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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Inflación: aprender del mundo

Según las perspectivas internacionales, la Argentina este año tendrá más de un 70 % de inflación, dentro de un escenario en el que figuran países con severos conflictos como Venezuela, Sudán, Yemen y Zimbabue.

“Argentina es el único país de este ranking que no se encuentra en conflictos bélicos o dictaduras”, dice el economista Damian Di Pace en una columna aparecida ayer en Infobae, en la que repasa las experiencias de países no tan lejanos que supieron domar la inflación.

“Así como nuestro país, la economía a nivel mundial afronta presiones inflacionarias que se perpetúan en el tiempo. En el último informe sobre las Previsiones del Fondo Monetario Internacional que se publicó en abril 2022 se prevé que la tasa de inflación global promediará en un 7,4 por ciento. Entre las principales causas de la escala inflacionaria mundial se encuentran: liberación de la demanda comprimida por las restricciones sanitarias, el limitado suministro por parte de la oferta para reaccionar rápidamente, escasez de trabajadores y sumado a eso los conflictos bélicos, como el de Ucrania y Rusia, que provocó estragos en el abastecimiento de materias primas generando así mayor presión sobre los precios de los alimentos y el sector energético”.

“Teniendo en claro, que si no se atacan las causas de la inflación a tiempo estas pueden terminar en problemas de tipo hiperinflacionarias hasta las más crónicas como la estanflación, tomamos algunos ejemplos de casos de programas económicos que tuvieron efectos positivos en la baja de la inflación de algunos países”.

Por ejemplo, en Israel, “su desinflación que llegó a la actualidad con una estabilidad de precios de entre 1 % y 3 %. Los problemas comenzaron con una falta de disciplina fiscal (gastos que llegaban al 70 % del PBI) y con un déficit acumulado de hasta 300% del PBI, lo cual se financiaba con una política monetaria expansiva. Ante esta situación se aplicó un programa económico de corte ortodoxo (política restrictiva monetaria y fiscal) pero con elementos más heterodoxos como acuerdos entre el gobierno y gremios, que llevaron al país a una desinflación que duro aproximadamente 20 años para llegar a una inflación de hasta el 3 % y 5 por ciento”.

Asimismo, en Chile, “en la década del 90 la inflación se ubicaba por sobre el 30 %, por lo cual se aplicó un programa de metas que permitió una desinflación gradual en 4 años de un 8 %. Los problemas de este país ocurrieron a partir del tipo de cambio de los bienes transables que se trasladaron hacia los precios domésticos, por lo cual la mejor medida fue anclar expectativas inflacionarias mediante metas de inflación preanunciadas, acompañadas de la independencia del BCR y límites en el déficit fiscal.

En Brasil, “mediante el Plan Real pudo terminar con la hiperinflación de los 80 con desequilibrios fiscales, falta de equilibrio externo y sobre emisión monetaria. Este programa económico convino varias medidas como apertura comercial, privatizaciones, equilibrio fiscal, recomposición en el nivel de reservas y un nuevo cambio monetario; todo esto permitió que después de diez años los niveles de inflación descendieran”. A su vez, Perú, “pudo contener la hiperinflación con un plan económico que contenían reformas como la liberalización hacia el mercado internacional mediante el igual tratamiento de inversiones nacionales como internacionales, créditos con el Banco Mundial y BID, se usó las privatizaciones como herramienta de ahorro fiscal, así como un reordenamiento social debido al terrorismo que había en esa época, se pudo lograr estabilizar la escalada de precios”.

“En definitiva, todos los casos no tuvieron recetas únicas para atacar los problemas sobre el aumento generalizado de precios, ya que se adecuaron al contexto económico y social”.

“Sin embargo, hay medidas coincidentes como equilibrio en las cuentas públicas, independencia de los bancos centrales y responsabilidad fiscal, que son ejes claves para comenzar el camino hacia la desinflación. Otro punto relevante es reconocer que se llega hacia una aceleración constante de la variación de precios por la debilidad institucional de compromiso hacia una inflación baja”. En efecto, concluye el autor, “la responsabilidad de un país hacia la estabilidad no solo tiene que ir de la mano con medidas económicas sino también por parte de los hacedores de política que tienen que estar perfectamente alineados en el rol de estabilidad de precios, sostenibilidad fiscal y prudencia monetaria”.

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