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El sorprendente “caso Sayago”

Debido a las características espectaculares del suceso, este caso se convirtió en un clásico de la década del 80 y ocupó grandes espacios en los medios nacionales, mientras un grupo de investigadores pertenecientes al grupo Siovni iniciaron la investigación de campo y el seguimiento del protagonista de la increíble historia.
Explicación. Fermín Sayago, el protagonista del espectacular caso.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral.

El suceso tuvo lugar al atardecer del 22 de abril de 1980, cuando Fermín Sayago circulaba por la avenida circunvalación  Santiago Marzo, al este de la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, en su vehículo Impala modelo 60. Eran las 19.15 de un lluvioso atardecer cuando, según relató el testigo, “algo oscuro y ovalado se me vino encima desde arriba.” Según cuenta, en el momento en que se disponía a cruzar las vías del ferrocarril un extraño objeto ovalado apareció, cuyas dimensiones definió “como una habitación de 4 x 4”. El motor del auto se detuvo, dijo, “y yo instintivamente me cubrí el rostro contra el volante al pensar que ese objeto desconocido se estrellaría contra mi auto.” Aunque nada de eso ocurrió, el vehículo sin control se detuvo en la banquina contraria al sentido en que circulaba Sayago, quien descendió pensando en cómo hacer arrancar el auto. “Un detalle que recuerdo es que las luces estaban encendidas”, destacó, lo que le permitió deducir que el sistema eléctrico no fue afectado.

Extraños seres

Sayago levantó el capó del auto y buscó las causas de la falla del motor. En ese instante advirtió que un viento frío subió desde abajo y en ese momento escuchó un sonido similar al tintinear de un llavero. Cuando levantó la vista, a un costado del coche, observó un ser cuyas características lo llevaron al borde del espanto. “Me hacía señas con las manos, como para que me quedara tranquilo, contó Sayago, quien lejos de acatar la sugerencia, giró para huir del lugar, pero… detrás de él había un segundo ser que lo tomó por la cabeza y lo levantó suavemente. “En ese momento sentí como un pinchazo en la cabeza y me desmayé”, relató el testigo, que no podía creer lo que le estaba pasando.

Consultado sobre las características que más le llamaron la atención a pesar de la corta visión de los seres, el testigo aseguró que “sus rostros eran oscuros”, de la cavidad de los ojos sólo alcanzó a apreciar un reflejo rojizo. Su nariz, si es que la tenían, era muy achatada y de su boca recordó que era una comisura más grande que lo normal. Sus orejas eran muy grandes y sobresalían de la cabeza hacia los costados. Respecto del atuendo que vestían, lo definió de un color gris oscuro, pero era como si tuvieran escamas, porque yo veía brillo en esas escamas y uno de ellos tenía una especie de medallón en el pecho, sostenido por lo que parecía ser una cadena. A las 19.30, es decir 15 minutos después, Sayago apareció a 15 cuadras del lugar, en una zona por demás transitada. Nadie lo vio llegar hasta allí. El primer transeúnte que se acercó a él, observó que estaba sentado en el cordón de la vereda, mientras que el automóvil se hallaba cruzado sobre la avenida, entorpeciendo la circulación. “¿Se encuentra bien amigo?”, le preguntó mientras comenzaba a arremolinarse la gente. Alguien avisó a su familia, mientras que una ambulancia trasladó al hombre, que parecía “perdido”, hasta un sanatorio céntrico, donde le hicieron las primeras atenciones, haciendo especial hincapié en su estado nervioso y de shock.

Hermetismo

Los médicos se abstuvieron de hacer comentarios respecto a la situación vivida por Sayago, quien les relató detalladamente el suceso. Hablar del tema en 1980 no era prohibido, pero tampoco un profesional quería comprometer posturas al respecto. Al día siguiente, en medio de una profunda depresión nerviosa, Sayago fue dado de alta y se trasladó a su domicilio. Allí se produjo el primer contacto con los investigadores a los que relató su increíble experiencia. Las visitas se sucedieron a diario y el testigo les contó de sus “extraños sueños” que no le permitían descansar y a estas alturas ya se convertían en pesadillas.

 Su salud fue decayendo considerablemente y ya nada fue igual para él, a pesar del incondicional apoyo de su esposa Alicia y su pequeña hija. Al cabo de algunos meses la enfermedad renal afloró con toda su crudeza, lo cual obligó a los médicos a realizarle un urgente tratamiento de diálisis, pese a lo cual falleció, hecho que ocurrió el 22 de septiembre de 1982. Según estimaron los facultativos, su enfermedad era congénita, por los antecedentes familiares que presentaba, pero cabe destacar que hasta el día del episodio comentado, que cambió diametralmente su vida, Sayago se desempeñaba al frente de una empresa de pintura de obra y tenía una excelente salud, al punto que corría entre 5 y 15 kilómetros diarios, como parte del entrenamiento de una de sus pasiones, el pedestrismo, que lo tuvo como animador en varias competencias importantes a nivel nacional.

Ese mismo atardecer en el cual le ocurrió la extraña experiencia a Sayago, varios sucesos misteriosos se produjeron en varios puntos de la ciudad de Santa Rosa. Sus protagonistas prefirieron mantener el anonimato para evitar el acoso periodístico, pero aceptaron prestar su testimonio a investigadores serios del tema Ovni. A la misma hora del suceso comentado, una conocida familia circulaba por la avenida de circunvalación, en dirección contraria a la que se desplazaba Sayago. 

El mayor de los hijos del matrimonio advirtió a su padre sobre la presencia de un potente haz de luz sobre la vía del ferrocarril, pensando que se trataba de un tren. Pero la sorpresa de todos fue mayúscula cuando el “tren” se elevó a gran velocidad. Al principio prefirieron callar la experiencia, pero con el paso de los días prestaron su testimonio que se sumó a los otros sucesos ocurridos en ese anochecer. En el mismo momento en que el testigo apareció en la avenida Belgrano, un camión jaula que permanecía estacionado a dos cuadras del lugar, en una calle con una pronunciada pendiente y sin que arranque el motor comenzó a andar sin conductor y extrañamente, como atraído por una fuerza desconocida, ascendió la pendiente y se estrelló contra el muro de una vivienda. A las 21.30 de ese mismo día, un testigo circulaba por el acceso sur de la ciudad, cuando afirmó que  desde el cielo “caían una especie de chispas”. Sorprendido por esto, detuvo la marcha de su vehículo y sintió como una extraña sensación en su cuerpo, “sentí como que aumentaba el volumen de mi cuerpo y me volvía más grande y parecía que iba a reventar”, señaló asombrado. A las 22, un operador de radio que regresaba a su casa luego de una jornada de trabajo, en esa misma zona, observó cómo desde el cielo caían como una “especie de chispas”, aunque no observó ningún objeto en el espacio que las despidiera. Todo coincidió con el relato ofrecido por Sayago, confirmando sus dichos y dejando un manto de misterio sobre el sensacional caso por él referido.

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