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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

La increíble abducción de Travis Walton

Un leñador, que estaba saliendo de trabajar en un bosque, fue secuestrado por humanoides en Arizona y sometido a diversos estudios y experimentos dentro de una nave, antes de ser devuelto a su pueblo natal, donde ya lo consideraban muerto. Una escalofriante experiencia que lo marcó para siempre. Un hecho de lo más resonante.
GENTILEZA/ILUSTRATIVA

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral.

Un espeluznante caso de rapto de un ser humano por parte de extraterrestres tuvo lugar el 5 de noviembre de 1975 en las Montañas Blancas, Arizona, Estados Unidos. Un grupo de leñadores que estaba dejando sus labores diarias viajaba en una camioneta por un camino del bosque, cuando de pronto observaron una luz muy brillante de forma oval, suspendida en el cielo, emitiendo una luminosidad rojiza que alumbraba todo.

Uno de los leñadores, Travis Walton, de 19 años, el más osado del grupo, saltó de la camioneta y fue corriendo para acercarse y ver qué era aquello. Sus amigos trataron de disuadirlo para que no se acerque, pero él desoyó sus advertencias. Repentinamente, cuando ya se hallaba prácticamente debajo del objeto, surgió de este un potente rayo de luz azul, que dio de lleno sobre Walton, levantándolo del suelo lentamente hasta unos tres metros de altura. De golpe, lo soltó y el leñador cayó pesadamente sobre el pasto. Ante esto, sus compañeros, temblando de miedo, salieron huyendo del lugar en la camioneta, pensando que estaba muerto y que ellos correrían igual suerte.

A los pocos kilómetros, ya más calmos, decidieron volver a buscarlo, pero no encontraron nada, ni rastros de Walton, por más de que lo buscaron. Llegaron al pueblo con el impacto de lo sucedido reflejado en sus rostros y reportaron el increíble suceso al comisario, quien mucho no creyó la versión. Travis Walton fue buscado intensamente durante cuatro días, con autos, camionetas, helicópteros y perros adiestrados, pero sin éxito. A medida que transcurría el tiempo, las autoridades pensaban que Walton había sido víctima de un crimen por sus propios compañeros, a quienes comenzaron a investigar.

El principal sospechoso era Dallas, uno de los compañeros, con quien Walton había tenido un altercado esa mañana y tenía antecedentes penales. Presionado por el pueblo, el comisario decidió someter a todo el grupo al detector de mentiras (polígrafo) y el oficial que hizo la prueba sólo dictaminó que “lo único que les puedo decir es que pasaron la prueba, no mintieron”, dijo ante el alivio de todos los sospechados.

El regreso

Una noche, ya al sexto día, Mike, uno de los amigos del desaparecido, recibió una llamada telefónica extraña. Era Walton, quien le suplicaba: “Ayúdame, estoy en la cabina en las afueras del pueblo”. Llovía intensamente, pero así y todo salió con su camioneta a buscarlo; lo encontró en la cabina telefónica mencionada, cerca de una gasolinera. Estaba desnudo, tenía el rostro pálido, desencajado y en sus ojos se apreciaba un terror indescriptible, apenas balbuceaba palabras entrecortadas y confusas. Su estado era lamentable, sus ojos giraban de un lado a  otro, daba la impresión de haber enloquecido. Lo llevaron al hospital, donde, salvo el estado de shock, no le encontraron nada grave, sólo su mutismo.

Estuvo internado unos pocos días, cuando mejoró, lo dieron de alta y volvió a su casa. En varias ocasiones tuvo crisis nerviosas y corrió a esconderse debajo de la mesa, lloriqueando. A raíz de esto, su familia decidió que un médico especialista lo someta a una hipnosis regresiva para encontrar la causa de su miedo.

Durante las sesiones contó lo que le había pasado: fue llevado al interior de lo que sería una nave extraterrestre, con paredes como de acero, o espejadas, donde había seres pequeños con ojos grandes y cabezas calvas, desproporcionadas (notar la similitud con el caso Meneses) de un color gris. Contó que fue llevado a una especie de celdilla de un panal de abejas, que estaba llena de un líquido viscoso y aparentemente había otros seres humanos en las celdas que él vio. Lo sacaron de la celda y lo llevaron a un lugar para examinarlo, le pusieron un aparato semicircular en el ojo izquierdo, que de a poco se fue introduciendo, como si fuera un fino bisturí. Hasta allí él se acordaba, el resto es como si hubiera sido borrado de su memoria. Era como si le hubiesen hecho experimentos genéticos desconocidos. Puede ser. Se ignora cómo llegó Walton a la cabina donde fue encontrado por su amigo.

“Si tuviera oportunidad de volver al pasado, me quedaría dentro de la camioneta o me escondería para que no me vieran, porque ese suceso me arruinó la vida, ahora sí creo en los ovnis y no quiero volver a ver uno nunca más”, sostuvo Walton. Este fue uno de los casos con mayor grado de credibilidad, el más impactante, por la calidad de los testigos, y la intervención policial que corroboró científicamente los hechos relatados por Travis Walton.

Se especula con que los extraterrestres han estado experimentando con los seres humanos desde hace muchos siglos y recién ahora se conocen gracias a los medios científicos y tecnológicos con los que contamos en la actualidad. Fueron encontradas cicatrices en el lagrimal del ojo izquierdo y en la comisura de la boca de Walton. Ni él mismo podía creer lo que le había sucedido, no podía creer cuando le dijeron que había pasado casi una semana desde su desaparición, para él pasaron sólo unas horas, una fantástica historia.

Con el correr de los años se tranquilizó y escribió un libro llamado “La experiencia Walton”, que fue llevado al cine bajo el sugestivo título de “Fuego en el cielo”, donde se muestra en detalle la tremenda experiencia de este joven norteamericano, que fue conducido al interior de una nave extraterrestre y sometido a diversos estudios y experimentos de todo tipo.

¿Cuántos seres humanos desaparecen a diario en el mundo y no nos damos cuenta? Quizás muchos nunca son devueltos. Tal vez no esté lejos el día que conozcamos la verdad  de todo esto, solo que, quizás no sea de nuestro agrado.

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