Por Francisco Villagrán
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Especial para El Litoral
Todo tipo de hechos desgraciados como incendios, muerte y destrucción suceden alrededor de las pinturas realizadas por Bruno Amadio, pintor italiano que nació en 1911 y murió en 1981 y se hizo famoso tristemente por crear una saga de 27 cuadros basados en retratos realistas sobre la temática de “niños llorones”. Lo que intentaba era mostrar el sufrimiento padecido por las criaturas huérfanas, retratadas en distintos orfanatos durante la Segunda Guerra Mundial. Nació en Venecia y luego se refugió en España y además era seguidor de Benito Mussolini. Se rumoreaba que se exilió por los crímenes de guerra cometidos durante la contienda mundial. Justo en ese período fue cuando comenzó a pintar la serie de cuadros que mostraban chicos llorando. Por ser prácticamente desconocido en el ambiente del arte, no vendió ningún cuadro.
Lo que cuenta el mito popular es que don Bruno realizó un pacto con el mismo diablo en persona, para alcanzar la fama que quería, y del día a la noche, sus obras comenzaron a venderse masivamente como pan caliente. Este cambio abrupto en la venta de las obras, hizo que la gente comenzara a hacer circular la versión de que la único que pudo haber conseguido un vuelco tan grande en su carrera fue un verdadero pacto con el diablo. En algunos cursos de dibujo, a mediados de los 80, como tesis final pedían que se hiciera una reproducción del cuadro más famoso de los 27 que pintó Amadio.
El comienzo de la maldición
Su primer cuadro lo pintó en un orfanato entre los años 39 y 42. Cuando terminó la obra esa noche se retiró del lugar, que horas más tarde ardió en llamas cobrándose la vida de varios chicos y trabajadores del lugar. Milagrosamente, el cuadro no sufrió ningún daño y quedó en perfectas condiciones, como si nada hubiera pasado.
La leyenda cuenta que el espíritu del chico tomado como modelo, quedó aprisionado en el cuadro, e incluso se dice que en las noches se oye el llanto de una criatura en las casas que se animan a tener colgada algunas de las 27 piezas de esta singular colección, ya sea un original o una reproducción. Se dice por ejemplo, que para conseguir una cita en la agenda del señor de la oscuridad, hay que invertir un cuadro de Estos a la medianoche y realizar una especie de conjuro, para que Satán deje de molestar.
Pero la realidad es que, al hablar con gente mayor en la zona de Sevilla, donde afirman que vivió don Bruno, cuentan que a fines de los 50 los rumores de desgracias sufridas por quienes poseían estos cuadros, ya eran muy populares. Quizás para escapar del dedo acusador de la opinión pública es que Amadio comenzó a firmar sus obras con el seudónimo de Bragolin. No se sabe si efectivamente alcanzó la popularidad debido a un pacto satánico, por esas raras conjeturas del imaginario colectivo o por la rara curiosidad y sentimiento que sus obras despertaron en la gente. La verdad es que el suceso alcanzado en algunos países como España, Chile, Inglaterra y Argentina, es abrumador, incluso en el vecino país trasandino se le adjudican propiedades protectoras hacia los niños. Más allá de las creencias, las elucubraciones y los mitos populares, la única imagen del pintor que existe, es la de la de una foto en blanco y negro, un poco borrosa, pero en la que se puede apreciar bien su rostro. Tampoco hay una gran precisión en lo que se refiere a una fecha y el lugar de su muerte. Otro de los rumores que corren sobre su obra es que, al inclinar 90° a la derecha uno de sus cuadros, se puede sentir como si mirada del niño lo siguiera a uno. Revolviendo y buscando en la web, hay gente que afirma haber obtenido grabaciones psicofónicas (sonidos del más allá) en zonas que rodean estos cuadros. Dichos sonidos corresponden a niños llorando o lamentándose. Se han reportado también incendios en casas que tenían estos cuadros y que todo se perdió, menos el cuadro famoso del nene llorando. También se afirma que, al desplazarse por la habitación en que se encuentra un cuadro colgado, si se mira fijamente a los ojos del chico, parece como que los ojos te siguen, como si tuvieran vida, además de una extraña sensación. A estos cuadros se les atribuyen misterios y leyendas, maldiciones y poderes maléficos. En fin, el tiempo dirá la verdad.
Entre 1939 y 1952 hubo una serie de acontecimientos desgraciados en orfanatos donde vivían niños huérfanos de la Segunda Guerra Mundial. Allí perdieron la vida muchas personas. Se rumoreaba que el espíritu de uno de esos chicos, que fue retratado por Bruno Amadio, quedó encerrado en el cuadro. Lo más extraño del caso es que en muchos de estos incendios, entre cenizas y cadáveres, se encontraba el cuadro en cuestión, siempre intacto e impecable. ¿Cuál es la explicación lógica y científica a todo esto? No la tiene. Solo algunos investigadores y estudiosos de lo paranormal se aventuran a teorizar que lo más aproximado, para ellos es que, en efecto, el espíritu del chico quedó atrapado en el cuadro, y como tiene mucho dolor y sufrimiento, es lo que transmite al lugar en que se encuentra. Mucho dolor y sufrimiento, es lo que transmite al lugar en que se encuentra. Ya sea el original o una reproducción, causa el mismo efecto en el lugar que se encuentre. Otro de los tantos enigmas y misterios que tiene nuestro mundo y al cual no se le encuentra una explicación satisfactoria y seguirá siendo eso: un misterio.