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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Economía sin manejo

El manejo de la economía en el país ayer perdió el timón. No tiene conducción el ministerio neurálgico del poder en el Estado y su contexto no es el deseado por nadie.

Todo queda en medio de una inflación que va camino al 70 por ciento anual y la falta de reacción de un gobierno con ensordecedores  fuegos de artillería política interna.

Martín Guzmán se fue y eligió quirúrgicamente el instante en el cual le dijo adiós al gabinete de Alberto Fernández: mientras hablaba de Perón y el peronismo la Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Que su salida apacigua la pulseada intestina, solo puede caber en la cabeza de inocentes desprevenidos. El ministro que llegó como un académico desconocido, quiso ser el más cristinista del gabinete económico y terminó como un solitario soldado del Presidente en medio de una incertidumbre creciente.

Más allá de sus méritos académicos, tenía colgada una medalla que lo terminó catapultando a la silla que más quema dentro del Palacio de Hacienda: era un pupilo de Joseph Stiglitz en un grupo de estudios de Columbia en el que se analizaban los problemas de las deudas externas, el caballito de batalla del kirchnerismo contra los recién catapultados macristas. Stiglitz no era, por otra parte, cualquier ganador del Premio Nobel; era el más admirado por Cristina Kirchner.

De la noche a la mañana, Guzmán entendió el juego: se convirtió en el más cristinista de los albertistas en la composición del gabinete económico. Pese a que siempre se vendió como “un soldado del Presidente”, hasta que logró cerrar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) este año mantuvo esa “visión política” —y ambición—de tener los pies en el plato vicepresidencial. No siempre lo logró, sobre todo sobre el final de la gestión, la más larga para un ministro de Economía en los cuatro kirchnerismos (superando incluso el período de Roberto Lavagna). Ese febrero de este año, sin embargo, poco podía empañar la calificación de “sensato” o “racional” que le dedicaban los empresarios a Guzmán. Al presentar sus premisas sobre el proyecto de presupuesto ante hombres de negocios en Casa Rosada se fue aplaudido y elogiado. Esa visión también era compartida por el staff del Fondo con el que Guzmán negociaba.

Pero el encumbramiento por parte del establishment de Guzmán a comienzo de 2021 coincidió con una etapa de relativo ajuste de las cuentas, alza de la soja, tranquilidad cambiaria y año electoral que despertó al kirchnerismo duro, que salió con confrontar su creciente “autonomía”. En las Flores, Cristina Kirchner ajustó sus reclamos al Fondo (20 años de plazo y menos tasa de interés). A fin de 2020, en La Plata, ya había comenzado a marcarle la cancha: pedido aumentos de tarifas menores al 10% y que los salarios comenzaran a ganarle a la inflación.

Golpeado permanentemente tras bambalinas por el kirchnerismo,  comenzó a hacer campaña. Fue entonces, cuando mostró la peor versión para el mundo de la economía. En una universidad, el también profesor titular de la materia Moneda, Crédito y Bancos en la Unlp, culpó a los empresarios por la inflación pese a que en sólo meses su meta de suba de precios de 2021 ya no existía. En el Senado terminó siendo el instrumento del cristinismo para usar la bandera de la deuda antes de las Paso, mientras apretaba el acelerador de la emisión monetaria y se le complicaba cada vez más —debilitado y sin confianza del mercado— tomar nueva deuda en pesos. Su gestión, pese al acompañamiento ciego del FMI y sus desembolsos, se fue quedando sin la nafta que representa la confianza del mercado por falta de volumen político, y sin reservas internacionales.

La decisión fue sumar más cepo se conjugó con una disparada de los dólares libres y un derrumbe de sus bonos. 

Ayer el periodista Francisco Jueguen en La Nación firmó una definición que vale la pena remarcar: “Se estableció así el rumbo a una fatiga de la recuperación económica con mayor inflación e inestabilidad que sellaron el destino del pupilo ambicioso de Stiglitz sostenido por el temor del sector privado a lo que pudiera ofrecer Cristina Kirchner y derribado por la falta de apoyo político de la vicepresidenta en la construcción de su camino a las elecciones presidenciales de 2023”.

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