Marca de la mano del maestro Aníbal Troilo, el estilo hasta entonces destinado a los cantores de tango. Interpretar la poesía completa, rompiendo la costumbre de entonar solamente el estribillo.
De allí, como se los llamaban entonces: estribillistas. Las incursiones eran breves, porque la letra se circunscribía solo al estribillo.
Francisco Fiorentino, nació en el barrio porteño de San Telmo, y su paso por el tango no pasó desapercibido. Al contrario, conforme a los arreglos de la orquesta de Troilo, conforma una unidad atada al ritmo.
Esa métrica que ciñe toda expresión se expandía merced al rubato, o sea la posibilidad de retardarse sobre la estructura rítmica, espacio que le permitía rescatar y exponer la nostálgica melodía que atrapaba como un viejo amor detenido en el tiempo.
Siendo aún muy chico, su hermano músico y compositor, Vicente, le regaló un bandoneón, preciada pieza, protagonista esencial de la música de Buenos Aires.
Dicen los biógrafos, que el “Fiore”, tuvo la alegría de que a los 15 años debutara en LR4 Radio Splendid de Buenos Aires, con un trío de su hermano.
De allí a Radio Brusa un solo paso, pero con el trío transformado en dúo, con el cual también exponía sus dotes de músico y cantor.
Gracias a las muy buenas conexiones, y su calidad interpretativa tanto en el bandoneón como en el canto, llegó a formar parte de la gran Orquesta de Francisco Canaro.
Ese trío familiar se ensanchó en cuarteto con el ingreso del formidable pianista, Joaquín Mauricio Mora. La gran vidriera de lugares con mucha noche, los vio actuar en los cafés Germinal y el Nacional.
Paso seguido registró para el disco con la orquesta de juan Carlos Cobián, gran melómano y autor prolífico. Estuvo también con Roberto Firpo.
Así que, poco a poco, su cartel se iba llenando de luminarias, que lo iban posicionando. Con Juan D’Arienzo, actuando en su reducto de grandes éxitos, el Cabaret Chantecler.
Con Angel D’Agostino, a la que se sumaron, la de Pedro Maffia, la Típica Víctor, Minotto Di Cicco, Roberto Zerrillo, Alfredo Malerba.
Se afirma cuando Aníbal Troilo en 1937 forma su orquesta, finalmente por compromisos del titular Antonio Rodríguez Lesende, se decide por Francisco Fiorentino.
El público masivo lo empieza a vivar a partir de 1940 coincidiendo el popular ciclo de Troilo por LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires.
Voces de ayer. Historias de tangos. El “Fiore” ha vuelto a cantar.
Cuentan que grabando para “Pichuco”, transforma en éxito “Yo soy el tango” y “Mano brava”, ya con voz ajustada a ritmo como era costumbre, transformándose en un instrumento más.
Más o menos en los albores de 1944, se convierte en solista y en fuelle a cargo de la orquesta primera del talentoso Astor Piazzolla.
“Hazte de fama y échate a dormir la siesta”, dice el dicho popular, y así se cumplió con el popular “Fiore”, o “Tano” como lo identificaban sus acólitos.
Tenía una forma precisa de cantar, coincidiendo con la marcación del tempo, mimetizándose con la orquesta, sin salirse jamás de ese andarivel que le señalaba el ritmo.
Escuchar sus grabaciones que son muchas, es reivindicar lo hecho por “Fiore”, más aún el portentoso tesoro que conformara junto a Aníbal Troilo “Pichuco”.
Grabó con músicos notables en su no larga carrera, constituida por una línea en ascenso, que denota los kilates de un músico exquisito en que su voz junto al fuelle hacían una dupla imbatible.
Cuentan los memoriosos que, Troilo lo había apalabrado para volver a grabar el próximo año 1955, con la incursión también de la guitarra de Roberto Grela.
“Pero el hombre propone y Dios dispone.” Un accidente, producido en una gira por Mendoza, sesgó su vida concluyendo su meteórica carrera construida con logros verdaderos a puro talento.
Llegó hasta actuar en películas musicales, lo cual habla elocuentemente de su capacidad artística e inobjetable popularidad.
Son tantos los tangos entonados por Fiorentino que cada uno representa algo en especial, con acento corto, buen decir, y esa nostalgia detrás de cada poesía haciéndolo único.
En “El cuarteador” de Enrique Cadícamo en 1941, comienza recitando: “Fue en un café de la Boca / y allá por el año dos / donde este tango nació; / estaba linda la fiesta / y, compadreando, la orquesta / de esta manera empezó…” /
El “Negro” Celedonio Flores, escribió este tango inmortal, allá por 1923: “El bulín de la calle Ayacucho / que en mis tiempos de rana alquilaba, / el bulín que la barra buscaba / pa´caer por la noche a timbear, / el bulín donde tantos muchachos., / en su racha de vida fulera, / encontraron marroco y catrera / rechiflado parece llorar.” /
O, cuando el “Fiore” entonaba a Cátulo Castillo que había estrenado en 1941, “Tinta roja” : “Paredón, / tinta roja en el gris del ayer, / tu emoción de ladrillo feliz / sobre mi callejón, con un borrón / pintó la esquina, / y el botón / que en lo ancho de la noche / puso el filo de la ronda / como un broche, / y aquel buzón carmín / y aquel fondín / donde lloraba el tano / su rubio amor lejano / que mojaba con bom vin." /
Voces de ayer. Historias de tangos. El “Fiore” ha vuelto a cantar.