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Crítica teatral de “La niña que fue Cyrano”

Colaboración Natalia Schejter – teatroenelnea.blogspot.com

La niña que fue Cyrano es un texto de Guillermo Baldo, joven dramaturgo cordobés, que interpreta en versión unipersonal la artista correntina Nadia Quintana con dirección de Alejandro Bonello. En la obra cuentan un fragmento de la historia de Valentina, una niña que defendía du derecho a jugar libremente. 

Valentina recuerda a sus amigo/as de la infancia, y cada una de esas historias es una lección de amor. También aparecen en sus recuerdos, mujeres adultas que la fueron marcando, y cada una de esas anécdotas se afirma en valores para infancias felices: respeto a la identidad, valentía para enfrentar verdades y libertad para que cada persona dibuje su propia historia. 

Todos esos fragmentos están unidos por las mudanzas de sus amigues a otros barrios, que será el tema que sostiene el drama en la vida solitaria de Valentina. Dándole cuerpo visual a ese leitmotiv, la puesta tiene una escenografía destacada: el barrio de la infancia de Valentina está compuesto por islas -hechas con cajas de mudanza- que sostienen casitas de madera.

La misma actriz que encarna a Valentina, también interpreta al resto de las personas que va recordando. La característica de los unipersonales, es que la actriz o el actor, realizan el pasaje de un personaje a otro frente al público. Para eso Nadia se abastece de objetos que retira de cada casita y con ellos se transforma, apoyada con mucho profesionalismo en el uso de la voz.

Algo en La niña que fue Cyrano me llevó a volver a revisar Fragmentos de un discurso amoroso de Ronald Barthes. Ese algo seguramente es la presencia de las cartas que van y vienen. Barthes utiliza fragmentos de diversos orígenes para construir su obra, y muchos de ellos, deviene de su lectura de Las penas del joven Wether de Goethe, una novela epistolar que data de dos siglos y medios atrás. Valentina, como Wether y el Cyrano, también escribe cartas. 

Valentina usa la memoria y trae a escena fragmentos de la construcción de su propia subjetividad amorosa, con la frescura de la niñez que se resiste a los mandatos y al “deber ser”. Descubre que el amor no tiene género, que la amistad existe, que hay ausencias que duelen y miradas presentes, que no siempre son explícitas. 

Ojalá que esta obra recorra muchas escuelas correntinas, que sensibilice a las personas adultas y que las infancias de Corrientes, también puedan crecer en libertad y escribir sus propios finales. Y ojalá que nunca dejen de escribirse cartas.

Ficha técnica:

Actuación: Nadia Quintana

Dirección: Alejandro Bonello

Asistencia de dirección: Nancy García

Diseño de luces: Agustín Soto

Diseño escenográfico: Mau Vila

Asistencia técnica: Laura Quiñones

Próximas funciones en Corrientes:

Domingo 10 de julio – 17 hs. Teatro de la Ciudad (Pasaje Villanueva 1470)

Sábado 16 de julio – 18 hs. Teatro de la Biblioteca Mariño (Santa Fe 847)

 

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