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/Ellitoral.com.ar/ Tradición & Religión

La historia de amor de Rosario y Rodrigo que floreció entre el deporte y la música

AMOR. Llevan cuatro años de novios, les gusta salir y escuchar música juntos.

En una de las tantas mesas de un bar, se encontraba Rodrigo aguardando pacientemente a su novia Rosario. Unos minutos más tarde de lo pautado, llegó ella quien apresuradamente saludó a todos y a su pareja no quiso darle un beso muy largo porque se sentía avergonzada por los ojos atentos de las cámaras de El Litoral y una periodista que llegó para conversar con ellos.

“No me gustan las fotos”, dijo sonrojada mientras Rodrigo la tomaba de las manos para acompañarla a subir al primer piso del local, donde se realizaría la entrevista. En la cita estuvieron presentes sus madres, Sandra y Delia, que colaboraban como ayuda memoria para contar retazos de una historia de amor que floreció en las clases de básquet y música.

Mientras se acomodaban todos en la mesa, ella mostró con orgullo la prenda favorita de su placar: “Esta remera me encanta porque fue un regaló de él, nos demoramos en llegar porque no la encontraba”, advirtió.

A medida que fue avanzando la presentación, los novios fueron tomando confianza y comenzaron con el relato.  Rosario (22 años) conoció a Rodrigo (19 años), hace cuatro años atrás más específicamente en las actividades inclusivas organizadas por la asociación “Angeles de mi tierra”. Una fundación integrada por familias de jóvenes con Síndrome de Down o discapacidad intelectual.

“Nos hicimos amigos jugando al básquet y escuchando música, yo tenía otra novia pero luego ella se fue al Sur y ahí me empezó a gustar Rosario”, se sinceró Rodrigo. A su lado ella sonreía con timidez: “A mí siempre me gusto, apenas nos conocimos. Yo lo quiero mucho a él, estamos de novios hace cuatro años”.

Como muchas parejas en el mundo, comparten el sueño de vivir una vida juntos y proyectan casarse en un futuro, calculan que este plan podría concretarse en unos dos años cuando los dos puedan trabajar. A la hora de proyectar, Rodrigo advierte que él se dedicará “a cocinar, a mí me gusta. Además, puedo trabajar, ahora lo estoy ayudando a mi papá pero además puedo ser barman porque ya estuve sirviendo fernet a mi familia”, indicó sonriente mientras mostraba con picardía su billetera. Rosario, en tanto, expresó que “me puedo dedicar a la limpieza de cutis, últimamente mis primas me dieron trabajo. Pero mi sueño es ser maestra jardinera porque yo ayudaba a la seño Graciela en el Hogar Tía Amanda”. 

A Rosario le encantan los niños, sueña con formar una familia y pese a que anhela tener hijos, él no se siente listo así que los dos prefieren esperar un tiempo.

La entrevista se pausó cuando el desayuno llegó a la mesa, alrededor había algunas parejas tomando algo y conversando, se escuchaba de fondo una tele prendida, y por un instante el mundo de Rodrigo y Rosario parecía terminar sólo en ellos; ya que se susurraban secretos y se hacían cosquillas olvidando todo lo que había alrededor.

Algunos tabúes

Del otro costado de la mesa Delia (mamá de Rosario) y Sandra (mamá de Rodrigo), narraban otro punto de vista de esta misma historia de amor. 

“Las actividades pedagógicas y sociales, sirvieron mucho para que ellos maduren y aprendan a tener su espacio. Que ellos hoy estén de novios es resultado de esa vida social que llevan. A veces algunas personas se sorprenden por el hecho de que tengan Síndrome de Down y estén en pareja, pero no tiene nada de extraño ellos tienen derecho a vivir. Es más no son angelitos que por siempre son niños, ellos también crecen”, expresó Delia.

En esta misma línea Sandra comentó que “una pregunta que siempre nos hacemos los padres es, qué será de mi hijo cuando yo no esté. Pero verlos así de felices me hace olvidar esas dudas, ellos tienen un amor tan puro, que a todos nos enseña a disfrutar y a ver la felicidad en las pequeñas cosas”.

No descartan el hecho de que al principio de la relación, incluso entre los mismos parientes, se presentaron algunos tabúes. “El proceso de despegue es más lento, porque como papás tenemos miedos. Pero no tenemos que descartar la idea de que ellos también tienen un desarrollo psicosexual y emocional”, expresaron las mamás al unísono. 

“¿Ustedes quieren tener hijos?”, preguntó Sandra y la respuesta de Rosario lo resumió todo: “Todavía no pero podríamos empezar por un perro”. Entre risas y más anécdotas terminó el relato de la historia de amor, y una vez que se pagó la cuenta, la joven pareja salió del bar, tomados de la mano.

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