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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Un increíble caso Ovni en Mburucuyá

Habitantes del interior de nuestra provincia, durante las décadas de los años 80 y 90, fueron testigos de numerosos casos ocurridos, de distinta importancia, tal como fueron clasificados por destacados investigadores a nivel mundial, denominándolos encuentros cercanos. La primera clasificación, que aún perdura, es la realizada por el científico norteamericano doctor Joseph Allen Hynek, astrofísico y astrónomo de gran importancia, que en sus comienzos fue un acérrimo detractor del fenómeno Ovni, hasta que se encontró con muchos casos irrefutables que comenzó a investigar, transformándose luego en un gran investigador y difusor de la temática Ovni. El los catalogaba de la siguiente manera:

Encuentro del primer tipo: avistar un Ovni, un simple avistaje.

Encuentro del segundo tipo: cuando el Ovni desciende y deja huellas o marcas en el terreno.       Encuentro del tercer tipo: cuando se produce un contacto con una nave y sus tripulantes, ya sea visual o físico.

Encuentro del cuarto tipo: abducción, es decir, cuando un ser terrestre es secuestrado por una nave.

Encuentro del quinto tipo: cuando se produce un contacto mental o telepático con los tripulantes de las naves alienígenas.

El caso que nos ocupa sucedió el domingo 18 de febrero de 1996, en la tranquila localidad de Mburucuyá, a unos 144 kilómetros de Capital, cuando numerosos habitantes vieron el desplazamiento en el cielo de un objeto luminoso no identificado, que prácticamente se paseó por sobre la población, emitiendo destellos de distintos colores y manteniendo en vilo por varios minutos a los habitantes que tuvieron la suerte de verlo durante aproximadamente unos cinco a seis minutos.

La voz de alerta la dio la radio FM Alfa y enseguida la población se volcó a la vera de la Ruta 13 donde pudo observar un extraño objeto que despedía una luz muy especial, cuyo color semejaba al blanco intenso, pasando por el rosado hasta quedar prácticamente rojo y luego, ante la vista azorada de los numerosos testigos, el objeto cambió de lugar varias veces, con la luces apagadas. La noticia provocó la inmediata presencia de un hombre, Máximo Cantero, de 35 años en esa época, ex combatiente de Malvinas, casado y con cuatro hijos, que contó una experiencia espectacular que había tenido la noche anterior quizás con el mismo objeto.

El hombre relató ante los micrófonos de la radio que en la noche previa había viajado a “El Descabezado”, zona rural ubicada sobre la Ruta Provincial 11. Como su automóvil sufrió un desperfecto mecánico inesperado (se quedó totalmente sin energía) y no pudo solucionarlo, decidió viajar a pie al pueblo, distante unos 30 kilómetros del lugar.

Por el camino se encontró con un paisano amigo y vecino, quien ya al tanto de lo que le había sucedido con el auto, le prestó su caballo para que emprendiera el retorno más rápido y con mayor comodidad, que se lo devolvería después, cuando haya solucionado su problema. Pero al poco tiempo de comenzar su viaje, observó una fuerte luz que iluminaba todo el campo.

Una experiencia increíble

“Al principio no le di importancia –cuenta– creyendo que se trataba de la luz de la luna, pero cuando fue aumentando su intensidad, miré hacia arriba y me encontré con un objeto ovalado de regular tamaño, pero que no emitía ningún tipo de ruido, estaba en total silencio. Ante mi sorpresa, el objeto se fue acercando más y más, lentamente y en ese momento me agarró un tetereí (en guaraní, piel de gallina) una muy extraña sensación y el caballo se puso también bastante nervioso y apuré la marcha”.

Como católico practicante que era, comenzó a rezar apresuradamente hasta llegar a la casa de un vecino, Rito Riquelme, quien, con su esposa, lo acompañó y los tres se quedaron observando atónitos el objeto que no se movía, pero que constantemente seguía cambiando de color.

Cuando el objeto estuvo cerca del matrimonio y de Cantero, se tranquilizó y luego de algunos minutos, interminables, desapareció a gran velocidad en el firmamento. Tras todo eso, el hombre decidió proseguir su rumbo rezando el rosario, aunque a poco tiempo de andar volvió a aparecer la extraña luminosidad, que lo acompañó hasta el pueblo.  

Cantero recorrió esos siete kilómetros a gran velocidad, llegando a su casa muy nervioso por todo lo que le estaba pasando. Cuenta luego que “tenía mucho miedo de que ese Ovni, objeto desconocido o lo que sea, me llevara y me trasladara a quien sabe qué galaxia o planeta desconocido, como modelo de un habitante de la Tierra. En ese momento pensé en mi mujer, mis hijos, mis familiares y amigos, a quienes ya nunca más vería”, pensó.

Aseguró con mucha firmeza que no es la primera vez que este tipo de apariciones extrañas en el cielo le ocurren, ya le habían pasado antes, incluso, llegó a tomar fotografías.

Finalizó haciéndose una reflexión: ¿Qué buscan estos seres en esta zona del Nordeste? Especialmente en Mburucuyá, donde en sus aledaños fueron observados muchas veces en esa época del año. Y ya en tono de broma, acotó que “quizás escucharon los acordes de nuestro chamamé en el último festival, que fue muy exitoso y no resistieron venir a observar de cerca lo que ocurría”, señaló sonriente, aunque los nervios no se le iban del todo. Sin duda, fue una experiencia que lo marcó a fuego para siempre.

Otro avistamiento

Corroborando lo narrado por Cantero en su exposición, dos días después, un comerciante de la zona, Julio Sesín, de Loma Alta, primera sección de Mburucuyá, manifestó en la comisaría departamental haber observado en dicha zona un objeto volador no identificado, de regulares dimensiones y gran luminosidad.

También manifestó haber visto, en compañía de sus hijos y una veintena de vecinos del lugar, una fuerte y gran luz rosada en movimiento, de nítida apreciación en un cielo nublado que había precedido a una lluvia ocurrida.

Otro más de los tantos casos ocurridos en nuestra provincia y que muchas veces no trascienden a nivel público, pero que han sucedido y siguen pasando, mal que le pese a muchos.

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