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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El sorprendente giro de Argentina hacia el capitalismo

El autor es empresario y autor de más de veinticinco libros. Su último lanzamiento en español es “El capitalismo no es el problema, es la solución”, disponible en Unión Editorial.  

Por Rainer Zitelman

Especial para El Litoral

La crisis en Argentina está llegando a una situación límite. Este año se espera que la tasa de inflación se mueva entre el 70 y el 80 por ciento. No es de extrañar que cada vez haya más argentinos que confían sus esperanzas en la economía de mercado como única salida posible a los problemas del país. 

Visité Buenos Aires y otras ciudades argentinas entre mayo y junio de este año y pude conversar con economistas, políticos, representantes de think tanks, periodistas y grupos de jóvenes. La situación del país es dramática. Ninguna economía ha sufrido un declive tan pronunciado en los últimos cien años como Argentina. A comienzos del siglo XX, su PIB per cápita de Argentina estaba entre los más altos del mundo. La expresión “riche comme un argentin” (rico como un argentino) era habitual en la Europa de entonces.

Una comparación de los datos económicos de 2018 con los de 1913 revela que el PIB per cápita real apenas ha crecido en todo ese periodo. De hecho, Argentina exhibe las peores cifras de crecimiento de todos los países de los que disponemos de datos para comparar la evolución del último siglo. La inflación registrada ha sido particularmente alarmante y explica, en gran medida, este empobrecimiento. 

La inflación vertiginosa y el “dólar azul”

El pago de la factura de mi estancia hotelera constituye un claro ejemplo del problema inflacionista del país y sus implicaciones prácticas. No quise emplear mi Visa porque el pago con tarjeta de crédito se basa en el tipo de cambio oficial del peso al dólar o al euro. Sin embargo, uno obtiene el doble de pesos por un dólar en el mercado libre, que es ilegal pero que en  la práctica se tolera porque las propias autoridades saben el desastre que supondría eliminarlo. Este tipo de cambio no oficial se conoce como “dólar azul”, y representa el verdadero precio de intercambio del dólar estadounidense por el peso argentino. 

Los políticos toleran la existencia de los llamados “cuevos”, donde se puede cambiar dólares o euros por moneda local, a donde se puede llegar acompañado de personas a las que se conoce como “arbolitos”. 

Oficialmente, los locales en cuestión están registrados como casas de empeño o lugares de compra-venta de joyas, pero en la práctica hablamos de negocios especializados en el cambio de dólares por pesos. 

Los argentinos usan estos “cuevos” con la esperanza de obtener más pesos por sus dólares unas semanas o meses después. En un país con una inflación tan desenfrenada, el dinero ha perdido su función como depósito de valor y solo sirve como medio de pago. Pero no siempre se pueden conseguir billetes de gran denominación en los cuevos. De hecho, solo la una quinta parte de los 250.000 pesos que tenemos que pagar mi intérprete y yo por cuatro días de estancia en Buenos Aires están denominados en miles. El resto del dinero lo recogemos en billetes pequeños. Por tanto, en el hotel acabamos tardando más de dos horas en pagar. Cuando pregunto por qué no usan su máquina de contar billetes, me explican que primero tienen que verificar la autenticidad de cada nota con un bolígrafo y después revisar el dinero a mano. Una vez que terminan con ese largo proceso de contar los billetes a mano, entonces sí se puede pasar el dinero por la máquina contadora de billetes.

Para los argentinos, vivir con problemas de inflación no es en absoluto inusual. Así me lo transmite Fausto Spotorno, economista jefe del Centro de Estudios Económicos de la consultora OJF. Me presenta estadísticas impresionantes que confirman que, desde 1945, Argentina ha tenido casi siempre una inflación de al menos dos dígitos, con la excepción de la década de 1990, cuando Carlos Menem vinculó la moneda al dólar estadounidense, lo que ayudó a eliminar la inflación durante una década, pero tuvo un impacto negativo en las exportaciones, ya que los bienes argentinos ya no eran competitivos.

El anarcocapitalista Javier Milei

La inflación es el tema principal del movimiento libertario que gira en torno a la figura de Javier Milei. Este hombre de 51 años, que se describe a sí mismo como un “anarcocapitalista”, fue portero del club de fútbol Chacarita Juniors, estudió economía y luego se convirtió en economista jefe de varias empresas privadas de consultoría financiera. 

En 2021, Milei fue elegido para representar a la ciudad de Buenos Aires en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, luego de obtener el 17 por ciento de los votos en el marco de su candidatura con el movimiento La Libertad Avanza. Muchos argentinos esperan que se presente como candidato en las elecciones presidenciales de 2023.

