El escenario es el peor y los protagonistas tienen un libreto que parece mojado. La memoria no los ayuda y las decisiones tardan tanto como resultan irrisorios los paliativos.
La obra es la economía y quienes deben ejecutarla, empezando por el presidente, parecen en otra sintonía. La pregunta que se hacen los mercados es: ¿El país aguantará?
“Resulta difícil entender a qué hace referencia cuando el país se encuentra con el nivel de actividad económica virtualmente estancado, la inflación está lanzada a un ritmo que supera holgadamente el 100% y acelerándose, una brecha cambiaria superior al ciento por ciento, con más de 4 de cada 10 habitantes del país en situación de pobreza y más de 1 de cada 10 que no logra cubrir con sus ingresos una canasta básica de alimentos; claramente, una situación que dista mucho de que el país estuviera aguantando”, nos orientó ayer el economista y asesor Fernando Marengo.
“En este contexto -dijo en una nota aparecida en Clarín- pareciera que la variable que determine el “éxito” o fracaso de la gestión de gobierno será lo que ocurra con el tipo de cambio oficial -devenido en “dólar conurbano”- cuyo acceso se restringe día a día, de manera de evitar un movimiento brusco del mismo que pudiera trasladarse rápidamente a los precios de los bienes que componen la canasta básica y, por ende, acelerar la inflación, profundizando los niveles de pobreza del país.
La posibilidad de mantener la actual “política” cambiaria demanda entender que puede pasar con la oferta de dólares -poder de fuego del Gobierno en el mercado de cambio- y la demanda de dinero, sabiendo que todo peso excedente en el país se vuelca a la demanda de dólares. La escasez de reservas propias reflejada en los intentos del Gobierno por conseguir alguna línea de financiamiento externo que le permita hacerse de divisas define tres escenarios: se consiguen dólares sin condicionalidad, no se consigue financiamiento externo, o se consiguen divisas, pero sujetas a requerimientos.
El primer escenario, el deseado por el Gobierno, sería aquel en el cual el Gobierno consigue financiamiento externo para continuar con la actual política cambiaria, marcada por las restricciones e intervenciones, que permitan continuar con un ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial similar, o incluso algo por detrás de la tasa de inflación.
De materializarse este escenario, la administración que se haga cargo del gobierno a partir del próximo 10 de diciembre tendrá por delante el desafío de eliminar el cepo cambiario, de manera tal que desaparezca la brecha cambiaria, y de esta manera se normalice el flujo de divisas.
El segundo escenario, sería aquel en el cual el Gobierno no logra financiamiento externo. La escasez de divisas del Banco Central, en combinación con la fuerte sequía agropecuaria que sufrió el país y la falta de políticas anticíclicas -en los dos años anteriores -Argentina recibió 26.000 millones de dólares adicionales de valor de exportaciones por el incremento en los precios de los productos que vende el país al resto del mundo- hace de este un escenario crítico.
Claramente representaría un severo desafío para el Gobierno, el cual dependerá fundamentalmente de la confianza que haya en el mercado, y la repercusión de esta en la demanda de dinero. Cualquier evento, político o económico, local o externo, que afecte la demanda de pesos, impactará sobre el mercado de cambios, con un Gobierno con poco poder de fuego para defender la cotización del peso.
La necesidad de mover el tipo de cambio en un escenario de desconfianza, con falta de divisas para defender algún nivel superior, es un escenario que ya se vivió en el país, y seguramente nadie querría volver a transitar.
La experiencia muestra que, una vez transcurrida la crisis, los niveles de monetización son tan bajos que las restricciones cambiarias dejan de ser relevantes.
Ahora bien, el tercer escenario consistiría en la obtención de divisas, pero que el desembolso se encuentre sujeto al cumplimiento de objetivos, e incluso que su utilización pudiera registrar restricciones”.
Y para el final se reservó una reflexión sobre el pago al FMI: “Si el desembolso se da dentro del marco de un programa que pretende acercar la política cambiaria al esquema de flotación libre, poco harán los nuevos dólares para reducir el riesgo de aceleración de la inflación”.