Advertencia por la recurrente aparición de culebras

La Alianza del Pastizal advirtió sobre la recurrente aparición de culebras por la llegada de la primavera. Corrientes y Misiones son las provincias argentinas con mayor cantidad de especies. 

Llegan los últimos meses del año trayendo calor y días más largos, cambios que ponen en actividad a muchos animales que permanecen “guardados” durante el invierno. Un grupo muy especial es el de las culebras.

En Argentina, las culebras están representadas por dos familias que contienen más de 100 especies. Por ser animales de sangre fría, la variedad de culebras es más alta en el norte y disminuye hacia el sur del país.

Estos asombrosos reptiles sin patas cuentan con las más variadas coloraciones y diseños, tanto en la espalda como en la panza. Esa coloración cumple diferentes funciones: camuflaje, mimetismo, advertencia, confusión, comunicación o termorregulación. Algunas culebras imitan la coloración de otras especies que son venenosas, como las corales o yararás, pero son inofensivas, y así engañan a posibles depredadores.

Otras acuden a rápidos movimientos de su cuerpo que, adornado de diseños con franjas y líneas, generan una ilusión óptica que confunde a los depredadores permitiéndoles escapar. 

También son muchas las formas de vida: hay culebras trepadoras que viven en los árboles, otras que prefieren las rocas, hay especies de pastizal e incluso las hay bien acuáticas. Y si están en tantos lugares diferentes, es fácil esperar que coman de todo. ¡Y lo hacen!

Aunque todas se alimentan de presas vivas, en el menú puede haber peces, insectos, caracoles, lombrices, ranas, lagartijas, roedores, huevos, pichones, aves adultas o hasta otras culebras y víboras venenosas. Pero son también fundamentales en la dieta de muchos otros depredadores, como zorros, gatos, comadrejas, hurones, monos, cigüeñas, e incluso, aves rapaces como el Águila Coronada, el Aguilucho Colorado o el Guaycurú, que come casi exclusivamente serpientes.

Se activan en primavera y ayudan a acelerar todo el ecosistema. Por lo tanto, son valores naturales fundamentales de los campos. Nuestra actitud antipática hacia ellas y la falta de información, muchas veces las lleva a la muerte.