Durante mi paso por Buenos Aires conocí a la activista libertaria y vicepresidenta del partido de Milei, Lilia Lemoine. Esta atractiva mujer de cuarenta y un años, que aparenta treinta como máximo, es modelo, actriz y cuenta con una legión de seguidores en redes sociales. Conocida como “La Libertaria”, es la presidenta honoraria del movimiento de Milei.  

Lemoine es famosa en toda Argentina. En cuanto nos sentamos  a comer, el camarero le pregunta si puede hacerse un selfie con ella. La mayoría de los seguidores de su movimiento son jóvenes. Muchos pobres se han sumado a la causa libertaria y, en opinión de Lemoine, “esto desmonta la creencia de que los pobres no quieren trabajar y se han acostumbrado a cobrar beneficios del Estado. Eso es una mentira. Puede que aquella unos pocos que sí se ajusten a esa caricatura pero a la mayoría de los pobres les gustaría trabajar y ganar dinero, pero el Estado les niega esa oportunidad a base imponer impuestos altos y regulaciones costosos. Esta pobre gente está desesperada, especialmente por la inflación. Por eso han puesto sus esperanzas en nuestro movimiento libertario”.

Eso es lo especial del caso argentino: en otros países, los más desfavorecidos suelen estar más a favor del socialismo y de un Estado más grande y, si siguen otro camino,  es para respaldar a la extrema derecha. En cambio, aquí vemos cómo la gente humilde pide más capitalismo. 

Milei ha llamado mucho la atención con el anuncio de una “lotería” que repartirá su salario mensual como diputado entre todos aquellos que se registren en su web. Hablamos de 350.000 pesos, que suponían 1.800 dólares al cambio real de mayo de 2022. Teniendo en cuenta que el ingreso de un argentino promedio es de aproximadamente 60.000 pesos, esta es una suma atractiva. Pues bien, solo en los primeros tres meses, dos millones de argentinos se han suscrito al experimento, con el cual Milei pretende demostrar que no está en política por dinero. 

Cada participante debe proporcionar una dirección de correo electrónico y un número de teléfono. Por tanto, esta podría ser una forma muy económica e inteligente de obtener los datos de contacto de estas personas, a quienes luego se podrían enviar mensajes publicitarios. Sin embargo, Lemoine me asegura que los datos solo se utilizarán para la lotería. Sea como fuera, estamos ante un método de marketing muy eficaz.

“Necesitamos una revolución capitalista”

Durante mi paso por Buenos Aires también me veo con el congresista Ricardo López Murphy. Él también espera un cambio en el libre mercado, aunque no es tan radical como Milei, que quiere abolir el banco central, por ejemplo. López Murphy es economista y fue ministro de Defensa y Economía durante la presidencia de Fernando de la Rúa. Desde 2021, es líder del partido Republicanos Unidos, que fundó un año antes y que forma parte de la alianza Juntos por el Cambio/Cambiemos. Su nombre también está en las quinielas de los próximos comicios presidenciales. 

¿Qué haría si estuviera al mando en Argentina? Sobre todo, “lucharía contra el proteccionismo, reduciría la burocracia y las regulaciones (por ejemplo, en el mercado laboral) y bajaría radicalmente los impuestos”. López Murphy me cuenta que las empresas de más de doscientos trabajadores se ven obligadas a vender parte de sus productos a precios fijados por el Estado. Por otro lado, me explica que, debido a la elevada carga tributaria, la economía informal y el trabajo no declarado “han alcanzado un peso extremadamente importante, hasta el punto de que hoy hay más personas trabajando ilegalmente que de manera oficial y regulada”. 

López Murphy es uno de los mascarones de proa del movimiento argentino a favor del libre mercado. Otra de sus figuras clave es José Luis Espert. Al igual que Milei y López Murphy, es economista y está convencido de que el capitalismo es la solución que puede salvar a Argentina. Diputado en la provincia de Buenos Aires desde 2021, sus palabras son claras: “necesitamos una revolución capitalista. Por suerte, las ideas libertarias realmente están despegando en Argentina”. 

Espert, en cuyo partido militó Milei antes de lanzar su propio movimiento, me cuenta que, en caso de gobernar, se centraría en “promover la libertad de comercio internacional, librando una lucha contra el proteccionismo. Además, abogaría por bajar los impuestos, que son excesivos, y lucharía por conseguir una mayor desregulación. Y, por otro lado, debemos perseguir y encarcelar a los líderes sindicales corruptos, para disuadir este tipo de prácticas”. 

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