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/Ellitoral.com.ar/ Deportes

Sampaoli dirigió su primer entrenamiento como DT de la selección con siete jugadores

MELBOURNE.- Lo recordará muy bien, cómo no. Ocurrió en una ciudad muy lejana en todo sentido a su Casilda, donde nació. Fue un domingo a la tarde soleado y fresco, en un contexto atípico: apenas 7 jugadores de los 27 citados, los 14 sparrings llegados de la Argentina y 6 integrantes del cuerpo técnico. A las 15.29 (las 2.29 de la madrugada argentina), Jorge Sampaoli se paró por primera vez frente a un grupo de futbolistas como entrenador de la selección nacional. Lo hizo sin preámbulos ni discursos encendidos como el que había enarbolado en Ezeiza el día de su presentación: más que hablarles de la obligación de representar a los "40 millones de argentinos" les entregó algunos conceptos tácticos breves, y a trabajar.

La academia de fútbol de Melbourne City destaca por dos elementos: el verdísimo del césped y el silencio. Las canchas -parejas, impecables- están precedidas por un cartel con cuatro escudos, los de la escudería City a escala global: el del local, el de Manchester, el de Nueva York y el de Yokohama Marinos de Japón. En ese escenario, Sampaoli dio el primer paso de una cruzada: transformar la vida de la selección en un ecosistema libre de ataduras para así poder encarrilar la clasificación al Mundial de Rusia.

Entonces, en esa conversación iniciática le dice a su reducido grupo de escuchadores -Emanuel Mammana, Leandro Paredes, Guido Rodríguez, Lucas Biglia, Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi y Ángel Di María- que "al rival hay que dañarlo por afuera", una primera aproximación al motivo de la presencia aquí: el amistoso contra Brasil del viernes (a las 7, hora de la Argentina).

Ese hombre obsesivo y detallista que describen quienes lo conocen bien se deja ver enseguida, cuando decide cortar la charla que mantenía con un sparring para corregir un ejercicio que a un costado ordenaba Matías Manna, uno de sus asistentes técnicos. Su voz resuena como único eco en medio de tantos árboles: "¡Son sólo la pelota y vos, Gaby!" le grita a Mercado cuando el defensor salta a cabecear; "¡Anticipá, anticipá, apretalo", obliga a Mammana; "¡Arriba, primer palo!", vuelve a remachar sin sacarse el gorrito de la cabeza.

Quiere intensidad y ataque continuo, aunque tenga que gastar kilos de ansiedad para ponerlo en práctica: de tan reducido que era el grupo, es curioso verlo a Di María trabajar solo con Jorge Desio, el preparador físico, que le da pases para que el volante remate. A la hora de la cena, la mesa tuvo dos platos más: llegaron Chiquito Romero y Manuel Lanzini.

En distintas tandas y durante todo el lunes se espera que otros taxis con jugadores argentinos estacionen en el hotel Crown Metropol, la puerta de entrada al centro comercial de la ciudad. El futbolista más esperado, el capitán, llegará a Melbourne en un vuelo privado desde China, donde pasó los últimos días realizando acciones comerciales.

Alrededor de Leo Messi, con quien ya conversó por teléfono, Sampaoli armará su selección. Una nueva, con la que en estos partidos contra Brasil y Singapur se permitirá hacer pruebas de esquemas y nombres. Ensayos que dejarán de ser tales el 31 de agosto, cuando contra Uruguay y en el Centenario inicie el tramo decisiva de estas sinuosas eliminatorias. En ese día, más que en ningún otro, piensa este entrenador de 57 años que no olvidará el 4 de junio de 2017.

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