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Las increíbles historias de perros famosos

El próximo viernes 29 se celebra el Día del Animal, con tal motivo recordamos a nuestras queridas mascotas, tanto perros como gatos, que nos acompañan en parte de nuestra vida y nos dejan una marca indeleble en el alma, además de su eterno recuerdo. El perro Fernando fue el símbolo de Resistencia en la provincia del Chaco, durante la década del 50.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

No hay una fecha certera del nacimiento del perro Fernando, se dice que llegó a Resistencia en el año 49 o comienzos de la década del 50. Cuentan que un forastero se presentó en una pensión con una guitarra al hombro y un perrito blanco que no se despegaba de su lado. Allí preguntó si se podían quedar ambos. El dueño le respondió “Si vos no cantás y el perro no ladra, pueden quedarse”. Unos días más tarde el guitarrista no despertó, amaneció muerto y su fiel amigo se quedó en la calle. Por más que muchos intentaron llevarlo a sus casas, él prefirió no abandonar la calle. Poco a poco este pequeño perrito blanco de espíritu callejero se fue adueñando del  cariño de la gente, de las calles, plazas y bares de la ciudad de Resistencia.

Su gran amigo fue el cantante de boleros Fernando Ortiz. “Lo conocí en el 51, cuenta, en el bar Los Bancos, junto a la plaza. Era un cuzquito blanco, chiquito y no tenía más de un año. No lo llamé pero él vino directamente a echarse a mis pies. Los mozos me preguntaron si me molestaba y les dije que no. Se quedó a mi lado y cuando salí me siguió hasta el hotel Colón donde yo vivía. A la mañana siguiente lo encontré debajo de mi cama. Como hacía calor y no cerraba la puerta seguramente entró mientras dormía. Entonces lo bañé y le dí de comer, comenzando así nuestra amistad”, contó el artista en una oportunidad. Mostraba interés por el arte, la música y los ritmos, que eran parte de la personalidad del perrito. “Yo cantaba en una orquesta del bar Los Bancos y el perro dormía siempre detrás del piano. No se separaba nunca de mi. En una ocasión hubo una reunión de artistas, el perro se sentó junto a mí en la punta de la mesa. Los músicos y mozos decidieron entonces ponerle mi nombre, lo llamaron y él respondió bien al nombre de Fernando”. No había casamiento, cumpleaños  ni fiesta en que Fernando no apareciera sentado a su lado y al parecer daba su veredicto. El dueño del bar Sorocabana y el gerente del Banco Nación, todas las mañanas lo invitaban con una medialuna mientras desayunaban. Donde había algún tipo de música Fernando se presentaba y quedaba feliz. Fue un modelo de guardián en el barrio, donde más de una vez sus ladridos alertaron de algún robo. En la amistad era como los humanos, tenía amigos por todos lados, pero él los elegía. Recorría todos los bares del centro y todos lo querían y le convidaban cosas y, sin saberlo, le hacían mal, porque le daban cosas dulces, que no se les puede dar a los animales. Dormía a la entrada del Hotel Colón y nadie lo molestaba, después se iba al Sorocabana donde el gerente del Banco Nación solía desayunar y le daba de comer medialunas. Lo quería mucho. Sobre el mediodía Fernando iba al Madrileño, donde los mozos le daban de comer. La siesta la dormía en casa del Dr. Reggiardo, un médico clínico que siempre le daba de comer y se encontraba a gusto. Una vez un desalmado le hizo una herida con un cuchillo y el Dr.- Reggiardo debió operarlo a pesar que no era veterinario, pero lo salvó. Le hicieron un lugarcito en el club El Progreso para cuidarlo hasta que se recuperó. Era un personaje, donde iba todos lo querían. Era un personaje de la ciudad al que todos reconocían.

Su triste final

El 28 de enero de 1963, Fernando dio su último ladrido. Dicen que fue la diabetes la que lo llevó a la muerte, porque todos le daban cosas dulces sin saber que le hacía mal, nadie en la ciudad le negaba nada con tal de verlo mover la cola contento. Toda la ciudad lo lloró y despidió arrojando a su paso flores blancas como él. Fue enterrado en la calle Brown 350, en la vereda del Fogón de los Arrieros donde aún hoy está su estatua y tumba. Allí un epitafio reza: “A Fernando, un perrito blanco que errando por las calles de la ciudad, despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento”. De las más de 500 estatuas que hay en la ciudad de Resistencia, tres son de Fernando, como una muestra del genuino cariño y amor que despertó en toda la gente. Realmente una historia de amor y fidelidad digna de ser recordada para siempre en  todos lados.

Otro caso

Recordando otro caso de fidelidad y amor animal más allá de la muerte, debemos  mencionar a Hachiko, un perro que protagonizó una emocionante historia de fidelidad que ocurrió allá por 1925 en Japón. Hachiko era un perrito aparentemente siberiano,que  fue recogido de cachorro por un profesor universitario que viajaba todos los días en tren a la Universidad. El perro lo acompañaba a la estación a despedirlo y por la tarde iba a esperarlo en su regreso. Hasta que una vez el profesor tuvo un ataque cardíaco en su trabajo y nunca volvió. Hachiko lo siguió esperando en vano durante 10 años, hasta que la muerte lo sorprendió allí en la estación, ya viejo, en su infructuosa espera. Ocurrió el 8 de marzo de 1935 y al morir, Hachiko tenía 12 años, 10 de los cuales se los pasó frente a la estación, esperando a su amo que nunca más regresó.

La noticia de la muerte de Hachiko fue publicada en los periódicos de la época y causó gran conmoción en Japón y todo el mundo. Hoy está en el lugar donde estaba siempre Hachiko, una estatua en la estación de Shibuya, en Tokio, para recordarlo para siempre. Hachiko está enterrado en el cementerio de Aoyama, en la capital nipona, junto a su amo, al que esperó en la estación hasta el día de su muerte. Todo un ejemplo de fidelidad, que inspiró a la realización de la película “Siempre a su lado” muy taquillera, protagonizada por Richard Gere en el rol del profesor Parker Wilson, una historia de la vida real de fidelidad y amor, que a todos los que la vieron los habrá hecho lagrimear. Un sincero homenaje a nuestras queridas mascotas en el Día del Animal.

En Corrientes

Corrientes también tuvo su héroe canino, el perrito “Cartucho” que se aquerenció en la Comisaría Séptima. Originalmente se llamaba Nilson y se escapaba de la casa de su dueño para ir a la Comisaría, donde estaba a gusto y muchos lo querían, se pasaba el día allí. Así comenzó a salir en la patrullas participando en operativos, era el primero en saltar a la camioneta para salir en operativos. Murió el 30 de mayo del 2020, tenía 16 años  y en la comisaría hay una estatua de él en su honor. Está enterrado en la Plaza de Armas de la División Canes de la Policía de Corrientes, adonde fue acompañado por un numeroso cortejo de vecinos y policías, incluso la plana mayor estuvo presente en su entierro. Fue ascendido a sargento post mortem  y allí descansa para siempre. 

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