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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Vettel y el McLaren de Senna: el mito vive

El cuádruple campeón mundial de Fórmula 1 sacó a relucir una de las joyas de su colección, el McLaren que perteneciera a Ayrton Senna en la temporada 93, para rendir homenaje al campeón brasileño. El acontecimiento estuvo cargado de significación emotiva e incluyó con un detalle muy especial al otro fallecido en al fatídico GP de Ímola, Roland Ratzenberger.

 

El mito Senna sigue vivo y así quedó demostrado en el último Gran Premio de Emilia Romagna, en el circuito italiano de ímola, donde tuvieron lugar distintos homenajes al piloto brasileño, considerado uno de los mejores de la historia.

Entre todos los tributos sobresalió el planificado por el tetracampeón del mundo Sebastian Vettel, quien se definió admirador del piloto paulista fallecido hace 30 años en ese trazado, en medio de un accidente ocasionado por la rotura de la columna de dirección de su Williams en la curva Tamburello.

Tan identificado con la trayectoria de Senna se siente Vettel que es desde hace algún tiempo el propietario del último McLaren utilizado por Ayrton Senna en su trayectoria deportiva. Se trata del M194/8 Cosworth, el primer monocasco de la famosa escudería británica en utilizar esa motorización después del exitoso ciclo con impulsores Honda, durante el cual el piloto brasileño consiguió sus tres títulos mundiales en 1988, 1990 y 1991.

Vettel tiene el auto de Senna en su colección personal junto con otros bólidos legendarios como el Williams de Nigel Mansell. Retirado en 2022, el alemán participa de distintas actividades históricas con tales unidades, las cuales demuestran con sus prestaciones y su calidad constructiva el punto fuerte de la última era analógica de la Fórmula 1, una época donde todavía el piloto podía influir en un resultado por encima del desempeño de su auto.

Es lo que logró Ayrton con su último McLaren, cuyo motor iba en desventaja con respecto a sus rivales de aquella temporada 93. A pesar de esa debilidad, el brasileño logró cinco victorias en su eterna rivalidad con el francés Alain Prost (que por entonces militaba en Williams), entre ellas la épica conquista bajo la lluvia en el circuito inglés de Donington Park, en el Gran Premio de Europa, donde dominó desde el principio en la que se considera la mejor vuelta en la historia de la Fórmula 1, hasta superar a escuderías técnicamente superiores (como Williams) por una diferencia final de 1 minuto y 23 segundos.

La leyenda de Senna se agigantó con episodios como el de Donington al punto de conquistar admiradores en todo el mundo. Entre ellos, un niño de pocos años llamado Sebastian Vettel, quien no llegó a conocer personalmente al brasileño (y mucho menos a competir con él en las pistas) pero sí desarrolló un sentimiento de profunda empatía que lo llevó a encabezar las ceremonias desarrolladas en Ímola el fin de semana pasado.

Vettel se encargó de confeccionar capuchas ignífugas con los colores del casco de Senna para que sus colegas pudieran utilizarlas en carrera, al igual que remeras amarillas con franjas verdes y azules (los distintivos del tricampeón paulista) que la mayoría de los corredores vistieron al momento de depositar flores en el monumento que recuerda a Ayrton en los jardines del circuito "Enzo y Dino Ferrari".

Además, el campeón alemán mandó acondicionar su McLaren ex Senna con el nombre del piloto brasileño en sus laterales (donde antes podía leerse la publicidad de la tabacalera que esponsoreaba al equipo de Ron Dennis) y estampó las palabras "For Ever" en la sección delantero del alerón principal. Así, con el motor Ford Cosworth V8 listo para convidar su sinfonía de rugidos a la multitud que colmaba las tribunas, Sebastian salió a pista para recibir el saludo de miles de espectadores.

El McLaren inundó con el sonido de antaño el autódromo e hizo recordar porqué despertaban tanta pasión los autos de los años 80 y 90, caracterizados por una musculatura mecánica que se basaba en el cubicaje y en la potencia bruta de unidades motrices que dejaron de utilizarse fruto de los avances tecnológicos (y de exigencias ambientales) pero que no por ello son menos briosas que las actuales mecánicas híbridas de la categoría. Es -al menos para quien esto escribe- al contrario.

Vettel giró embargado por una profunda emoción que exteriorizó al momento de esgrimir las banderas de Brasil y de Austria. ¿Por qué? El homenaje no era sólo para Senna, sino también para Roland Ratzenberger, el otro piloto que perdió la vida en ímola durante aquel fin de semana maldito de finales de abril y principios de mayo de 1994.

Ratzenberger murió al perder sustentación su auto (un modesto Simtek) en la curva Villeneuve, durante las tandas clasificatorias del sábado. En ese momento Senna reaccionó con insistentes reclamos a la FIA para que se suspendiera el gran premio porque no estaban dadas las condiciones de seguridad del circuito, pero la organización a cargo de Jean Marie Balestre se salió con la suya y la carrera se llevó a cabo.

Molesto con la decisión, Senna largó contrariado por sentimientos de congoja y preocupación, sin saber que lo esperaba el mismo destino en Tamburello. El homenaje de Vettel adquirió una profunda significación simbólica porque el alemán agitó las banderas para cumplir "lo que Ayrton quería hacer ese día, que era mostrar la bandera de Austria para rendir tributo a Ratzenberger".

Finalmente, Sebastian Vettel detuvo el McLaren en la recta principal, saludó a la gente y se hincó hasta tocar el asfalto con su cabeza, en señal de respeto y de duelo. En ese momento se pudo observar por las transmisiones en vivo de todo el mundo el detalle del casco que especialmente mandó a confeccionar el cuatro veces campeón del mundo: estaba decorado en una mitad (la izquierda) con la combinación de colores que históricamente utilizó Ayrton Senna, y en la otra mitad, con los colores de Roland Ratzenberger.

 

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