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Hacer Posible lo Imposible? Sociedad Sostenible

Magister Graciela Satóstegui

haschirsat@gmail.com

www.ventajascompetitivasyredes.com

“Una sociedad es sostenible cuando se organiza y se comporta de tal forma que, a través de las generaciones, consigue garantizar la vida de sus ciudadanos y de los ecosistemas en los que está inserta”. Leonardo Boff

Necesitamos con urgencia hacer cambios. Los cálculos de huella ecológica revelan que a escala global hemos sobrepasado la capacidad ecológica del planeta al menos en un 50%. Esto quiere decir que estamos explotando los sistemas naturales más deprisa de lo que estos pueden regenerarse. Cada año llega antes el día de la sobrecapacidad de la Tierra, es decir, el momento en el que la humanidad agota su “presupuesto anual ecológico”. 

 Sería interesante hacer posible lo imposible, y en palabras de la investigadora Margaret Mead: “No dudemos jamás de que un pequeño grupo de individuos conscientes y comprometidos pueden cambiar el mundo. Es así como ha ocurrido siempre”.

Tenemos que aprender a vivir de otra manera. Somos más de 7.300 millones de seres humanos compartiendo este único planeta. Actualmente estamos consumiendo recursos naturales como si dispusiéramos de un planeta y medio. 

Considerar que las presiones sociales y ambientales sean “externalidades” de la economía, no es verdad. Al contrario, los límites sociales y planetarios constituyen la referencia para decidir cómo debería ser la actividad económica, porque el objetivo de la economía no debe ser el crecimiento en sí, sino la satisfacción de las necesidades humanas. (Economía Circular).

El mundo nunca ha sido tan rico, y ahora mismo disponemos de todos los conocimientos, herramientas y destrezas que necesitamos. Los obstáculos no son técnicos, prácticos ni financieros, sino políticos, sociales e ideológicos.

Tenemos la gente, las ideas, y en conjunto incluso el dinero. Lo que nos falta es confianza suficiente en nosotros mismos,  concepto enraizado en la conciencia colectiva. Ya que  

nuestra fuerza y capacidad, está históricamente demostrada, para generar cambios positivos (George, 2010).

En vista de la inercia gubernamental y de que muchos procesos de decisión son rehenes de las grandes empresas, se requiere más que nunca una presión política fuerte y persistente “de abajo para arriba” (Renner y Prugh, 2014), ya que llegamos a los límites de la dignidad humana.

Entre el suelo social de derechos humanos y el techo ambiental de los límites planetarios queda un espacio donde la humanidad puede moverse de forma segura, tanto desde el punto de vista ambiental como de justicia social.

Gráfico1 Un espacio justo y seguro para la humanidad 

Referencia: tomado de Raworth (2012)

Las raíces de la crisis que nos “encarcela” están en la forma en que ordenamos, consciente o inconscientemente las prioridades. Actualmente el sistema está organizado en este orden: “finanzas”;   “economía”,  “sociedad”, y por último  “planeta”. La gran tarea que tenemos por delante es la de invertir el orden.

Recordemos que la economía está para servir a las personas, y no a las cosas. Crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y esto no necesariamente requiere crecimiento.

.La economía está actualmente orientada a priorizar el incremento económico, pero estamos  utilizando más recursos de los que la Tierra puede proporcionar.

 Durante las últimas décadas se ha prestado demasiada atención al producto interior bruto (PIB) como indicador del progreso de un país. Es hora de ampliar modelos de medición. Pasar de un sistema de cálculo monetario a otro que incluya los aspectos naturales y sociales. No todas las cosas importantes pueden, ni deben, ser monetarizadas. Es preciso dar más visibilidad y peso en las evaluaciones de las políticas, a las “mediciones sociales”, como el número de horas de trabajo no remunerado dedicado por hombres y mujeres a los cuidados, y las “mediciones naturales”, como el cálculo per capita de la huella ecológica.

Es importante tomar opciones responsables, pero es aun más importante cambiar las reglas, la economía y el contexto social, de tal forma que las opciones verdes, saludables y justas sean las más fáciles, baratas y asequibles. (Christian Felber).

La identidad social, el sentimiento de pertenecer a un grupo en ella, influye en nuestra conducta. Diversas investigaciones muestran que cuando la gente se siente más conectada a su comunidad está mejor dispuesta a actuar en interés del grupo (prepararse 

en concebir  construcciones que  nos protejan en las inundaciones, por ejemplo).

Resulta necesario hacer visible lo que queda oculto y establecer relaciones.

De este modo una política tendiente a una mayor igualdad es la mejor inversión que puede hacer un gobierno.

Las sociedades más igualitarias casi siempre salen mejor paradas para afrontar dificultades colectivas .En tanto que, en las sociedades con más desigualdad existen más problemas de salud y violencia, saliendo peor paradas en los indicadores relacionados con la esperanza de vida y la mortalidad infantil, los niveles de confianza, las enfermedades que incluyen adicción al alcohol y las drogas, el rendimiento académico de la juventud, homicidios, los índices de encarcelamiento y la movilidad social. Por el contrario, numerosos estudios han puesto de manifiesto que en las sociedades más igualitarias hay más personas que toman parte en actividades comunitarias, culturales, solidarias y deportivas

Apostar por la redistribución equitativa de la riqueza supone unos servicios públicos fuertes, que permitan que se garantice el mantenimiento del “suelo social” para todas las personas. 

Urgencias:

La participación ciudadana en las decisiones y acciones comunitarias no es un lujo, sino un imperativo, no solo desde la perspectiva democrática, sino también desde su propia relevancia, eficacia y sostenibilidad.

Este concepto está íntimamente ligado con el ideal de democracia. Pero, para hacerla real, hay que ejercerla, creando canales para que la gente opine y decida sobre los asuntos que le afectan.

Hay demasiada información a nuestro alrededor, y uno de los talentos cruciales en la sociedad actual consiste en protegerse de la información que se ofrece y que no se desea (Eriksen, 2001). Este exceso, paradójicamente, genera desinformación información que crea la ilusión de que sabemos algo, pero que de hecho nos aparta del conocimiento 

 Ya en 1972, el Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación, advertía que la gente tiene más información y conocimientos que en el pasado, pero las riendas del poder, cada vez más, se deslizan fuera de su control real. Su participación en el proceso de toma de decisiones está preñada de obstáculos (Faure et al., 1987).

Participar es mucho más que dar la opinión en un momento determinado, lo notamos frecuentemente, una de las características de nuestro tiempo es la trivialidad, la estrechez, y a menudo la inexactitud fáctica de nuestras conversaciones políticas.

Así, finalmente la reflexión sería,  ante el contexto actual,  mantener la coherencia entre discurso y práctica. Trabajar en la creación de una nueva visión del mundo para así con criterios de sustentabilidad impulsar la participación social hacia una Economía del Bien Común.

Fuente: Capacitarnos para la Sostenibilidad. Dr. Joseba Martínez Huerta.Edit.BN 2019.Euskadi.

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