (refuerzo del batallón comando de infantería marina) y se lanzó decididamente a recuperar la posición perdida, acción que le costo la vida junto al Cabo Primero Ríos, muriendo ambos heroicamente en cumplimiento de su deber.

La situación quedó momentáneamente estabilizada, suscitándose así una serie de duros enfrentamientos, incluso cuerpo a cuerpo, mientras nuestra segunda sección combatía en su frente, generándose un combate en medio de la noche, de características intensas, confusas y con serias bajas de ambos lados.

En esta acción y en un intento por batir nuestra posición, la que ocupaba junto a los soldados Ronconi y Petruchelli, dimos muerte al sargento ingles Ian John Mckay, cayendo, este, casi dentro de nuestro pozo de zorro. No obstante el jefe del sector Mayor Carrizo, al ver nuestras trincheras próximas a caer en manos inglesas solicitó a la artillería del Coronel Balsa que abriera fuego sobre estas, mientras nos hallábamos aun ocupándolas, solicitud que fue satisfecha de inmediato.

Siendo las 5 aproximadamente, la situación de nuestras posiciones también era critica, pues habíamos tenido numerosas bajas, nuestras municiones eran muy escasas y nuestras líneas de defensa habían sido sobrepasadas en varios lugares y ya no se disponía de reservas para enviar en nuestro apoyo. Cerca de las 8 del 12 de junio, unos noventa hombres de los trescientos que entramos en combate en Monte Longdon, llegamos al Cordón de la Radio. Seis de mis soldados habían muerto en combate y yo estaba herido.

El Monte Longdon había caído en manos de los ingleses pero a un costo superlativo: 23 paracaidistas muertos y cerca de un centenar de heridos; combate digno de nuestras mejores tradiciones guerreras, porque allí nuestros soldados lucharon con valor y patriotismo.

Nuestro regimiento tuvo 36 muertos y 152 heridos, luego de combatir doce horas ininterrumpidamente y fue una de las unidades que mayores bajas sufrió de todas cuantas fueron trasladadas al teatro de operaciones, en particular nuestra Compañía ‘B‘ asignada a la defensa del Monte Longdon.

A veces sueño que estoy en Malvinas, y cuando despierto me pregunto si en realidad lo viví o si fue todo una pesadilla. Alguien dijo, que ‘en la guerra todo es imprevisible, único. Las cosas salen para acá o salen para allá: o sale en un delirio inconsciente que después los historiadores llaman valor, o sale una parálisis compulsiva que después los consejos de guerra llaman cobardía. En la guerra las reacciones son inesperadas, repentinas. La guerra no se puede contar”.

(Pasa a página 8)

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